🎶Vi su dolor, Sasuke.🎶

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SAKURA

Lancé un suspiro de alivio al ver dos figuras materializarse en la distancia.

Con lentitud logré levantarme con mis dos piernas temblorosas. Mi equilibrio quiso fallarme, pero me mantuve firme.

Sasuke piensa que necesito un descanso y quizás él tenga razón, aún así quería aferrarme a la idea de luchar. De romper la cadena de odio que vi en los ojos de Kaito Fujimoto.

Al reconocer aquellos ojos azules en la lejanía supe lo que debía hacer. Pelear hasta el final junto a mis compañeros, al lado de mi prometido y aferrándome al mi ideal más fuerte.

Corre. Ve hacia ella. Detenla.

—Sasuke—llamé tocando su hombro mientras veía al susanoo cubrirnos como un escudo— Debo ir. Si ella muere esto se detiene.

Esperé su respuesta. Sentí como se tensaba bajo mi mano, sin embargo asintió. Él volteó y tomó mi mano.

—Sé lo fuerte que eres, Sakura.—afirmó el Uchiha mirándome directamente— Y confío en Naruto y también en su esposa. Vamos, debemos detenerla.

Corrimos entre las quimeras. Algunas de ellas eran destruidas por golpes del susanoo, pero el verdadero problema era cuidarnos de la parte trasera. Sino fuera por Naruto y Hinata posiblemente este plan nunca hubiera funcionado.

El olor era fétido. La carne viva y la sangre fresca regada por el pasto del bosque. Mi mirada se dirigió hacia Naruto y Hinata que peleaban espalda con espalda.

—¡Ocho trigramas sesenta cuatro palmas!—escuché y volví mi vista al frente.

Avancé tomando la mano de Sasuke hacia Kaito que mantenía su postura refinada a la vez que su cabello azulado ocultaba su rostro. Ella solo estaba allí sin moverse y sin intentar vernos si quiera, como si el mundo alrededor no tuviera sentido.

Quise acallar los gritos y súplicas. Las súplicas de las quimeras me aturdían y dañaban mi mente, donde pensaba en sus posibles vidas humanas y cuanto habían perdido por Kaito y su intenso odio por el señor feudal.

La muerte arrebata inesperadamente y lo pude ver en muchas ocasiones. Ahora nosotros éramos los encargados de eliminar la sombra de personas en plena sufrimiento. Por que aquellas quimeras con su piel rugosa y carne sobresaliente ya no eran personas. Lo vi en el byakugan de Hinata, en su mirada triste vi determinación de acabar todo aquello. Lo sabía, Hinata no había encontrado chakra humana en esos seres.

Diez metros nos separaban de Kaito y con cada paso aparecían más quimeras con el rostro deformado y lloroso.

Activé el sello de mi frente y corrí a más velocidad dejando atrás a Sasuke. Sentí sus dedos tocar mi muñeca antes de que él diga:—Sé que verás detrás de ella. Siempre ves detrás del dolor, Sakura.

Los segundos parecían pasar lentamente mientras trepaba por los cuerpos de los seres. Salté encima de sus caparazones y los golpeé para alcanzar a Kaito. Miré brevemente detrás de mí. Sasuke. Naruto. Hinata.

Miles de criaturas de apilaron encima de ellos, pero mis compañeros no parecían temerosos. No con Naruto enfrentándolos, él siempre nos daba valor en cada acción y gesto. El joven amante del ramen instantáneo era una de las luces más brillantes que Konoha había visto nacer.

Sasuke dominaba al susanoo y su llama violeta parecía destruir a las quimeras. Era intenso y vehemente la forma en la que él siempre luchaba. La gran espada del susanoo parecía resplandecer por encima de todo mientras los ojos de Sasuke brillaban de poder.

Hinata utilizaba la técnica conjunta con la ayuda de Naruto. Ambos esposos atacaron al mismo tiempo dándome un poco de tiempo para seguir adelante.

Las criaturas parecían apilarse a mi alrededor, pero tenía la confianza y apoyo de mis amigos. Ellos me daban la fuerza necesaria para continuar con su camino.

Sentía todos mis músculos en movimiento al trepar encima de cadáveres sangrientos y ser atacada por todos los flancos posibles. Derecha. Izquierda. Cada golpe y patada que daba me acercaba inevitablemente a Kaito.

Cuando la tuve frente a mí. Esperé que riera como siempre lo había hecho y en el fondo estuve preparada para responder a sus provocaciones.

Nada de eso sucedió.

Ella estaba llorando. Su cabello azulado ocultaba sus lágrimas mientras gritaba impotente y con la voz más desgastada que había escuchado:—¡¿Por qué?! ¡¿Quiénes son ustedes para destruir todo lo que he construido con dolor y pelea?! ¡Ustedes no son diferentes de mí! ¡Son sucios monstruos que derraman sangre! Entonces... ¿por qué justo ahora que puedes matarme me ves con lástima?

—Veo detrás de tu dolor.—respondí— Matarte no borra lo que has vivido.

—¿Ver detrás de mí?—explotó en un grito y su llanto aumentó llena de furia—No, tú no lo ves. No pretendas entenderme. Cuando no perdiste a lo único que tenías en la vida en una absurda pelea de aldeas ninja... ¡Tú no comprendes la política ni como el señor feudal la maneja! ¡Tú, ninja médico, nunca has visto lo que les sucede a los menos privilegiados! Solo eres...

—Y por eso debo detenerte, por que no importa cuanto te muestre nunca entenderás que hay luz en el mundo ninja. No cuando te niegas a ver a la nueva generación. Kaito Fujimoto, debido a tus crímenes mereces la muerte inmediata.

Mi voz tembló, pero me mantuve en pie. Junté chakra en mis manos preparando un solo ataque al corazón.

Contuve el aliento y luego con un grito me acerqué a Kaito, esperando que ella intentara huir... Sin embargo, sabía muy en el fondo que Kaito no se movería.

Con mi mano atravesé su pecho. Sangre escarlata manchó mi mano y brazo. Sentí en mi mano los últimos latidos del corazón de Kaito, tan débil como el murmullo de una abeja.

—Escucha, ninja...—susurró Kaito con la sangre borboteando de su boca— Cuando te vi correr... hacia mí... Decidí morir... ¿L-Lo sabes, v-verdad?

—Ahora lo sé.

Saqué mi mano de su pecho y su cuerpo cayó pesadamente al suelo, como un peso muerto. Sus ojos habían perdido su luz característico de odio.

Cerré los ojos y lágrimas recorrieron mis mejillas mientras mis rodillas cedieron y caí en el pasto salpicado de sangre.

Mi puño cubierto de sangre tembló y me dejé abrazar por Sasuke. Él me escondió en su pecho mientras sollozaba.

—Vi su dolor, Sasuke, aún así...—dije entre lágrimas.

—Era necesario. Sino moría las quimeras nunca se hubieran detenido, salvaste muchas vidas... Nos salvaste, Sakura.

No tenía el valor para seguir hablando y tampoco la suficiente fuerza para mantenerme en pie.

Pero todo era verdad. Los Fujimoto habían muerto y aquello parecía ser el fin de la misión, aunque este final fue más amargo de lo esperado. Más sangriento. Más duro.

Te veré la próxima vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora