Capítulo 33

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—Un poco más a la derecha —explicaba Dylan a Tony, un albañil que había contratado para que colocase un cartel gigante Claudia de en la avenida principal de Los Ángeles, mientras ubicaba sus dedos de manera que estos formasen una especie de visor delante de sus ojos para analizar el trabajo del albañil—. No, tu otra derecha, más abajo, no no, arriba, ahí, no, ya lo moviste imbécil, abajo, a la izquierda, no, esa punta súbele más, no, la otra punta, esa esa, no, abajo, ahí, no, más a la izquierda

—¡DYLAN! —le gritó fúrico, a punto de perder la cordura

—¡Ahí está perfecto! —el castaño le enseñó sus pulgares con una sonrisa

—No me pagas lo suficiente para esto —murmuró el hombre cansado y fatigado

De pronto, el celular de Dylan comenzó a vibrar sobre su pantalón, tomó el aparato y contestó con una sonrisa.

—Hola cariño

—Hola Dyl, ¿dónde estás?

—Pues... paseando

—Ya dime dónde chingados estás, casi me matas de un susto al no verte en la cama

—Oye tranquilo viejo, es una sorpresa, te enviaré mi ubicación, ¿ok? Pero ya no me maltrates

Thomas rió.

—Te amo Dyl

—Yo más tonto —dicho esto colgó y de inmediato le envió su ubicación con un par de corazones adjuntos, a lo que Thomas respondió:

No sé qué estés tramando, pero en media hora estaré ahí.

Trata de que la prensa no te vea amor <3

Lo mismo digo de ti, no sé qué haces en una avenida tan poblada.

Sé cómo cuidarme, tú tranquilo.

Y mientras Tony continuaba con su trabajo, Dylan se sentó en una roca un poco alejada del cartel para analizar al albañil trabajando. Miraba los autos pasar, algunas familias caminaban por la pequeña vereda situada a un lado de la avenida, todos felices, los padres sobretodo, de ver a sus hijos y saber que están junto a ellos, Dylan los envidiaba, era capaz de vivir en la pobreza, que le quitaran toda su fortuna, con tal de que su pequeñita regresara a casa, ni siquiera lo material lograba llenar ese vacío que tenía en el corazón, nunca lo haría, nada se comparaba con ver esa hermosa carita todas las mañanas sonreír, o escucharla reír por las estupideces que sus tontos padres solían cometer a diario. Ya nada era como antes, nunca se imaginó que algo así le pasaría, siempre creyó que ella estaría junto a él hasta el último día de su muerte. En ese momento recordó la promesa que habían hecho juntos:

"Chi papá, prometo nunca morirme, siempre estaré contigo. Tú prométeme que nunca te vas a morir y siempre estarás conmigo."

Otra vez las lágrimas empapaban su rostro, nunca había visto tanta sinceridad en Claudia como aquel día, a veces solía decir cosas muy lindas que lograban llegarle al corazón. Y ahora estaba fallando a la promesa, ya no estaban juntos, no se tenían el uno para el otro, ya no eran el equipo dinamita junto a Thomas. Por más que intentaba ya no llorar, se le hacía imposible, ya había pasado más de un mes y Dylan seguía llorando por ella, todos los días intentaba ser fuerte, pero no lo lograba, era su hija joder, y se la habían arrebatado.

—Dyl vas a quedar seco como una pasita si sigues llorando —el moreno se sobresaltó al escuchar la voz de su novio a sus espaldas, giró su cabeza y lo vio sentado a su lado con esa típica sonrisa tierna que suele tener

Dos tontos en problemas (Dylmas) / 2da Temporada de Dos tontos y un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora