Capítulo 46

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Lo primero que hice al entrar a la habitación de mi novio fue verificar si estaba despierto o no, sin embargo, hoy tampoco la suerte estaba de mi lado, puesto que sus ojos seguían cerrados. Bajé desanimado la cabeza y lo abracé, intentando percibir su aroma, no obstante, lo único que alcancé a oler fue la esencia de su bata de hospital.

—Buenos días, Dyl —dije después de depositar un besito en su frente vendada—. ¿Te sientes mejor? Pensé que hoy despertarías, espero que cuando traiga a Clau sí lo hagas, sí, voy a traer a nuestra pequeñita porque tiene muchas ganas de verte, ella también está muy preocupada, al igual que todos... te amo, corazón —besé sus labios delicadamente, estaban muy fríos, sabía perfectamente que necesitaban su pieza clave: los míos, así que lo besé hasta que sus labios rosados estuvieron tibios—. Volveré en unas horas, bebé.

***

En cuanto abrí la puerta de mi casa, un delicioso aroma a hot cakes inundó mis fosas nasales, provocando una sonrisa en mi rostro, miré hacia la cocina, lugar de donde provenía el olor, y reconocí a Rosa y a Giancarlo cocinando mientras cantaban, no había notado mi presencia hasta que cerré la puerta. De inmediato callaron su canto y miraron hacia mi dirección asustados, sin embargo, cambiaron su semblante al verme.

—Tom, casi nos matas de un susto —comentó Rosa acercándose—. Pensamos que eras un ladrón.

—Con todo y ese bigote, quién no pensaría lo mismo —dijo Gianca riendo y yo solo negué con la cabeza sin despegar mi vista de él

—¿Cómo está Dylan?

—Igual que ayer, sigue sin despertar y en serio me preocupa.

—Tranquilo, ya lo hará, no te preocupes, ¿quieres desayunar?

—Después, Rosa, muchas gracias, primero quiero saludar a Clau, ¿dónde está?

—En tu cuarto, aún sigue dormida.

—La pobrecita durmió puesta una camisa de Dylan —comentó Gianca—. Dijo que si no estaba él ahí que por lo menos quería dormir con algo suyo. En serio estaba muy preocupada por él.

—Oh Dios —susurré—. Iré a verla entonces.

Giré sobre mis talones y subí las escaleras en silencio, en cuanto llegué a mi habitación, permanecí callado bajo el marco de la puerta mientras observaba a mi pequeña dormir, se notaba a leguas que la pobre había llorado, debido a la hinchazón en sus ojos. Me le acerqué lentamente y me arrodillé frente a ella, era cierto, llevaba puesta una camisa a cuadros de Dyl, que por lo general solía usar para grabar Teen Wolf; con su mano derecha abrazaba a Corny como si su vida dependiese de ello, al parecer se sentía sola. Entonces comencé a acariciar su carita lentamente para que despertara, no quería hacerlo de golpe y que despertara malhumorada. Poco a poco sus ojitos se abrieron, cuando me vio delante de ella, parpadeó varias veces extrañada y se talló los ojos para volverme a ver y analizarme de pies a cabeza, al parecer no se daba cuenta de mi presencia aún y pensaba que no era real. Pero cuando al parecer su vista se aclaró, abrió los ojos muy grandes y se lanzó a mis brazos, recostó su cabeza sobre mi hombro mientras me apretaba contra ella como si de eso dependiese su vida. Cerré los ojos mientras disfrutaba del abrazo, de verdad la necesitaba, sobretodo en esta situación.

—Papi —se separó de mí y me miró triste—. Viniste al fin.

—Sí mi amor —besé su mejilla y me senté en la cama con ella en mi regazo para abrazarla.

—¿Cómo está mi papá?

—Oh mucho mejor —mentí—. Solo que el muy perezoso sigue durmiendo.

—¿Podemos ir a verlo?

—Claro que sí, para eso vine por ti, además de saludarte y llenarte de besos y apapachos —dicho esto comencé un camino de besitos en toda su cara, aquella acción la hizo reír.

Dos tontos en problemas (Dylmas) / 2da Temporada de Dos tontos y un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora