Capítulo 42

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Claudia:

—Otra vez ir a la escuela —me quejé, mientras papi me peinaba.

—Ya quedamos que tendrás que ir hasta los veintitrés. Dyl, amor, ¿me pasas una liga?

—Claro, corazón —dicho esto, le entregó y papi terminó la coleta que me estaba haciendo.

—Listo, te ves hermosa —sonrió al espejo para que yo también lo hiciera, sin embargo, mi cara permaneció seria siempre.

—No quiero ir.

—Ah, mi amor, ya hablamos de esto, esta vez será diferente, ¿ok? —mi papá acarició mis mejillas y asentí con la cabeza—. Así me gusta, ahora vamos.

—Ya que —suspiré y tomé sus manos para salir de la casa y subir al auto.

No iba a mentir que tenía miedo, a pesar de que ya no iría a la misma escuela donde me hacían bullying, pero esa sensación de que me harían daño nuevamente estaba presente ahí y no me dejaba tranquila. Intentaba relajarme como me habían dicho mis padres, pero nada ayudaba. Suelo ser valiente, pero cuando se trataba de algo que me había marcado, no podía hacer nada.

Decidí no pensar más y mirar el camino mientras mordía mis uñas, un mal hábito que lastimosamente heredé de papá. Luego miré a Corny a un lado y lo tomé para que viera por la ventana también, poco a poco olvidaba mi próximo lugar de destino, mi unicornio a veces alejaba todo lo malo con simplemente estar ahí. Sin embargo, el miedo se apoderó de mí cuando el auto se detuvo y miré por la ventana un edificio muy grande con un montón de niños entrando a él.

Habíamos llegado.

Comencé a temblar ligeramente mientras mi papá nos abría la puerta a papi y a mí, tomó mi mano y me ayudó a bajar, luego los cuatro -y hablo también por mi peluche- caminamos lentamente hasta el edificio. Una vez en la puerta, los miré aterrada y ambos me sonrieron para hacerme saber que todo estaría bien y que no me preocupara.

—Bien, Clau —papá se arrodilló delante de mí—. Ya sabes, nada de salir sola, ni aceptar nada de nadie, ¿ok? Prometemos no llegar tarde.

—Eso espero —me crucé de brazos y besó mi mejilla, luego lo abracé con fuerza para calmarme un poco.

—¿No hay nada para mí? —preguntó papi, me separé de papá y me acerqué a él para que me tomara en brazos y llenara de besos mi cara—. Te amo, mi vida.

—Yo también, papi —me abracé a su cuello y él caminó dentro de la escuela junto a papá.

Cuando llegamos a mi salón, papi me bajó y acarició mi mejilla y mentón con una gran sonrisa de orgullo.

—Diviértete y si algo malo pasa, no dudes en decirnos.

—Sí, papi.

—Te amamos —mi papá besó mi frente y sonrió—. Adiós.

—Adiós, no lleguen tarde.

—No lo haremos —dicho esto dieron media vuelta y se alejaron caminando.

Levanté la vista y miré la puerta de entrada, el dolor de estómago regresó al escuchar el ruido de los niños dentro; tomé una gran bocanada de aire y cuando la solté completamente, empujé la puerta y entré. Como era de esperarse, fui el centro de atención cuando abrí esa puerta, así que decidí ignorar todas esas miradas posadas sobre mí y caminar hasta la última silla en ese lugar, alejada de todos, quienes luego de mirar que me senté y no dije nada, regresaron con sus actividades, posiblemente conversar sobre qué hicieron la noche anterior. Coloqué a Corny sobre la mesa y escondí mi cara en él, no quería que nadie me viera y si fuera así, no quería saber que me estaban mirando. De pronto, alguien abrió la puerta, levanté mi cabeza y vi a una señora de cabello rojizo entrar con un montón de hojas y una computadora en sus manos, todos guardaron silencio con su presencia y corrieron a sus asientos.

Dos tontos en problemas (Dylmas) / 2da Temporada de Dos tontos y un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora