Parte 5: Puente de Piedra

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Puente de Piedra, mediados de Diciembre de 1775


- Buenas noches a vuestra merced, ¡Qué grato volver a verle!.- exclamó la mujer de cabellos castaños y rizados.

- Julia, había extrañado el sonido de su voz.- respondió Natalia bajo el manto que la cubría.


"Son las cuatrooo y serenooo" gritaba un hombre vestido con un largo poncho que paseaba cerca de aquellas mujeres.


- Hace mucho que no usaba aquella saya e iba de tapada. Pensé que a su padre no le gustaba aquello.- articuló la castaña mientras contemplaba la alta figura de la morena.

Desde el siglo XVI aparecieron en la ciudad las llamadas ''tapadas limeñas" que no eran más que mujeres totalmente cubiertas por una saya (un vestido hecho de seda fina por lo general negro, azul o verde) y un manto que cubría sus cabezas y solo dejaban un ojo a la vista.


- Y sigue sin gustarle pero solo bajo esto puedo comportarme como quisiera hacerlo realmente. Solo así... dejo de ser "La Marquesita" y me convierto en una joven más.- explicó temerosa.

- Su sentido del deber me sorprende, de estar en su posición ya hubiera enrumbado lejos.- intentó razonar Julia mientras prestaba atención al movimiento tranquilo de las aguas del Río Rímac.

- Mi abuela, que Dios siempre guarde, dejó indicado explícitamente en su test...

- Que fuera vuestra merced la heredera después de su hija de tal título. Me lo ha contado los últimos 10 años, desde que teníamos solo 8 abriles.- interrumpió la acompañante de la morena, cerró los ojos y soltó un largo suspiro.

- No defraudaré a mi padre, Julia.

- El mequetrefe ese de Mikelo que solo sabe estar dentro del burdel ¿Es lo que deseas?

- Tiene sus necesidades como todo varón, ¿Quien soy yo para impedir aquellas actitudes?

- ¡Repámpanos! ¿Qué dice?.- se exaltó Julia. Había levantando la voz y atraído la mirada de algunos jóvenes que hablaban cerca de ellas, incluso de sus criadas.- Vuestra merced sabe leer, escribir, habla el latín perfectamente y hasta sabe un poco de la lengua nativa de los indios. Sin contar que la doctrina católica la domina tanto como la música. ¿Cree que merece a ese pelafustán y denigrarse?

- Tengo presente todo aquello pero ya hemos tenido esta conversación muchas veces.- quiso escapar una vez más de aquella charla.


No solo debía aguantar aquello de la que consideraba su mejor amiga desde que arribó a esta ciudad, sino que su hermana muchas veces se lo recordaba hasta saciarse. No era tonta, sabía del comportamiento de Mikelo, oía a las vecinas hipócritas y cucufatas llenarse la boca con historias sobre ella misma pero no podía reaccionar, era impropio.

Estaba necia con la idea de no borrarle la sonrisa de la cara a su progenitor, por ello, no dudo cuando este le anunció que tenía un pretendiente para ella. Su madre, la Marquesa de Navarra, había cuestionado dicho hecho porque no sentía que el tal Mikelo fuera adecuado para su sucesora. No poseía título nobiliario, ni grado académico, ni un comportamiento adecuado, solo era el heredero de un negocio que quizás con el tiempo fracasaría pero claro, su esposo se había obstinado en que el futuro de su niña estaría asegurado y no sufriría los infortunios por los que él, en carne propia vivió.

olvídate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora