Portada de Cocharcas, mediados de Diciembre de 1775
- ¡Cuánto extraño a Don Carlos!.- exclamaba Julia apoyada en los hombros de Natalia, hipaba cada cierto tiempo y no dejaba de hablar de aquel hombre.
- Comprendo a vuestra merced. Cálmese, ya casi abren.- respondía la morena mientras intentaba que su amiga no pierda la estabilidad.
- ¡Qué es amor una senda tan sin camino, que el que va más derecho va más perdido!.- canturreo levemente la castaña.
- Os ayudaremos si lo necesitáis.- hizo presencia la voz de Alba, ofreciendo una mano al par de mujeres. El semblante de la morena se endureció debido al acercamiento de la chica. Y, ahora ¿qué?
- Agradezco vuestra gentileza pero Marta y África están para ello.- replicó Natalia sosteniendo de la cintura a Julia.
Alba quedose mirando a la morena y asintió suavemente. "Están para ello". Alejó de su mente todos aquellos pensamientos que osaban agolparse dentro de sí. Están, como si fuera su deber...
Después de aquel intercambio de preguntas hace unas horas con la rubia con respecto a Carlos III, Natalia no había dirigido palabra alguna a Alba en casi toda la noche, hasta que después de un par de botijas vacías y mucho vino bebido, la morena había cogido el laúd sorprendiendo a todos.
Con la elegancia que la caracterizaba empezó a soltar una armonía con típicas referencias angoleñas. ¿Cómo sabía aquello? ¿Cómo lo hacía? No lo entendía pero el sonido de las palmas poco a poco se fueron acrecentando en dicho lugar. Famous hacia sonidos con sus manos sobre la mesa, intentando seguir el ritmo que marcaba la marquesita.
- Pa' bailar conmigo riñones hay que tener.- comenzó a cantar la mujer que les había abierto la puerta dudosa y con mala cara, ahora guardaba una pequeña sonrisa tras el preludio de la morena. Levantose esta de la mesa donde hace poco permanecía sentada, y contorneó la cintura, hizo una señal con las manos para que los demás se aproximaran a bailar.- Ven acércate si te atreves qué esperas pues, pa' bailar conmigo riñones hay que tener.
Acercose la gente hacia el centro de aquel callejón y se pusieron manos a la obra para seguir el ritmo que Natalia marcaba. Alba, Marta y Maria contagiadas de aquella tertulia, no dudaron en intentar moverse como las demás. Durose aquella pieza alrededor de 10 minutos.
La futura Marquesa se había abstraído tanto del lugar donde se encontraba que cuando púsose en contexto, un sonrojo abordó su rostro. Silbidos y vítores se oyeron, no tuvo más que reverenciar y agradecer. Habían sido sin duda, los mejores 10 minutos de su vida. Inflose el pecho con todo el aire que pudo e hizo una mueca de alegría. Alba, no desaprovechó la oportunidad al notar las murallas de la mujer bajas y nuevamente arreó su cuerpo hacia ella.
- ¡Es increíble lo que vuestra merced acaba de hacer! Su tutor de musica deberá estar orgulloso.- habló mientras se sentaba a su lado. La morena se sonrojó una vez más. No volveré a beber más vino, pensó.
- Sus palabras me llenan de alegría pero siento decepcionar a vuestra merced. No poseo un tutor.
- Pero, lo que acaba de hacer...
- Apenas posamos nuestros cuerpos alrededor de esta mesa, seguí con la mirada el movimiento de trastos que hacía aquel hombre con el laúd.- señaló disimuladamente al causante.
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olvídate de mí
Fiction Historique1775. En el primer navío de la mañana que zarpó de Cádiz para el Callao vínose Alba Martínez del Monte Reche, hija primera del Conde de Elche, escapando de su infortunio y la necedad de su progenitor.