Parte 19: Portada de Monserrate

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Portada de Monserrate, mediados de marzo de 1776

—¿Qué hacemos aquí, Marilia? —pregunté por cuarta vez mientras caminaba de un lado a otro.

—No recordaba que sumercé fuera tan impaciente. —sonrió la rizada levemente, hará una zanja de tanto ir y venir. —Quisiera informarle de unos cuantos asuntos un poco delicados.

—Esto podríamos haberlo discutido en la pulpería a la hora de siempre. —exclamé molesta por haber tenido que retirarme en medio de mi conversación con Natalia.

—Empezaré por lo más leve, sumercé me lo agradecerá.

Agacharon levemente la cabeza al ver llegar hacia la portada de Monserrate a un pelotón de soldados, alejaronse cerca a un grupo de rosales que crecían alrededor de aquella entrada intentando no levantar la atención.


—En dos días entraremos a La Gaceta. —afirmó en voz baja, pero concisa— Lamento las incomodidades que le causaremos al prometido de su amiga, pero no perderemos más tiempo.

—Me tiene sin cuidado su prometido. —soltó aún con recelo por la noticia, tendría que esperar hasta el domingo para poder preguntarle a Natalia al respecto. Prometido, menudo asco. —¿A qué hora debemos encontrarnos el sábado?

—Sumercé no irá. —no dio tiempo la rizada a la réplica de la rubia y siguió: — Primero, he de terminar todos los puntos que debo anunciarle y luego, tomará una decisión.

—Prosiga. —espetó Alba cruzando los brazos mientras el movimiento de uno de sus pies empezaba un vaivén constante.

—Quiero que lo tome con calma.—empezó a hablar pero al rubia solo asintió con ansias—.Sus padres arribarán los próximos días para asistir al matrimonio de su amiga, Natalia. —Ni bien terminó de decirlo, cogió la mano de Alba y acercose un par de pasos más.


Los ojos de la rubia tardaronse menos que nada en inundarse y un temblor remeció su cuerpo hasta el punto de hacer flaquear sus piernas llevándola hasta la hierba verde que crecía alrededor de los rosales. Ellos aquí... 

Marilia quien no la había soltado, bajó con ella envolviendola con sus brazos. El sollozo empeoró y la rizada acarició la espalda de la más pequeña con una de sus manos. Ellos en Lima...

Alba cogió el manto que portaba su acompañante a la altura del pecho y lo estrujo tan fuerte como pudo, comenzó a negar rápidamente como quien cree que está en medio de una pesadilla. Me llevarán con ellos...

—Tenía que darle esta noticia fuera de las murallas. —susurró Marilia con pesadumbre. Alba no se merece sufrir por estas cosas...

—Sa-Sabe si... también viene...—preguntó con miedo.

—No. —contestó inmediata—Y, créame que ni bien se atreviera a pisar esta ciudad no demorarían en hallar su cuerpo flotando en las aguas de este río. —dijo duramente mientras apretaba el cuerpo de la más pequeña al suyo para calmar el leve temblor que aún guardaba consigo.

—N-No sé si sería lo a-de... adecuado. —soltó a pesar de los hipidos que le imposibilitaban hablar con claridad. Alba alzó la mirada hacia el lejano camino rumbo al puerto del Callao que desde donde yacían sentadas se podía distinguir. Mis padres cruzarán ese camino pronto.

— Mi pueblo se regía en tres principios: Ama Sua, Ama llulla y Ama quella. —empezó a narrar mientras la rubia poco a poco atendía a la explicación. — En castellano significa no seas ladrón, no seas mentiroso y no seas flojo. Si faltabas a esto podias recibir azotes, exilios, te enterraban vivo, desollamiento, mutilaciones, trabajos forzosos y la más común, la pena de muerte. —la miró y con sus dedos empezó a enumerar. —La cual se ejecutaba en caso de homicidio, incesto, cobardía en guerra, violaciones, brujería y soborno.

olvídate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora