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Chanyeol

— Y...aquí está la cocina.— Dijo el vendedor con una radiante sonrisa. Chanyeol miraba a su alrededor, completamente satisfecho, por el elevado precio y la zona se sentía satisfecho, el departamento estaba muy grande, con tonos negros y rojos, algunos grises, la madera de los muebles era obscura. La gran ventana daba directo hacia la ciudad activa.

— ¿Entonces?, ¿Se ha decidido, señor Park?. —

Chanyeol suspiró colocando ambas de sus manos en su propia cintura.

— Lo quiero, sí. —

El vendedor sonrió en grande.

— Increíble. No se arrepentirá.—

Chanyeol lo miró con seriedad, el vendedor anotaba algo en su libreta.

— Por favor, acompáñeme a la oficina para realizar todos los trámites y terminar la compra.—

Los dos salieron de la propiedad, bajando por el elevador y llegando al último piso, el guardia de la entrada se mantenía firme cumpliendo con su trabajo. Los zapatos de las personas que pasaban por ahí junto con la de ellos mismos se lograban oír.

Pasaron al menos veinte o treinta largos minutos, firmando papeles, colocando huellas y entre charlas cortas. Chanyeol pagó, el vendedor le entregó las llaves, diciéndole que el departamento era suyo.

Chanyeol se sentía un poco más motivado, alejarse de su hermano sin duda lo ayudaría a despejar su mente, a vivir su vida como se le pegara la gana, hacer y deshacer, tantos años ocultando su verdadera personalidad, tantos años intentando ser alguien que no era sólo para darle gusto a su queridísimo hermano mayor.

Había sido un día bastante pesado para el más alto, entre la compra de su nuevo departamento y la compra de su auto, después el pedido de los muebles y demás, si no fuera por su escandalosa ropa, por su mala fama y su mala cara, además de su mal oficio, parecería un adulto responsable y buen ciudadano dispuesto a independizarse y vivir feliz.

Sehun no tenía tantos pensamientos negativos respecto a su hermano menor, él muy en el fondo tenía un gramo de esperanza, soñaba con ver a su hermano trabajando honradamente, viviendo sólo, tal vez con una mujer dos años menor que él, casado y quizá con dos lindos niños. Nisiquiera le pasaba por la cabeza que Chanyeol no quería a ningún niño rompiendo sus cosas, mucho menos tener que soportar los berrinches. Nada de cuidar los dramas de una mujer embarazada. Chanyeol era distinto, no le iban las historias de amor, no le iban los poemas o las cursilerías. Chanyeol no era así.

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                                        Sehun

Sehun estaba totalmente perdido dentro de su felicidad, se sentía orgulloso de sí mismo y casi podría jurar que se daría aplausos a sí mismo.

— ¿Entonces?, ¿Acepta?.—  dijo el hombre mayor que se encontraba con él dentro de su oficina.

Un hombre de por lo menos 40 años con lentes, un poco gordo y con barba.

— Por supuesto, sí, sí. Será un completo placer.— Sehun habló con entusiasmo, levantándose de su asiento y estrechando la mano del hombre, quien sonreía agradecido.

— Le prometo que mis muchachos estarán agradecidos con su presencia, será un honor que un hombre como usted les muestre un poco sobre el orden dentro de un comercio tan grande como el suyo. Siendo usted...el jefe, el dueño, no existe mejor persona.—

Miel y galletas - Chanbaek. (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora