Capítulo 19

1.3K 139 40
                                    

Dicen que la distancia es el olvido


No sé qué sentir. Me la paso prácticamente en todas mis clases recostada sobre mi pupitre.

Mark no para de preguntarme que es lo que me pasa cada vez que puede.

Frank todo lo contrario, guarda silencio porque él ya lo sabe.

Al llegar la hora del almuerzo les digo que me voy a casa porque me siento fatal. No es una mentira. Estoy desecha.

—Yo me voy contigo, Frank llévate el carro de Vania ó el mío. Nosotros nos vamos.

—Lo siento, no aprobé el examen de conducir. Te toca llevarme. A la salida podemos pasar a verla. ¡Déjala descansar y no seas tan intenso Bro!

Se que mi amigo me esta cubriendo, él sabe a donde voy, porque si yo estuviera enferma de verdad, aunque él no sepa conducir, me llevaría a casa sobre su espalda.

—No, te pago el taxi. Jamás voy a permitir que mi novia se vaya sola en ese estado.

—Mark, en serio me quiero ir a descansar, seguramente Marina ya está en casa y cuidará de mi. No te preocupes, te llamo cuando despierte.

La verdad es que si quiero estar sola. Pero antes tengo que hablar con Pohl. Por mucho que hayan cambiado las cosas entre nosotros, antes que nada somos amigos.

—Me voy.

Con determinación tomo mis cosas y con Mark pisándome los talones me dirijo a coordinación para solicitar el permiso para salir antes de tiempo.

----------------------------

Luego de haber inventado un malestar mestrual, conseguí mi boleto a la libertad y tal como imagine a Mark lo mandaron de regreso al salón. "Pobrecito mi Mark"
Sé que no merece que le oculte estas cosas y por eso hablaré con él cuando regrese a casa.

Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no me di cuenta a que hora llegue a casa de Aiden. Su camioneta esta afuera y eso significa que se encuentra aquí. Me bajo con el estomago revuelto a causa de mis nervios y soltando el aire contenido toco a su puerta.

Un señor de mediada edad, (por cierto bastante guapo) me abre al instante. Se parece a Pohl, pero en versión "sugar daddy."

—Buen día señor, ¿Se encuentra Aiden? —Asiente con la cabeza y ni siquiera me pregunta quién soy, tampoco me invita a pasar. (¡Qué pesado!) él solo lo llama gritando un: "¡Te busca una chica!". Y desaparece de la puerta.

Pasan un par de minutos y Pohl aparece poniéndose una camiseta blanca. Cuando me ve, no puede disimular la sorpresa e inmediatamente sale y me toma del brazo para encaminarme hacia mi auto, alejándome de la casa con mucha prisa.

—¿Qué haces aquí, no deberías estar en la escuela?

Está tan nervioso que no lo reconozco, nunca lo había visto así. Él mira a cada momento hacia su casa, como si esperara que en algún momento alguien pudiera salir de ahí para hacernos daño.

—Vine a decir adiós, escuche en la escuela que regresas con tu madre a vivir en Alaska. ¿Tú... No pensabas despedirte de tu mejor amiga?

Ruptura del Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora