Capítulo 38

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Sanando Rupturas



Dos días tengo de estar en mi cuarto, paso la mayor parte del tiempo llorando ó dormida. La realidad pega tan duro que siento que estoy muerta en vida, porque esta vez es diferente, esta vez, fui yo la que decidió terminarlo todo y me conozco tanto que sé que no podré retractarme aunque él venga arrastrándose a pedirme una oportunidad. No soporto que haya sido tan cobarde y aceptara las imposiciones de su padre y peor aún que èl pensara que yo también lo haría.

Yo que llegue a pensar en renunciar a mi vida, a mis sueños por ir a donde él me lo pidiera, pero juntos, no como algo que él tenía que ocultarle a todos.

¿Quién renuncia al amor verdadero por algo tan vano como el dinero? ¡Ah si, alguien que no te ama!

Tocan a la puerta y me hago la dormida para no hablar con nadie. Aveces entra Grace, Frank, Vero y hasta Oscar. Siempre me dejan algo de comer y beber. Soy muy afortunada, porque la vida no me brindo una familia de sangre, pero si verdaderos amigos desde que tengo memoria.

—Pequeña tienes que comer algo.

—No me digas así Verónica, lo detesto, ya sabes que él me decía así.

—¡Vania ya! —Me grita quitándome el cobertor —¡Levántate carajo, que me partes el alma y odio más a ese hijo de puta!

—Solo este día Vero, solo hoy déjame sanar mis heridas y yo te prometo que mañana yo hasta me voy a cambiar el nombre; Pero hoy quiero llorar y gritar, porque me duele el alma con todo. Mi amor me cambio por un maldito acuerdo de negocios, me hubiera dolido menos que fuera por una mujer te lo juro, pero esto no lo acepto. Es un desgraciado, un hijo de papá y mamá que no sabe lo que es luchar por lo que uno más quiere en la vida, y duele más entender que yo no era lo más importante, por mas que él me lo jurara.

«Solo hoy quiero recordar su risa, sus hermosos ojos, sus manos, sus besos, su piel, su olor. Todo Vero, todo... Amo todo de él con toda mi alma.»

Mi amiga me abraza y yo no puedo ni respirar por tanto llorar, me duele, juro por Dios que duele físicamente no solo adentro. Me duele el pecho, la cabeza, el dolor es total y viene de adentro hacia afuera.

Grace entra y enciende la luz de mi cuarto y el dolor punzante en mis sienes es insoportable.

—Corazón, tu necesitas medicina para el alma.

—¿Me vas a traer a Keanu?

—No esa es para el coño. Yo traigo tequila.

—Sabes que no bebo ni cerveza y mucho menos tequila.

—Linda, ya te viste en un espejo, pareces un espíritu chocarrero.

—¿Qué es eso? —Dice verónica frunciendo el ceño.

—Cosas que decía mi abuela. Pero en serio esta niña necesita muchas margaritas y música de: "¡Vete a la mierda Pohl!"

Sonrió por el comentario y ellas se ponen felices de ver que deje de llorar.

—Vale, ¿Y que música es esa que vas a poner para que yo beba tequila y lo mande al miércoles?

—Mierda Vania, se dice a la mierda, siempre suavizas las palabrotas y las cambias.

—Es que lo hago sin pensar, en serio. Yo tengo que estar realmente muy perra para decir maldiciones.

Ruptura del Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora