Capítulo 30

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    El amor es amor como venga

—¿Se puede puede amar y odiar al mismo tiempo?

—No Vania, solo puedes amar y tal vez esa persona haga cosas que no te gusten —Me dice Grace.

—¿Cómo Oscar paseando en bóxer por la cocina? Digo... No es que me moleste —dice Verónica.

Mis amigas, Frank y yo, estamos en una especie de pijamada mirando películas y comiendo pizza. Ellos se han reunido para darme apoyo moral.

He pasado la mayor parte del día en cama hecha un desastre, tratando de olvidar todas las cosas que Pohl me dijo; Pero mis amigos casi me arrastraron fuera, para darme un baño y salir del cuarto para que me distraiga.

—¿Qué alguien me explique, porque hacemos esta pijamada con un chico incluido? —dice Vero.

—Porque es mi mejor amigo y organiza las mejores pijamadas.

Frank ha comprado todo tipo de comida chatarra, helados y dulces para pasar la noche. No se que haría sin él, no necesito decirle cómo me siento para adivinar que estoy a punto de perderme en la desesperación.

—Te apuesto que el novio es el asesino.

—Yo digo que la abuelita.

Todas volteamos a ver asustadas a mi amigo que se está llenando la boca de palomitas.

—¡Dios chicos, que desastre! —les digo poniéndome de pie.

Comienzo a recoger el tiradero de envoltorios de dulces, chocolates, nachos y demás. De repente todos pegan un grito.

—¡¿Qué?! —preguntó asustada mirando hacia la película, luego volteo a verlos extrañada, la escena es sobre besos y no entiendo porque están tan aterrados y arriba de los sillones.

—¡Una cucaracha! —dice Grace.

—¡Mátala Frank! —le dice Verónica.

—¡¿Qué?! Estas loca mujer, yo le tengo pánico a esas bestias del mal. Vania es la que tiene complejo de cazadora, no le tiene miedo a las arañas, cucarachas o cualquier bicho.

Me río a carcajadas por su comentario. Frank tiene razón, siempre soy la encargada de matar a los bichos, no entiendo porque no me dan miedo, en cambio las cucarachas y moscas me dan un asco terrible, pero igual, siempre termino aplastandolas.

—Todos son unos llorones, esa cucaracha está aquí a causa de su chiquero.

La muy inmunda se encuentra tranquilamente sobre la pared, cerca de la puerta principal. Me acerco muy lentamente con una de mis sandalias en la mano y cuando estoy a punto de estamparla, hace algo que no me esperaba. Ella vuela hacia mis amigos y los hace gritar como niñas, yo también grito y salgo disparada hacia afuera del apartamento.

—¡Auxilio! Gritan los tres.

Reaccionó cuando escucho sus gritos y luego vuelvo a entrar en busca de la asquerosa intrusa. En mi casa no se queda.

—¡Ahí está! Dice Frank.

Yo voy corriendo a la cocina y agarro la escoba que está detrás de la puerta y con arma en mano, atacó a la invasora y la mato.

Ruptura del Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora