La atracción entre nosotros fue inmediata, tan solo te vi entrar por aquella puerta y quede hipnotizado por tu belleza y por tu forma de ser.
Pero yo era un idiota en ese momento.
Tu cuerpo era una tentación para mi, jamás había sentido esto por otra mujer, tú definitivamente eres diferente a las demás.
Me acerque a ti con la sola intención de seducirte, de poder llevarte a mi cama y explorar cada espacio de tu cuerpo y de tu piel, pero te advirtieron de mi.
Johnny te dijo que debías de cuidarte de mi y así lo hiciste, y no es por ser egolatra, pero no podrías resistir mucho tiempo a mi.
Cada ves que te vía bailar algo en mi se encendía y quería ir a tomarte y demostrarle a los demás que eras solo mía, y que yo era el único en poder domar aquella personalidad tan recia que tenías.
No fue hasta aquella noche, esa noche ambos terminamos muy tomados en la fiesta, ni siquiera nos importo terminar haciéndolo en un baño de la empresa.
Probamos el uno del otro hasta que nos cansamos, jamás podrás ver una marca tan roja en tu cuello y en el resto de tu cuerpo, como jamás podre olvidarme de cada uno de tus gemidos que querían solo ocultar mi nombre. Sé que querías gritar mi nombre pero tu orgullo no te dejaba, como yo sabía que era la única que vez que te tendría así, lo deje pasar.
Al despertar no pude sentirme mejor de tenerte entre mis brazos, te veías tan linda que no pude evitar tomarte una foto mientras estabas recostada en mi pecho. Fue una de las mejores sensaciones de la vida.
Pero como ya dije, era un idiota, así que te deje ahí tirada y me fui con una gran sonrisa en la cara.
Le presumí a todo el mundo lo que hice, les dije a todos que una noche antes estuviste entre mis brazos a más no poder. Y todo me alabaron, excepto Johnny. Fui un tonto al no tomar le importancia en ese momento.
No me querías ver, no entendía por qué, para ambas había sido una de las mejores noches de nuestras vidas. En ese entonces pensaba que deberías de sentirte afortunada al haber estado conmigo, cuando el afortunado fui yo.
Los meses siguientes me la viví tratando de convencerte de que volvieras a estar conmigo, hasta los chicos dijeron que jamás me habían visto así por alguien, pero es que ninguno de ellos lo comprendía, aquella noche fue mágica.
Fueron tres meses en los que solo jugabas conmigo, fue tortuoso pero maravilloso al mismo tiempo.
Me besabas en medio de nuestros ensayos privados, pero no era un beso normal, era un beso desesperado y con ganas de más, siempre me dejabas con ganas de más.
Sé que provocabas más, te encantaba hacer aquellos, y a mi también me encantaba.
O todas las veces que me dejabas besos en el cuello y te ibas de la nada, como si nada de eso fuera peligroso para mi.
Pero valió la pena cuando meses después logré que me aceptaras una cita, fue maravillo darme cuenta de que no eras solo unas bonitas piernas y un cuerpo hermoso.
Lo malo es que esa noche, al igual que muchas otras, la calentura me gano, terminamos en tu departamento haciendolo hasta que me dijiste que era hora de irme. Tus palabras fueron "Prefiero verte irte que despertar sola sin saber nada".
En ese momento no me sentía tan idiota.
Y los meses y nuestras citas y nuestra relación, si es que teníamos una, se convirtió en eso, en salir a cualquier lugar random y terminar teniendo sexo en tu departamento o en el mío.
Lo disfrute no sabes cuanto lo hice, disfrutaba de tus caricias como jamás había disfrutado las de alguien antes, me ponía demasiado saber que era el único que te tenía de esa forma.
Me fui haciendo más dependiente de ti cada vez más, sin darme cuenta estaba cayendo en ti y no me importaba hacerlo.
Hasta que alguien le puso nombre a lo que sentía, me dijeron que se llamaba amor, que era hermoso pero muy doloroso. Y yo no quería pensar en todas esas cosas.
Fue un día teniendo sexo que me dijiste que me amabas, tú también creías que lo que había entre nosotros era algo formal, pero yo no lo veía así, en medio de aquella maravillosa noche te deje en tu departamento, tomé mis cosas y me fui. Después de que me dijeras tan hermosas palabras.
Te vite toda una semana, hasta que te encontré y te dije lo más imbécil que se me ocurrió. "¿Cuánto podemos volver a repetir una de nuestras noche?"
Aún recuerda el sonido de tu mano al estamparse contra mi mejilla, debo admitir que lo merecía.
Me dejaste ahí parado, trate de no darle importancia.
Trate de ignorar todo lo que sentía cuando te veía, eran tantas cosas que sentía que me consumirían si no las sacaba pronto.
Así que un día te cité, después de pensarlo mucho me di cuenta de que valía la pena enamorase siempre y cuando fuera de ti.
Te dije todo lo que sentía por ti, jamás le mostré de una forma tan pura a alguien mi corazón, pero tus palabras fueron que ya no creerías más en mis mentiras y que me olvidara de tenerte entre mis sábanas. Además de agregar que estabas saliendo con alguien.
Jamás en mi vida me había sentido celoso, hasta que te escuche hablar maravillas con las chicas de Red Velvet sobre Eunwoo.
Te necesitaba, sabía que había sido un maldito por la forma en la que te trate pero te necesitaba conmigo, saber que sentías lo mismo que yo por ti pero por otra persona me destrozaba.
Así que no pensé mucho las cosas, en una fiesta de la empresa sucedió de nuevo.
Fuiste mía otra vez, no sabes como lo disfrute, pero esta vez fue aún más especial pues cada acto que hice fue con amor y no por la excitación del momento, me entregue a ti de la manera más pura y noble que conocía.
Al día siguiente despertaste después que yo, en mi departamento y entre mis brazos, esperé que de abrazaras más a mi o que me golpearás pero jamás espere que te rompieras a llorar. Repetías una y otra vez que eras la peor persona del mundo.
Y no importó lo que dijera, te sentías peor cada vez que hablaba, habías roto con la confianza de Eunwoo, decías que él no merecía ser trata así y en mi crecían cada vez más las ganas de querer golpearlo por poder tenerte y yo no.
Aproveché la situación y a cada oportunidad que tenía te recordaba que él debía saber la verdad acerca de lo que había pasado entre nosotros dos. Era mi única oportunidad para recuperarte.
No esperé que él estuviera tan enamorado como yo, como para perdonarte algo como eso.
Y te quedaste a su lado, rompiste con cada uno de los lazos que nos reunían.
Y yo moría lentamente a diario con la sola idea de que alguien más te trataba como yo jamás pude tratarte, todo por temer al amor.
Y nada de lo que pasó me rompió más el corazón como que hace dos semanas me dieras una invitación para tu boda.
Pues aún después de dos años no he dejado de amarte como el primer día.