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Samuel dejó caer el pequeño bolso junto a la puerta, y estiró los brazos hacia arriba, escuchando su espalda crujir al hacerlo, estaba tan cansado que metió la bolsa de comida china en la refrigeradora. Había tenido una noche tan horrible que ni siquiera se le abría el apetito.

Al iniciar su turno, un niño le había coloreado el uniforme con algún tipo de rotulador permanente, que no sabía como iba a quitar; luego una mujer, tan drogada que ni siquiera sabía su nombre, lo había golpeado en la cabeza con algo.

Arrastró los pies hasta su habitación, con pesadez, siempre odiaba el turno de la noche, porque trabajar de enfermero en urgencias era cansado, pero durante las noches, era casi inhumanamente imposible.

Se dejó caer sobre la cama, y se quitó los zapatos con las puntas de los pies, sentía el cuerpo entumecido y los párpados cerrándose por si solos.

Y esa noche, en mitad de sus sueños, imaginó que tenía alguien con quien compartir aquel departamento, alguien que lo esperara al volver.

Necesitaba una mascota.

Vet // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora