1. Lo que guarda la tormenta

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PRÓLOGO

Cuando ella nació, nadie se esperó que sobreviviera porque las probabilidades de los médicos era la muerte prematura tal vez por el sistema inmunológico. La niña que venía con complicaciones desde el vientre en embarazo de su madre había salido a la luz en medio de una tormenta.

Aquella aparente sana bebé había heredado el físico de su madre y por el llanto el fuerte de su padre. Ese día de extraña lluvia, Juliana Vega había agradecido a sus ancestros volver a tener en sus brazos a una niña a la que protegería inclusive con su propia vida.

— Mira a nuestra hija, Roberto. —Dijo la rubia de ojos extrañamente verdes: —Es tan hermosa.

Roberto, un nativo de Sur América al cual todos se preguntaban qué era lo que había visto una gringa de alcurnia en él, ayudó a acomodar a la bebé en los brazos de su madre.

—Lo sé. — Besó el frente de la nueva madre por tercera vez y le sonrió con todo el amor del mundo: —Es igual de hermosa que tú.

De repente los ojos cansados de la mujer tras el parto miraron preocupados al hombre de fuerte complexión.

— Prométeme que no vamos a dejar que nuestra naturaleza le afecte.

Roberto Vega la miró con igual preocupación.

—No podemos ocultar nada ante nuestra hija.

—Lo sé.

—No quiero que le pase lo mismo que a nuestra Emilia. —Ella lloró, beso la frente de la nueva nena y su mirada de regreso a su esposo reveló nuevas preocupaciones. —Volvimos de Colombia huyendo y ahora enfrentamos nuevos riesgos.

—No será así. —Roberto beso a su esposa, sus ojos dorados revelaron una promesa que tampoco dejaría por nada: —Voy a velar por todos ustedes, no les va faltar nada y su seguridad será todo en mi vida.

—No es suficiente, Roberto.

Roberto le dio un besamanos a su amada esposa. —No pasará nada, Tristán heredará todo y nuestra hija estará a salvo.

Ella pareció encontrar por fin la calma ante su preocupación inminente y sonrió. — ¿Esta aquí nuestro Tristán?

Roberto negó ante la pregunta. —Se quedó con María porque aquí son estrictos con el cuidado de los recién nacidos.

Ella miró con amor a su pareja de vida y sonrió: —Que lastima que se perdiera el nacimiento de su hermanita.

—Nuestro hijo prometió que cuidaría a su hermana cuando la lleváramos a casa.

Juliana suspiró y amamantó a la creatura, en tiempos anteriores su familia por línea materna hubiese celebrado con oro el nacimiento de una nueva fémina. Pero esa idea no le dolió, lo que le lastimó en el corazón fue que su familia no le apoyara.

No había nada más importante que hacer las cosas por amor y por la familia. Salir de una familia con graves complejos nunca había sido tan genial en su vida, Juliana abandonó todo por tener lo que tenía ahora, una familia amorosa.

De eso no se arrepentiría nunca porque aún con las barreras del idioma, las naciones y las leyes de la naturaleza Roberto resultó ser todo lo que ella esperaba de una pareja. El hombre provenía de una tribu indígena, tenía el contexto físico de un modelo exótico y una gran sabiduría que ella admiraba por encima de todo.

— ¿Sabes algo, Roberto?

— ¿Si, esposa de mi corazón?

Ella sonrió. —Te amo.

SERIE RAZAS ANTIGUAS I: La Promesa del Rey Oscuro. *FINALIZADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora