1

818 70 1
                                    

La noche era tan oscura que nadie podía verlo salir de su camioneta con aquel cuerpo en su hombro.

Tiro el cuerpo al piso y Llevó a la mujer a su habitación arrastrandola por el piso mal hecho de cemento, haciendo que con cada movimiento que haga, un pedazo de piel de la mujer quede impregnado y deje un hilo rojo de sangre en todo su recorrido.

Llegó a su habitación y la alzó sobre la cama, aún inconsciente.

Fue hacia uno de sus cajones trajo un par de medias y unos condones.

Se acercó a la mujer arrancandole la ropa haciendo que varias marcas rojas sean visibles en aquella penumbra que ingresaba por la ventana, haciendo que él tenga una excelente vista de su víctima.

Vio a la mujer abriendo los ojos y gimiendo de dolor así que la volteó poniéndola boca arriba, le metió en la boca aquellas medias, con una sonrisa macabra.

La mujer empezó a llorar viendo como aquel hombre se ponía el condón.

Abrió las piernas de la mujer viendo como se veía tan débil. Realmente le excitaba tener a personas que intentaban hacerlo sentir inferior en situaciones como esta.

Minho cerró los ojos, odiaba llegar a esta parte de la historia así que se puso sus auriculares poniendo en el volumen más elevado, quería terminar esa historia pero no quería pensar en lo que hizo ese hombre.

Estuvo unos quince minutos escribiendo esa horrible escena sexual que había cometido, pero paró su música y presto atención a lo que debía de escribir ahora.

Los cuerpos inertes y sin vida pesaban mucho más, pensó el asesino.

Aquella mujer ya había perdido todo rastro de vida hace un momento, luego de que la violara y la degollara con un cuchillo tipo carnicero para finalizar con su orgasmo.

La fotografió y luego de revelar la imagen y colgarla en su habitación, tomó un de las herramientas que tenía en una mesa oxidada para luego afilarla.

En su mesa solo habían tijeras, pinzas, y serruchos todos de distintos tamaños pero sólo un cuchillo, aquel de tipo carnicero que utilizó para degollar a la mujer.

Tomó una de las pinzas y la coloco en la boca de la mujer. Jaló de un solo golpe hacia abajo haciendo que la sangre saliera con demasiada presión, pues había roto algún hueso, pero no le importó. Después de todo, necesitaba quitarle por lo menos siete dientes para entregarlos a su familia luego de cierto tiempo.

Odiaba que lo tratarán como sirviente, y aquella familia lo había hecho, en especial la mujer por eso le enviaría los dientes y la lengua, a aquella familia para que entiendan aquel mensaje.

Minho paró de escribir... Su mano empezaba a temblar por la atrocidad del hombre.

Nadie le creería, si él dijera que cada libro que escribía, lo terminaba en una semana, pues cada momento atroz en sus libros, lo escribía en una noche de insomnia. Lo único que tardaba en escribir, era la trama y el final de cada escena historia.

Leyó todo lo que escribió y pensó.

¿Por qué le quita siete dientes? ¿No le bastaba con la lengua?

Sabía que la respuesta siempre sería "NO" porque en realidad eso no era todo lo que hacía aquel asesino.

¿Qué le había hecho aquella mujer?

Nunca sabía la respuesta a esa pregunta. Minho había escrito ya tres libros con el mismo asesino pero nunca podía ver en sus sueños, más haya que solo el acto de asesinato.

Cada homicidio que aquel hombre cometía, no terminaba hasta despedazar a sus víctimas y quitarles la piel para luego guardar cada pedazo de cuerpo en congeladores.

¿Qué hacía con aquellos pedazos?, se preguntó Minho. Pues cada vez que dormía y soñaba, el asesino hacía lo mismo, y siempre aquel congelador estaba vacío, en el momento en que metia el cuerpo de una víctima.

Minho tenía un problema. Por lo menos una vez al mes soñaba con el mismo asesino pero con distintas víctimas. Odiaba despertar sudado de aquellos sueños horribles pero no podía lidiar de ninguna manera ante ello.

¿Había ido a varios terapeutas y psicólogos? Sí, ya que a veces sentía que estaba en la piel de aquel criminal realmente. En el sueño, Minho era un observador, y también era el perpetuador de aquellos horribles actos. Pues al ver al hombre asesinar, podía verle el rostro pero era su rostro. El hombre que asesinaba tan cruelmente, era él. Era por eso que creía que cada sueño que tenía era porque muy en el fondo de su alma, quería hacerlo.

Pero fuera de aquellos sueños tan horribles, ese no era Minho.

Minho era el escritor atractivo y joven que soñaba con escribir romance en realidad. Estudiaba Filosofía y Letras solo para escribir ese género pero no podía hacerlo. Su mente se nublaba cada vez que intentaba escribir romance por lo que para cada libro, en la que incluía una escena de romance o pasión, necesitaba llamar a su compañero de universidad Bang Chan. Aquel chico rubio que era conocido por cambiar de novia cada semana, el chico que fue compañero de departamento de Minho, quien a veces lo encontraba en plena acción con alguna novia, razón por la que decidió mudarse.

Chan era descarado hasta por la punta de la lengua pero era excelente escribiendo romance.

Minho lo envidiaba, a veces, porque él creía que la única razón por la que no podía escribir romance era su falta de experiencia.

En algún momento en la universidad intentó ser como Chan pero cada vez que llegaba a tocar o besar a alguna chica, Minho veía a la chica pero muerta. Una escena para nada agradable.

No podía estar bien pero todos los especialistas a los que llegó a ir, le habían dicho que "era normal pues era escritor". Decían que debía de tomarse un tiempo de descanso pero le era imposible, ya que temía tener aquellas pesadillas.

Sacó su móvil y marcó el numero de su mejor amigo, Jisung.

- Minho- contestó aquel chico de las mejillas regordetas.
- ¿Puedes venir? -habló Minho.
- ¿Otra vez una nueva pesadilla? - dijo Jisung algo somnoliento- ¿sabes la hora que es?
- Si, lo siento- dijo Minho avergonzado.
- Iré cuando despierte, he llegado de la universidad hace tan solo dos horas, estoy muerto- dijo Jisung con los ojos cerrados.
- La universidad cierra a las 09:00 p.m, Jisung- dijo Minho con el ceño fruncido.
- Minho, existen chicos como yo que no solo van a la universidad para estudiar- dijo Jisung recordando el buen polvo que se había llevado.
- Eres un asqueroso, Jisung- dijo y vio la luz titilar- debo cortar, adiós- dijo dejando de lado su móvil.

Miró aquella computadora frente a él, suspiró y siguió escribiendo. No encontraría paz hasta terminar de escribir todo lo que ocurrió en sus sueños. Él lo sabía, así que no le quedaba más remedio que seguir con aquel sufrimiento de experimentar nuevamente ese sentimiento de culpa al escribir.

Era una imagen agradable para sus ojos ver la cantidad de sangre que bañan ahora sus manos con aquellos dientes y esa lengua. Las lavó en el fregadero y las metió a el congelador.

Tomó el serrucho y estiró la pierna de la mujer para dejarla en el suelo.

Sería una total molestia si es que la sangre ingresaba por su colchón favorito, pensó.









Escribiendo un homicidio (Lee Know/ Lee Minho) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora