𝘥𝘪𝘦𝘤𝘪𝘴𝘪𝘦𝘵𝘦.

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—que tranquilidad.— dije cerrando mis ojos cuando me apoyé contra el sofá que había en el borde de la piscina y metí mis pies al agua. estábamos paseando por el hotel y solo decidimos venir a sentarnos aquí. era noche, casi de madrugada, pero ninguno de los dos teníamos sueño y culpábamos de eso al jet lag. obviamente a estas horas no había nadie en la piscina, y tampoco podíamos meternos, por eso estábamos sentados en el borde solamente con nuestros pies dentro. el show de esta noche había sido muy bueno. había demasiada energía y las horas se me pasaron volando al estarlo disfrutando tanto. me sentía cansada, pero no había ninguna intención de dormir por parte de mi cuerpo. apostaba lo que fuera a que todos los demás estaba roncando en sus camas.

—¿crees que alguien nos diga algo por estar aquí?— me preguntó con calma, sin la necesidad de alzar mucho la voz. miré el agua mientras movía mis pies de adelante hacia atrás y negué.

—no creo.

—si alguien nos ve, te voy a tirar dentro de la piscina y me voy a ir corriendo.— bromeó mirándome de una forma seria, pero terminó riéndose junto conmigo.

—sé que no harías eso.— murmuré mirando sus ojos sin poder evitarlo. son muy lindos como para no hacerlo.

—¿y por qué no?— gira su cabeza para mirarme mejor, mientras apoya sus brazos en el borde.

—porque eres tan tonto que probablemente termines cayéndote en la piscina antes que yo.— me río de él, viendo como me mira ofendido.

—eso no es cierto.

—¿quieres apostar?— alcé una ceja.

—no.— me empujó por el hombro y casi me voy de boca a la piscina de no ser porque me sujeté. lo miré mal y se empezó a carcajear de una forma escandalosa.

—ruel no hagas tanto ruido, alguien te va a escuchar.— murmuré divertida, mirándolo y contagiándome de su risa.

—póntelos.— dijo pasándome mis converse. hizo lo mismo que yo —vamos.— tomó mi mano entre la suya y se levantó sin decir nada más. caminamos hasta la entrada del hotel y fruncí el ceño cuando lo vi abrir la puerta para salir.

—¿qué haces?— pregunté confundida, pero sin dejar de seguirlo.

—tengo hambre.— se encogió de hombros. lo miré incrédula y él me dio una sonrisa inocente.

—¿y no podías solo pedir algo?

—eso sería aburrido.

—si alguien nos mata va a ser por tu culpa.— negué caminando cerca suyo por las solitarias calles. había una que otra persona, y todo era iluminado por las luces de los locales de comida abiertos a esta hora.

—al menos vamos a morir comiendo.— respondió balanceando nuestras manos de adelante hacia atrás. negué con una sonrisa. si mamá supiera que estaba haciendo esto seguro me mataba. llegamos hasta un lugar donde venían comida rápida y pude ver a la chica que estaba en la caja quejarse en silencio cuando nos vio entrar. seguro nos odiaba ahora mismo.

pedimos nuestra comida y nos sentamos en una de las tantas mesas que estaban desocupadas. ruel atacó su hamburguesa con una mordida enorme.

—hasta parece que no comes.— me burlé metiendo unas cuantas papas fritas en mi boca.

—la comida siempre sabe mejor en la madrugada.— dijo con la boca llena de comida. negué divertida y subí mis pies al asiento para estar más cómoda. tomé una papa frita y se la lancé. cayó directo en su boca y me miró con una sonrisa. no pasamos mucho tiempo en el lugar; primero porque iban a cerrar y segundo porque ya debíamos volver. donde alguien se diera cuenta que no estábamos, y que habíamos salidos solos en la madrugada, les daba un infarto seguro.

𝐁𝐀𝐁𝐘, 𝐈'𝐌 𝐘𝐎𝐔𝐑𝐒    (𝐑𝐔𝐄𝐋 𝐕𝐀𝐍 𝐃𝐈𝐉𝐊)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora