Capítulo 83.

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Tobias.

El despertador que habíamos programado la noche anterior, comenzó a hacer su típico ruido desagradable. Resoplé, intentando ignorarlo, pero no era posible.

Tris escondió su cabeza en la almohada, con demasiada fuerza para mi gusto. Estiré el brazo por sobre la sábana y presioné el botón del aparato que lograba silenciarlo de una vez.

Abrí con cuidado mis ojos, pero en cuanto lo hice, el dolor de cabeza me arrasó como una ola. Me parecía una buena señal para seguir durmiendo.

Pero teníamos que ir a la inauguración de la nueva sede de Erudición, se lo habíamos prometido a Charlotte. Y además, éramos los líderes, teníamos que mostrarnos unidos sobre todo hoy, que anunciaríamos ante la ciudad a los nuevos líderes oficiales de Abnegación y Verdad.

—Hay que levantarnos. — anuncié Tris, aun con la cabeza hundida.

—Shhh... si no lo dices, no es real.

Me reí un poco, pero el gesto desapareció porque mi cabeza en serio me molestaba.

—¿Dónde tenemos las aspirinas?

—Se acabaron. — respondió ella con voz de queja. Miré un momento al techo, pero opté por cerrar mis ojos y respirar hondo.

Me iba a quedar dormido otra vez. La fuerza del sueño tiraba de mi cuerpo y...

sentí unos labios sobre mi mejilla y un brazo pasar por encima de mi pecho, abrazándome.

—Debemos ir por nuestros hijos. — susurró, aun con la voz cargada de cansancio. Abrí un poco los ojos y me encontré con su cabeza apoyada en el espacio entre mi hombro izquierdo y mi cuello, escondida ahí como si le brindara alguna especie de seguridad. — Nos vamos de fiesta, los dejamos con su abuela y queremos dormir todo el día: somos unos padres terribles.

—Mmm... — volví a cerrar los ojos.

Sus palabras me llevaron directo al recuerdo de mi conversación con Reachele sobre Evelyn, acerca de su poco interés con reintegrarse al sistema de facciones. No era un recuerdo con el que quería comenzar mi día. Mis padres y los dilemas que, sorprendentemente, seguían dándome no era algo que tenía que ocupar mi día. No debería ni siquiera tener que pensar en ellos, no cuando aquí en Osadía tenía a mi propia familia, la que formé yo por mi cuenta, alejada de sus problemas.

No me parecía justo nada de esto.

-Entonces, según parece - dije, abriendo los ojos. - tendremos que despertarnos de una vez.

Besé su frente, un gesto que la hizo abrir sus ojos y encontrarlos con los míos. Se incorporó hasta quedar con su mentón apoyado sobre sus dos manos, que estaban cruzadas sobre mi pecho. Nos quedamos mirando.

-Anoche fue... estupendo. Por decir lo menos. - dijo.

-Lo fue. - concedí y tras un segundo de miradas cómplices, su cuello se estiró hasta que logró unir sus labios a los míos.

- Entonces... - susurró ella muy cerca mío. - este día podría comenzar mejor de lo que esperaba hasta hace dos segundos.

-O podría no comenzar nunca. - respondí, volviendo a besarla. - Podría quedarme toda la mañana aquí contigo. Tal vez nadie lo notaría.

-Eres una pésima influencia.

Volví a besarla, con menos rodeos que antes. Sus labios recibieron los míos y comencé a acariciar su espalda, la suave piel de su columna. Su mano libre por mi pecho... y mi cuello... y mi cabello... asegurándose de que no nos fuera posible separarnos.

Amor Antes que Facción: Divergente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora