Capítulo 89.

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Tris.

Me desperté de golpe con la vocecita aguda de Lindsay entrando alegre por nuestra habitación:

—¡Es el día! ¡Es el día! ¡Es el día! — canturreó alegre.

Tobias se pasó una mano por su cara, intentando despertar.

—Lindsay, no grites. — pedí incorporándome para quedar sentada en la cama.

—Pero finalmente llegó el día. — insistió emocionada, acercándose a mí por mi lado de la cama. — Vamos, mami, hay que levantarnos. — dijo, tironeando mi brazo. — Alex no me hizo caso y hay que irnos ya.

Tobias, a mi lado, aún recostado y con sus ojos forzosamente cerrados, estiró su mano para ver el reloj de mano que había dejado, igual que siempre, sobre su mesa de noche.

—Hija, ¿ya viste la hora? — preguntó, mirándola.

—Las diez. — respondió ella, encogiéndose de hombros. Era tan particularmente mala mintiendo.

—Son las ocho.

Nuestra hija frunció el ceño.

—No es cierto.

—Es muy cierto. — le dijo Tobias. Sé lo mucho que le divierte llevarle la contraria a Lind, como si fuera una afición.

—No es...

—Hija. — la detuve antes de que comenzara a discutir y seguirle la corriente al inmaduro de su padre.— Son las ocho de la mañana y es sábado. Y con tu papá trabajamos hasta tarde anoche, ¿recuerdas?

—Sí. — respondió molesta, mirando el piso. — Es que he esperado mucho, ya no quiero esperar más.

—Dos horas más no parecen mucho, según lo veo.

—¡Es una eternidad! — se quejó, poniendo expresión de sufrimiento.

La quedé mirando, ahí de pie a mi lado de la cama, tirando de mi brazo y haciéndome ojitos, tan parecida a mí que incluso daba un poco de risa.

Por la puerta, unos pasos suaves y discretos se arrastraron hasta la habitación.

—¿Buenos días? — saludé, intentando captar la atención de Alex, que entraba y arrastraba los pies para subirse a nuestra cama, en medio de Tobias y de mí. Parecía un zombie y no estaba segura si realmente estaba despierto.

Cuando llegó a nuestra altura, se deslizó bajo las sábanas. Incluso Tobias, que seguía esmerándose por seguir durmiendo, lo miró arqueando las cejas.

—¿Alex? — preguntó mientras él abrazaba una almohada y cerraba sus ojos como si nada.

—Sese no puede despertarme si estoy aquí. — respondió, sin abrir los ojos y con voz cansada. Por encima, Tobias y yo nos miramos y comenzamos a reírnos.

—Bien. — suspiré, haciendo a un lado la ropa de cama encima mío y poniéndome de pie en medio de la sonrisa radiante y triunfal de mi hija. — Pero no puedes ir a buscar a Ivette hasta las once, ¿si? De seguro ella quiere dormir.

Amor Antes que Facción: Divergente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora