CAPÍTULO XII: AURIEL

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Eran las diez de la mañana y apenas estaba llegando a casa de mi madre, quien estaba sumida en la ansiedad, en el enojo y en la felicidad. Tres sentimientos opuestos que ella y muchas mujeres podían controlar sin volverse locas ni explotar.

―¿Dónde estabas, Nicholas Morgan? ―"Nicholas Morgan", eso significaba que estaba MUY enojada.

No sabía qué inventar. Tenía tanto sueño que no se me había ocurrido qué decirle en todo el trayecto.

Utiliza la culpa, Nicky...

―Mamá, tuve una noche pésima... ¿Podrías darme la copia de las llaves de mi casa? Prometo que hablaremos de esto en otra ocasión.

―¿Cuándo, Nicholas? ―me preguntó mientras me exploraba la mugre del rostro y mi ropaje negro y sospechoso.

―Hoy en la noche... ¿Podrías ir por Lindsey a la escuela?

―¿Irás a ver a esa mujer de nuevo?

Sí, ahora ella convertirá a tu hija en la víctima de tus actos. ¡Corre!

―Mamá...

―Llegaste aquí y no preguntaste por tu hija. ¿Qué está pasando contigo, Nicholas? ¿Ya no la quieres?

El escucharla decir eso hizo que mi sangre hirviera. Había asesinado a dos personas por Lindsey y casi perdía la vida a manos de un maniático castrador. Ella no estaba en posición de decirme eso sobre el ser que más amaba en la faz de la tierra.

Contrólate. Ella no sabe el nivel de amor que tienes por tu hija, Nicky. Vayámonos de aquí. Contacta a Cinthia.

Sí, debía controlarme, pero no podía irme así sin más. Necesitaba decirle a mi madre el error en el que estaba. Explotaba por hacerlo y, a diferencia de ella, yo no podía controlar tres sentimientos opuestos.

―Esta es la última vez que dices algo así, mamá ―le dije mientras le apuntaba con el dedo―. No tienes idea de cuánto amo a Lindsey y de lo que estoy dispuesto a hacer por ella...

Me di la vuelta y caminé a la puerta principal. Algo andaba mal en mí... ¿Por qué había actuado así con mi madre? Es decir, me había molestado lo que dijo, pero yo crucé la línea con la manera tan intimidante en la que me acerqué a ella.

¿Qué fue eso, Nicky? ―la voz en mi cabeza estaba igual de sorprendida y confundida que yo.

El sueño. Eso tenía que ser. Había pernoctado y estaba muriendo de sueño, lo que seguramente me ponía tan irritable.

Subí a la camioneta, tomé el celular y llamé a Cinthia. Era lunes y cabía la posibilidad de que no pudiera cuidar a Lindsey por la noche. Mi hija se estaba convirtiendo en su propio obstáculo para su salvación, pero lo solucionaría por ella y para ella.

* * *

Dormí alrededor de tres horas después de llegar a casa y ducharme. Escuchar la voz de Lindsey fue un estimulante muy grato que me llevó a espabilarme para pasar un momento con ella.

Me había dado cuenta de lo vulnerable que era en esta vida que había aceptado y que en cualquier momento, en cualquier descuido, podría perderla, lo que me llevaría a torturarme mientras pensaba en cómo pude abrazar, besar, platicar o jugar con mi hija por última vez. Había aprendido eso por las malas y hasta cierto punto lo agradecía, pues fue un aprendizaje tan significativo que debía convertirlo rápidamente en hábito, en especial porque esa noche mi vida peligraría de nuevo.

Tenía una cita con el Castrador.

―Cinthia, toma las llaves de mi camioneta. Iremos a comer. ―Era alentador ver en el rostro de Cinthia esa sonrisa de gratitud. Mis esfuerzos por hacer que se sintiera parte de la familia no eran en vano. Quería a esa muchacha y la veía como un miembro de mi reducida familia.

―¿A comer? ¿A dónde? ―Lindsey se alegró al escuchar la noticia y quería saber todos los detalles.

―Tú dime. ―Esas palabras hicieron que una sonrisa grande se hiciera enorme.

―¡Uh! ¡Vamos al buffet de pizzas del señor Jones!

Definitivamente esperaba esa respuesta de Lindsey.

Mientras muchos niños se deshacían por ir a jugar en las maquinitas y en los juegos dentro de algunos establecimientos de comida rápida, Lindsey prefería comer, pero eso no significaba que no le gustara jugar, de hecho le encantaba, por lo que regularmente me pedía...

―¿Al terminar podemos llegar a rentar un juego de video?

―Sí, está bien. ―Di gracias porque pasaría un par de horas sentado con Lindsey jugando algún videojuego de guerra o de zombis... Una tarde perfecta que mi hija recordaría para toda su vida encaso de que me asesinaran.

 Una tarde perfecta que mi hija recordaría para toda su vida encaso de que me asesinaran

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La calma antes de la tormenta :)

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