Sharon inhaló una enorme bocanada de aire, justo como si saliera a la superficie después de estar sumergida en el agua por un largo tiempo. Su organismo le exigió movimiento pero las ataduras de cinta adhesiva gris sumadas a la camisa de fuerza se lo impidieron.
Miró a su derecha y ahí estaba yo, vestido de negro, sentado entre ella y su marido, quien estaba atado únicamente con cinta gris a mi izquierda sobre una mesa de plástico desplegable muy vieja.
―¿Nick? ―el lugar estaba sumido en las sombras y yo tenía únicamente una pequeña lámpara de baterías que emitía una luz blanca muy suave. Comprendí lo difícil que era para Sharon ver con claridad.
―Hola, Sharon ―saludé con cordialidad―. Espero que hayas dormido bien.
―¿Qué...? ¡AYUDA! ―gritó instintivamente.
―Nadie te va a escuchar. Estamos solos.
No me escuchó y sus gritos comenzaron a ser más agudos. Transmitían un mensaje de desesperanza.
―¡Cierra la boca! ―le ordené y le coloqué una mordaza en la boca. Sus gritos me irritaban―. ¿Ni siquiera vas a admirar este hermoso lugar?
Sharon dejó de gritar y trató de calmarse para dejar salir a la mujer dominante y orgullosa que yo conocía.
―Es el cine en el que nos conocimos, Sharon Foster, y, para ser más precisos, es la sala en la que vimos nuestra primera película, ¿recuerdas?
Efectivamente era el cine al que fuimos en nuestra primera cita. Aquella vez me arrepentí de proponer ese lugar porque una vez que inició la película nos vimos obligados a interrumpir nuestra conversación que nos acercaba cada vez más. Fueron las dos horas y media más largas de mi vida en las que no pude dejar de pensar en los labios de la señorita Fletcher que olían a cereza como toda su ropa.
Al menos tenía la certeza de que nada interrumpiría nuestra pequeña charla esta vez en ese lugar abandonado años atrás.
Paseó sus ojos por las siluetas de la sala para tratar de adaptar su visión y eso me hizo sentir mejor. Tenía mucho por mostrarle y quería que viera mi rostro cuando lo hiciera.
―¿Por qué regresaste, Sharon? ―le quité la mordaza de la boca, estiró su quijada y sorbió por la nariz.
―Por Lindsey... ―se engañaba a sí misma. Con su voz pretendía expresar control, el cual, obviamente lo tenía yo. Era dueño del escenario, de ella y de mi mente.
―La abandonas a los seis y regresas cuatro años después para arrancarla de mi vida. ¿Cómo te atreves?
―La extraño, Nick... Quiero estar con ella...
―Aunque eso signifique joderme a mí, ¿cierto?
―La quiero a ella, Nick, no a ti. Soy feliz con Chase y quería compartir esa felicidad con Lindsey.
―Oh, Chase. Casi lo olvidaba ―le di la espalda a mi ex-esposa e inyecté una dosis de adrenalina en su esposo actual. Leighton reaccionó igual que Sharon.
―¡Chase! ―El hombre vibrante de energía miró a su izquierda al escuchar la voz de su mujer diciendo su nombre y me vio recargado en la mesa sobre la que ella yacía.
―¡Nick! ―Me comenzaba a parecer que el decir mi nombre después de que la víctima despertara se estaba volviendo parte del ritual.
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EL PACTO
Mistério / SuspenseNicholas Morgan acepta vender su alma al demonio Mefisto para poder curar a su hija y permitirle tener una larga vida, pero para este Ser, aceptar el alma de un humano no es suficiente, por lo que le exige recolectar las vidas de aquellas personas c...