CAPÍTULO XLII: AFFAFNIEL

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Era hermoso que las calles y avenidas estuvieran desoladas. Precisamente eso era lo que me gustaba de los sábados. No había conductores furiosos maldiciendo y rebasando de manera agresiva con la intención de hacerte perder el control.

En otro momento hubiera disfrutado el conducir en momentos así, pero mi vida había dado un giro.

El velocímetro acariciaba suavemente los noventa kilómetros por hora y veía pasar las luces del exterior a toda velocidad, dibujando líneas amarillas que se distorsionaban con las gotas de lluvia que comenzaban a golpear el parabrisas.

A pesar de que eliminar toda la evidencia posible en la casa de Chloe Webb me llevó alrededor de quince minutos, cuando regularmente me llevaba una hora hacerlo, tenía mucho tiempo por recuperar. Tenía que alcanzar a Lindsey y charlar con ella sobre lo que había visto. Tenía que conservar su amor por mí.

Bajé de la camioneta sin tomarme la molestia de apagar el motor y corrí hasta la puerta de entrada de la casa de mi madre. Supuse que ese sería un buen refugio en caso de que un monstruo me acosara y que Lindsey pensaba igual.

―¡Nick! ―exclamó mi madre asustada al verme irrumpir sin tocar el timbre―. ¿Qué pasa, Nick?

―¿Has visto a Lindsey? ―pregunté sabiendo que no lo había hecho.

―No... ¿Qué pasó?

―Si la ves llámame ―le solicité a la vez que corría de nuevo a la camioneta pésimamente estacionada.

Al arrancar pude percatarme que mi madre estaba muy asustada parada sobre el tapete de bienvenida mirándome conducir a toda velocidad.

¿A dónde vas, Nicky?

No lo sabía.

¿Dónde podrá estar Lindsey?

Tampoco lo sabía, al menos no con exactitud.

Ve a casa. Tal vez haya ido a recoger ropa o dinero y, posiblemente, haya dejado una pista de a donde fue.

La idea que yo tenía era vagar por la ciudad mientras pensaba a dónde podría haber escapado una joven asustada por ver a su padre asesinando, pero la idea de la voz sonaba mucho mejor que la mía. Estaba desesperado y agradecía que siguiera conmigo en un momento así, guiándome a través del desorden ocasionado por la colisión de ideas en mi cabeza.

Viré bruscamente y tomé la dirección opuesta del camino por el que iba inicialmente. El pequeño reloj digital de números naranjas del estéreo marcaba las nueve de la noche con trece minutos.

¿Qué hacía Lindsey en la casa de Chloe?

¿Cómo pude ser tan descuidado y confiado que nunca me percaté de tener compañía?

¿Qué seguía?

La lluvia tomó fuerza y me impidió ver con claridad a través del parabrisas, incluso sentí una o dos veces que perdería el control sobre el vehículo y que terminaría volcado sobre la acera, incapacitado de poder encontrar a mi hija para evitar que me odiara.

Ni siquiera era sencillo para mí pensar lo que le diría puesto que había presenciado la manera en la que le quité la vida a una mujer que imploró piedad. ¿Qué le podría decir?

Podrías decirle que te confundió...

Ella no era estúpida.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2020 ⏰

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