CAPÍTULO XXIX: HEATSCAR

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En la casa estábamos únicamente Lindsey y yo. Sus regalos esperaban para ser desvestidos de sus vistosas envolturas afeminadas y de diversas tonalidades rosas, color que era el menos favorito de mi hija, quien estaba sentada sobre el sofá individual, mirando fijamente al suelo a pesar de tenerme frente a ella.

―¿Por qué le platicaste a Ben sobre mí, Lindsey? ―Tenía que tener mucho cuidado con las palabras que usaba con ella para evitar voltear el regaño hacia mí, pero era muy difícil.

―Para que hablara contigo...

―¿Para que hablara conmigo? ¿Por qué? ―Estaba seguro que tenía buenos argumentos y no me importaban en ese instante, o al menos no tanto como saber la manera en la que Benedict respondió cuando se enteró. Necesitaba tener la certeza de que no había mencionado nada que me relacionara con mis actividades nocturnas sospechosas.

―Yo...

―¡¿Por qué, Lindsey?! ―la desesperación que sentía terminó por dominarme y estrujé a mi hija por los hombros.

Su rostro se inundó de pánico y pude verlo a la perfección a través de sus ojos vidriosos y de la forma en que temblaba mientras trataba de romper el contacto visual conmigo para que no la viera llorar. Ella se consideraba fuerte y no le gustaba en lo absoluto que la vieran llena de lágrimas.

―No-no sé... ―respondió con dificultad para no dejar salir el llanto.

Me eché hacia atrás y tomé asiento en el sofá doble que quedaba justo frente a ella. La observé sentada, con sus manos metidas entre sus piernas, mirando al suelo y siendo incapaz de verme a los ojos mientras le hablaba. En ese momento entendí que la pregunta "¿Qué mierda, Nick?" de Ben tenía más profundidad de la que había logrado percibir.

Con "¿Qué mierda, Nick?" no quería obtener como respuesta lo que pasaba por mi mente o alguna justificación de las razones que me llevaron a actuar como lo hice, sino que él tradujo todo lo que Lindsey le dijo en palabras y lenguaje corporal a esa simple pregunta que, en realidad, tenía como objetivo el despertarme y hacerme reaccionar.

"Tu hija cada vez te desconoce, Nick. Tiene miedo del hombre que eres y quiere de vuelta al que eras. Tu hija se preocupa por tu madre, quien a la vez se preocupa de ti y teme que las dejes tal como lo hizo Sharon porque se siente amenazada por esa mujer desconocida con la que sales. ¿Quién eres, Nicholas Morgan? ¿En qué te has convertido?". Todo eso significaba "¿Qué mierda, Nick?" y mi estupidez combinada con el miedo que sentía por estar perdiendo el control de la situación me hizo escupirle en la cara a Ben cuando realmente se estaba preocupando por mi familia.

―Yo... Lo sien...

Lindsey saltó del sofá y corrió a su habitación para encerrarse de un portazo en su zona segura que la protegía del exterior. Yo entendía el sentimiento ya que, después de todo, me sentía de la misma manera cuando me encerraba en la mía, la única diferencia es que la habitación de Lindsey no tenía paredes de treinta centímetros de espesor como las mías y su puerta, en lugar de ser gruesa y resistente como la de mi recámara, era hueca y delgada.

Ella, sus sentimientos y secretos no estaban a salvo del exterior ya que escuchaba claramente cómo lloraba. Su zona segura la traicionaba y no tenía la certeza de si sería conveniente el decírselo o permitirle vivir en la ilusión.

Me acerqué a su puerta para hacerle notar su error pero me detuve en seco. Yo vivía en la ilusión de poder salvarla y funcionaba para mí. Tal vez no resultaba tan mal vivir así. Después de todo, cada persona, sin excepción, necesita de ilusiones para seguir adelante.

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