CAPÍTULO XXXIII: AINI

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Una semana atrás Lindsey y yo éramos tendencia en prácticamente todos los medios masivos de comunicación. Incluso nos posicionamos como tema recurrente número uno en las conversaciones cotidianas entre las personas que viajaban en autobús o que caminaban por la calle. Esto tenía que agradecérselo al "Cirujano Caníbal".

Mi página de inicio estaba plagada de notificaciones de todas aquellas personas que me tenían agregado como "amigo", pero que nunca tuvieron la iniciativa de dedicarme un saludo en algún momento común y corriente. Era increíble la forma en la que el morbo invadía a la gente y la acercaba a ti sólo para alimentarse de detalles y poder presumir a sus otros "amigos" la información exclusiva que poseían.

Podía soportar a esos amigos falsos y a esas personas que hablaban de mí y de mi hija. Lo que no podía soportar era la sospecha que pude levantar en Magnus y en su equipo, pues aunque toda la evidencia apuntaba a Patrick Reilly como un multihomicida, yo no tenía ninguna razón de peso que justificara la razón por la cual El Caníbal me quisiera muerto.

Para iniciar estaba toda la indumentaria que pudo haberme inculpado a mí, pero que usé para vestir a Reilly mientras estaba sedado; también estaba el rastro de pólvora que se encontró en la mano de Benedict Fletcher, a quien se consideraba como una especie de héroe de la ciudad por haberla liberado de ese terrible asesino; el arma disparada y la bala que impactó en el abdomen del Caníbal sin lugar a dudas pertenecían a Ben. Los forenses encontraron rohypnol en el sistema de su compañero caído, así como en el de Lindsey y en el mío, sustancia que provenía del laboratorio improvisado de Patrick Reilly, catalogado como solitario, aislado, con complejo de superioridad, impulsivo y propenso a cometer errores debido a su inexperiencia. También encontraron rastros de cloruro de potasio en la jeringa clavada en el pecho de Ben y en su torrente sanguíneo. Las huellas de El Cirujano Caníbal estaban por todas partes, incluso se encontraron en el cuchillo con el que mató a Cinthia, en mi camioneta y en su refrigerador, donde almacenaba tres frascos de vidrio con formol para preservar el contenido. El primer trofeo contenía un pene y dos testículos que pertenecían a Randal Goodweather, el segundo frasco contenía pedazos de carne que concordaban con el ADN de Michael Watson.

El tercer trofeo no coincidía con nadie en la base de datos policial.

La cajuela de la camioneta de Patrick dio frutos inesperados, entre los cuales estaban unos minúsculos rastros de sangre que fueron encontrados con bluestar y luz UV. Uno de dichos rastros coincidía con el ADN de Michael Watson y los otros dos fueron desconocidos hasta que se encontró el GPS del Caníbal que guardaba una última dirección que los llevó a las afueras de la ciudad, a una zona desierta atravesada por una vieja carretera ignorada por la mayoría de los conductores debido a la nueva vía que permitía entrar y salir mucho más rápido de la ciudad y acortaba el tiempo de viaje considerablemente. Magnus dio la mala noticia a todos los hombres que admiraban a más no poder a Samantha Hope de que ella estaba muerta y había sido sepultada junto con su guardaespaldas en una fosa de menos de dos metros de profundidad, cerca de un soporte metálico para cables de alta tensión. Era a ella a quien pertenecía el otro pedazo de carne en el frasco de Patrick, el segundo rastro de sangre en la cajuela y el que estaba impregnado en la camisa de fuerza junto con el de Watson.

El tercer rastro pertenecía al guardaespaldas.

Cuando supe todo esto me sentí afortunado al ver que la soga que había preparado para el cuello de Patrick se cerró más de lo planeado y el detalle que ayudó a hacer el nudo más fuerte fue el rastro de semen que dejó en la vagina de Sam.

―Todo por un estúpido deseo carnal ―manifestó mi segunda voz.

~Es más que eso. ¿No lo entiendes? El monstruo que crecía dentro de Patrick se desquiciaba cada vez más hasta que logró tomar el control. Patrick sólo lo alimentaba con cada pedazo de carne que comía sin considerar que eso le explotaría en la cara.

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