Sus ojos azules podían volver loco a cualquier ser humano que habitara la tierra.
Sus emociones eran como olas, arrasando con todo lo que encuentran a su paso.
Poseía el poder de ser la persona más fría del planeta y a la vez la persona más cariñosa...
La huida de su madre lo volvió tan fuerte, todo lo contrario que su hermana.
Un puto dios griego, protegía a los suyos, amaba todo lo que le pertenecía, lo cuidaba como si su vida dependiera de ello.
Pero también era problemático, caótico pero para nada distante y frío. Era un amor de persona, demostraba todos y cada uno de sus sentimientos.
Sobre todo con su hermana, él la miraba como si en cualquier momento esa pequeña niña se fuera a romper en mil pedazos.
Y claro, ese el mayor miedo de Ares. Volver a ver su amada hermana rota otra vez, bastante sufrió cuando vio como lloraba noche tras noche preguntándose donde estaba su madre y Ares era quien la abrazaba y le decía que todo iba a estar bien.
Joder, quien tiene esa madurez con tan sólo 7 años¿? Cuidó de su hermanita como si el fuera mucho más mayor, como si ella fuera su hija y no su hermana melliza.
El consiguió la felicidad, o al menos seguía en ello. Tener a su padre y su hermana lo era todo para él. Si en algún momento llegara a perder a uno de los dos...
La huida de la madre narcisista sirvió para formar a un hombre echo y derecho, pretector y fuerte.
Gracias a él Artemisa seguía en pie, sonriendo día tras día.
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