La serenata

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Pasaron ya varios meses desde que Anne y Gilbert se besaron. Durante ese tiempo, ambos se comunicaban mediante cartas, eran oficialmente una pareja. Anne deseaba poder hablar frente a frente con Gilbert; poder mirar esos ojos que tanto le gustaban, escuchar su voz y ver su sonrisa. Lo extrañaba, tenía tantas cosas que contarle, las cartas no eran suficientes, y para Anne, describir algo con palabras nunca será suficiente.

Aun así, todas las amigas parecían tener una vida serena. Cierto día, Moody llegó felizmente a la casa de la señora Blackmore, (donde vivían las seis señoritas). Era un sábado soleado y tranquilo, digno de una plática divertida en el jardín. Cerca de las dos y media de la tarde un impaciente Moody esperaba a Ruby, a quien había estado cortejando desde hace unas pocas semanas. Era bien sabido que la enamoradiza de Ruby estaba ilusionada con aquel joven, y las demás chicas no dudaron en apoyarla y de vez en cuando fingir ser Celestina. Diana era una muchacha popular entre los jóvenes de la universidad, pues ella era muy educada y bonita, despertaba curiosidad en los estudiantes; aunque ella solo era amable con ellos, aun no tenía intenciones de comprometerse. Jane Andrews por su parte, tenía cierta admiración por un chico, y lo mejor es que esos sentimientos eran correspondidos, y como este último también provenía de buena familia, los Andrews rápidamente lo aceptaron. En el ámbito del amor, había también una afortunada señorita: Tillie Boulter. Lo cual hacia despertar cierta envidia en Josie Pye, << ¿Cómo es que ella consigue novio antes que yo? No es bonita>> Se decía internamente.

Las seis muchachas siempre ayudaban con las tareas del hogar. Se repartían los quehaceres y se ayudaban unas a otras para que la convivencia en el hogar fuese sana. En una ocasión la señora Blackmore no se encontraba en casa. Caía la noche cuando Josie y Diana terminaban de lavar los platos, en ese momento escucharon un ruido afuera de la casa: ramas de los árboles quebrándose, sonido de hojas secas arrastradas por el viento (y pisadas), además de escucharse unas voces.

—No creo que sea la empleada de la señora Blackmore —dijo Josie acercándose a la ventana —; los sábados ella suele visitar a su familia. Nunca está aquí en su día de descanso.

—Pues quizás sea el viento, o algún animal —Diana secó sus manos con su delantal.

La rubia seguía confundida, había jurado escuchar voces, sobretodo voces masculinas.

—El clima de hoy ha estado muy tranquilo, Diana. No es el viento —la muchacha negaba con su cabeza y al mismo tiempo acomodaba las mangas de su blusa.

—Probablemente no fue nada. —Diana caminó por la cocina, se quitó el delantal y lo guardó en un cajón debajo de la encimera.

—Pues no estoy muy... —en ese instante, Josie fue interrumpida por un ruido: de nuevo ramas y hojas, sin embargo lo que más les asustó era el sonido de unas cuantas carcajadas —. Definitivamente alguien está afuera y lo más probable es que sea Anne, a veces está con sus aventuras e historias patéticas —dijo Josie molesta ya que creía que las demás les estaban haciendo una broma de mal gusto.

La rubia estuvo a punto de abrir la puerta pero se detuvo, su amiga le había hablado:

—Espera Josie, no abras aun, no sabemos realmente quien puede ser —dijo Diana con miedo.

De pronto, el sonido de las cuerdas de una guitarra se escuchó; las dos jóvenes se miraron confundidas, ninguna de las otras mujeres de la casa tenía una guitarra. Estando ya bastante asustadas, ambas corrieron hacia las habitaciones en busca de las demás. Diana encontró a Anne estudiando, Tillie doblaba algo de su ropa, mientras que Jane y Ruby se trenzaban el cabello. Ellas aún no se habían percatado del sonido de la guitarra. Rápidamente les contaron lo sucedido hace unos cuantos segundos.

One shots 💖 Anne with an e✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora