Embarazos y preocupaciones

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Y bueno, este es el último pedido, fue hecho por: Claireet_    :) 

Apenas eran las siete de la tarde, pero las inmensas nubes de color negro se hicieron presentes, anunciando con obviedad una tormenta. Ruby miró a través de la ventana; notó como el señor Spurgeon guardaba los dos caballos y la carreta.

Fue mala idea visitar a su prometido este día.

Por suerte, la mamá de Moody es una buena mujer, ya que le ofreció hospedaje a su futura nuera.

Lamentablemente la casa del muchacho no era muy amplia: un cuarto de baño, dos habitaciones, y el comedor y la cocina juntos. Hace un año pasaron por una crisis económica y se vieron obligados a vender la antigua casa. Gracias a Dios que no perdieron las tierras y los animales, de lo contrario no tendrían sustento.

Fue así que durante la cena, la señora le ofreció amablemente a Ruby que se quedase en el cuarto de Moody. Inmediatamente la muchacha se sorprendió: se puso roja y negó varias veces meneando su cabeza. Eso no era apropiado, claro que no.

—Tranquila, hija —rio la señora —, Moody comparte habitación con Ella —señaló a la pequeña niña, la hermana de Moody.

Ella es una niña de cabello negro y ondulado, piel clara y con el rostro redondo.

Ruby le sonrió con un poco de pena. La verdad es que la joven no quiere quedarse allí. De todas formas fue amable y agradeció a la familia por su hospitalidad.

La lluvia no cesaba, era imposible regresar a casa. No había esperanzas, era muy probable que el arroyo estuviera muy lleno, y lo peor es que con la fuerza que lleva el agua puede tumbar a los animales, y llevarlos hasta el final del río.

—Siempre es así en el tiempo de aguas —dijo contento el papá de Moody, quien caminaba hacia afuera, se dirigió al granero para ver a los animales.

Mientras que la señora Spurgeon fue a buscar más sábanas, Ruby se acercó a Moody y tiró de él llevándolo hasta el pasillo.

—¡Auch! —exclamó.

Ruby estaba molesta y a la vez preocupada.

—Shhh —lo cayó poniendo su mano sobre los labios del muchacho.

—¿Qué pasa? —preguntó.

—Es que tengo miedo.

El joven entrecerró sus ojos, parecía no comprender.

—¿Miedo, de qué? —elevó sus manos en muestra de exasperación —. Ruby, no somos una familia de caníbales, ni tampoco formamos parte de una secta psicótica. Y si alguien nos atacara ahora... yo te cuidaría.

Estas últimas palabras provocaron un sonrojo en la muchacha, casi haciéndola olvidar lo que iba a decir.

—Me refiero a otra cosa —Ruby se aseguró que nadie más estuviese cerca, para finalmente decirle en voz baja a su novio: —Tengo miedo de quedar embarazada.

Moody abrió sus ojos sorprendido. Eso sí que no se lo esperaba.

Su novia seguía inquieta: revolviendo con sus dedos la bonita trenza que había tejido antes de la visita.

—No pasará nada... Allí estará mi hermana.

—¡Oh no! —Se llevó la mano a la boca, angustiada —¡Entonces tu hermana también tendría un bebé!

Moody se asustó por la gravedad de eso, trató de calmar a Ruby y negaba tal hecho.

—No, no, no. Ella tiene doce años, aún es una niña. Ruby, escúchame —puso sus manos en los hombros de la muchacha —. No puedes embarazarte.

—Pero dijo mi madre que si dormía en la misma cama que un hombre, a los nueve meses daría a luz a mi hijo.

El pobre Moody rio ante tal cosa, a veces su novia era muy inocente. Trató de aclarar con mucha serenidad que tal cosa no sucedería. Que eso era posible solo hasta que estuviesen casados.

—Además... —agregó con firmeza —ya estamos comprometidos, que importa si tienes a mi bebé ahora.

Y de nuevo una inmensa angustia se avecina.

—Digo, eso era jugando. Linda, ya estamos comprometidos, y mis padres no dirán nada sobre que dormirás en esa habitación —señaló con su mano, el último cuarto —Y mi hermana dormirá con nosotros. Obviamente no podemos estar del todo solos. Tranquila.

Ya un poco más calmada, Ruby entró a la recámara y su suegra muy amablemente le ofreció cobijas nuevas. La señora dejó un candelero en la habitación y a los pocos segundos, se marchó.

Ella se acostó en el medio de la cama, a su derecha estaba Moody, y a la izquierda Ruby. Y como es costumbre, entre los tres rezaron oraciones, antes de dormir. Ya que, el abuelo de Ella era ministro presbiteriano, antes de morir.

Hubo un silencio incómodo, nadie hablaba pero todos estaban despiertos.

— ¡No tengo nada de sueño! Hay que platicar —suplicó la niña.

—¡Sí! —dijo Ruby con entusiasmo, ella no quería dormir, aun recordaba las palabras de su madre. Era mejor permanecer despierta.

Moody suspiró y después accedió a platicar, tampoco tenía sueño.

—Tengo muchas preguntas —dijo la hermana.

—Oh, pues habla —le sonrió Ruby con alegría. Siempre se había llevado bien con su cuñada, solo que Ella tiende a ser traviesa y en ocasiones muy atrevida.

—De acuerdo: ¿Cuándo se piensan casar? O ¿Cuántos hijos quieren tener?—la pregunta de Ella causó que Moody se atragantara con su propia saliva. Mientras que la rubia solo se angustiaba más.

—¿Qué clase de preguntas son esas? —su hermano respondió con agresividad.

—¡Los escuché hablando!

— ¡No! —Ruby trató de evadir el tema, pero mejor respondió las preguntas —Sí me quiero casar —contestó —Quiero que sea en el otoño, y además quiero tener como cuatro hijos —la rubia comenzó a imaginar —. Mi sueño sí es ser madre, y yo no le veo algún problema. Solo que aún no es tiempo —miró a Moody.

La poca luz del candelero iluminaba con claridad a la muchacha, ella le dirigía a su novio mirada que lo hacía sentir tranquilo. Siempre lo hace sentir a gusto.

Después de charlar un par de horas, el sueño les ganó, la tormenta ya ni se escuchaba, pero aun así, pudieron dormir bien.


A la mañana siguiente, antes de dejar a Ruby en su casa. La rubia se acercó a Moody y le susurró al oído:

—¿Cómo estás tan seguro de que no estoy embarazada? —dijo con inocencia. Haciendo que Moody se golpeara la cara con su propia palma de la mano.

*Ahora, ya he terminado con los pedidos, y por el momento no estaré haciendo más

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*Ahora, ya he terminado con los pedidos, y por el momento no estaré haciendo más. 

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