Reencuentro

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¡Hola!
Pedido hecho por: AndreSorbelo11


22 de marzo de 1899

Y si vinieras mañana, ¿me abrazarías tan fuerte como la última vez?

Han pasado casi ocho meses desde aquel verano; afuera en el jardín de la señora Blackmore, ¡tú me besaste!, y yo te correspondí. ¡Fue maravilloso!

No sé qué estés haciendo en estos momentos, no sé si tus sentimientos por mí han cambiado, o si se han intensificado. Pero quiero decirte que yo no he dejado de quererte. Lo sé Gilbert Blythe, estas palabras son demasiado románticas, y quien sabe si sean tu estilo. Pero la mejor forma de expresarme es hablando y demostrando lo mucho que te amo. Porque te amo. ¡Oh! Lo acabo de decir en voz alta... Y ahora no puedo evitar reír.

¡Ay de mí! Estoy tan feliz que las chicas no dejan de bromear sobre nosotros. Es lindo pero, no es lo mismo si no estamos juntos, uno frente al otro. Por lo menos existen las cartas, eso ayuda mucho.

Sé que en abril estarás aquí, en la primavera. Y no planeo enviarte esta carta, porque te la daré el día en que nos veamos; si Dios quiere, será dentro de nueve.

Solo espero que mis "cursilerías" no te hallan molestado; porque a mí me parecieron de lo más inspiradoras.

Siempre tuya, Anne.



—Hoy inició Abril —exclamó, Anne con alegría —Y lo mejor...

—Lo mejor es que verás a Gilbert —Marilla dijo interrumpiéndola. Después le sonrió, y acarició el mentón de su hija.

Anne tomó la mano con la que su madre le acariciaba y le dio un abrazo. Que bien se sentían las muestras de cariño de Marilla, podrá ser estricta y algo seria, pero es responsable y muy trabajadora.

Cayó la tarde; el sol estaba casi por esconderse y el cielo se había tornado de dos colores: entre azul y amarillo. Sin ninguna nube que estorbara el lienzo tan bonito. El pasto verde y limpio, los rosales tan llenos de vida y el rocío tan delicado que trajo el viento, todo tan bonito. Porque cuando uno está enamorado ve todo perfecto. Y lo es, claro que lo es.

Anne permanecía sentada debajo de un sauce, y con sus ojos cerrados imaginaba su reencuentro con Gilbert.

No tardaría en llegar, estaba segura de que él iba a buscarla a ese lugar, cerca de donde estaba la escuela; o por lo menos eso dijo Blythe en la última carta que le mandó.

Anne suspiró. Y justo en ese momento sintió una mano sobre su hombro. Abrió los ojos sorpresivamente y allí estaba él: el joven que le robaba todos sus suspiros.

—Estoy aquí, Anne —Gilbert se puso en cuclillas y tomó la mano de la muchacha. Después, la abrazó. Hacían ya ocho meses que no se veían.

Después del abrazo, él besó la mejilla de ella y acto seguido le besó los labios.

—Labios rojos, como una manzana —dijo él entre sonrisas y entre cortos besos. Simples roces, pero necesarios para ambos.

—Te extrañé mucho.

—Yo también. No veía el día en que pudiera estar contigo —sus ojos brillaban, esos ojos grises que a Anne tanto le gustaban.

—Te traje una rosa —esbozó una sonrisa y se encogió de hombros —. La razón es que apenas llegué y pues... la arranqué del jardín de los Barry.

Ambos rieron.

—¿Y por qué? —preguntó, contenta alzaba sus manos.

—Es que Bash y yo fuimos con el padre de Diana; por cosas de negocios de las manzanas. Y como ya tenía prisa por venir...

—Shhh —Anne puso su dedo sobre la boca del muchacho —: Creo que ya me imagino el resto —le guiñó el ojo.

Después de pasar un rato divertido platicando anécdotas de Queen's y de la universidad de Toronto. Tuvieron que retirarse. Ya estaba oscureciendo y Marilla solo le dio permiso a Anne de platicar dos horas con Gilbert.

Camino a casa iban tomados de la mano. Anne llevaba con mucho orgullo la rosa que le regaló su novio. Saludaban a las personas que caminaban entre los campos. Ya en Avonlea era bien sabido que la hija de los Cuthbert estaba siendo cortejada por Gilbert. La gente decía: ¡Qué mejor que haya un nuevo matrimonio en el pueblo! Las bodas eran tan esperadas en aquellos tiempos.

Atravesaron la cerca de madera y llegaron hasta la puerta de la casa. Era hora de despedirse.

—¡Oh! Casi lo olvidaba —Anne bajó del primer escalón y se volvió hacia el muchacho —Te escribí esto —sacó un pequeñito sobre donde se encontraba la carta que le escribió tiempo atrás.

—Que tierna —rio Gilbert y le acarició la mejilla —Mañana vengo en la tarde para volver a platicar.

—Te esperaré —la voz de Anne aceleró el corazón del muchacho.

Luego de eso, la muchacha le dio la espalda, y antes de cruzar la puerta, miró de nuevo a Gilbert, permanecía allí, de pie esperando a que ella entrara a su casa.

Sin pensarlo dos veces, Anne se lanzó a sus brazos y lo besó. El rodeaba con sus manos la espalda de ella y, le susurró al oído:

—Nos está viendo Matthew —ambos inmediatamente se separaron, les ardían las mejillas.

¡Qué vergüenza!

¡Qué vergüenza!

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One shots 💖 Anne with an e✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora