Lluvia de estrellas

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Antes que nada una advertencia:
Si no te gusta esta pareja; puedes declinar esta lectura.

Abstente de decir comentarios como:
"Anne es mejor 😌"
"Gilbert es un p*nd!jo"
Ó "Que fea pareja"

Hace mucho tiempo hice un capítulo de esta pareja, y recuerdo bien que solo dos comentarios aludían a que fue un one shot que en verdad les agradó. 

Así que si no te gusta la pareja (que no tiene nada de malo, claro está), te invito a leer otros one shots que aparecen en este "libro" 😁  Y si ya lo has hecho... entonces invierte tu tiempo en algo productivo :v


Llegó el invierno a una de las ciudades más grandes de Europa: París.

Ya era diciembre, y afuera en las calles caía la nieve; cubriendo los árboles, los suelos y los techos. Dando un toque cálido y hogareño, y sobre todo anunciando la navidad.

Gilbert estaba guardando un libro de medicina, para luego sacar un telescopio. Esa noche era especial, porque habría lluvia de estrellas.

Su esposa nunca en su vida contempló tal escenario. Y él quería que fuese especial: velas y chocolates. Le daría una velada romántica.

Ella se lo merecía.

Gilbert miró hacia la ventana y en ese momento, entró Winifred al despacho. Tenía en su rostro una gran sonrisa y como siempre su vestimenta y peinado eran muy presentables.

—Te preparé un té. Hace frío —señaló la ventana.

La muchacha dejó la taza en el escritorio de su esposo, y después caminó hacia la chimenea: se agachó y recogió trozos de madera que permanecían en una caja, para después arrojarlos al fuego.

Gilbert sujetó la taza y bebió dos tragos. Él seguía de pie, observando a su esposa.

Él tuvo dudas respecto al matrimonio con la señorita Rose. Recordaba estar enamorado de Anne, sí. Pero aquella noche en la fogata... ni ella ni él fueron claros respecto a sus sentimientos. Así fue como terminó proponiéndole matrimonio a Winifred; ella si lo amaba, y quizás con el tiempo él también a ella.

Los primeros meses de casados fueron tranquilos y su compañía era sana y amable.

La quería. La adoraba. Pero no estaba seguro si era amor.

Ambos se cuidaban. Hace unas semanas que Winifred había enfermado y Gilbert siempre estuvo allí, cuidándola como un delicado clavel.

Así que sin pensarlo dos veces, se volvió hacia ella.

—Te gustan los perfumes —le dijo. La muchacha dejó lo que estaba haciendo y dio media vuelta confundida —. Te gusta arreglarte... Aunque no te haga falta —Winifred seguía confundida —. Te encanta bailar —Gilbert daba pasos lentos hacia ella.

Winifred rio un poco, Gilbert no solía ser muy romántico.

—Te gusta hacer de comer y te queda excelente. No eres una ávida lectora pero sin duda amas los cuentos de terror. Detestas a la gente perezosa porque tú eres todo lo contrario.

—Gilbert ¿Que te sucede?

—Eres buena esposa —le tomó sus manos heladas y las acarició —. Te conozco Winnie. Lo que te gusta, lo que no. Conozco todo —besó la mejilla de la muchacha —, tus pensamientos, tu cuerpo...

Tanto Gilbert como su mujer se sonrojaron, y Winifred no dejaba de sonreírle.

—Gracias por amarme —dijo, para después arrodillarse y rodear son sus brazos las piernas de la muchacha —. Perdóname.

— ¿Que dices? —se desconcertó

—Cuando me casé contigo no te amaba —su voz se quebró —. Solo era un inmenso cariño.

Winifred tragó saliva. Eso le dolió.

—Yo amaba a otra y tú aun así me aceptaste. Te arriesgaste por mí —y poco a poco, Gilbert comenzó a llorar. Haciendo que la rubia también lo hiciera.

—Gilbert...

— ¡No! —La interrumpió —No digas nada, tenías que saberlo. Pero ahora no queda ninguna duda... —apretó con fuerza a la joven —. Te amo, te amo. No sé desde cuándo empezó este sentimiento, quizás porque tu compañía es agradable, o porque nunca caímos en una nefasta rutina. Porque siempre te has esforzado... Pero ahora estoy seguro de que sí te amo. Y sé que tú a mí también.

Gilbert seguía llorando y Winifred acariciaba con sus dedos, la cabellera de su esposo.

—Yo ya lo sabía —contestó con serenidad. En ese instante Gilbert la miró a los ojos.

—Fue difícil. Verdaderamente pensé que nunca me dirías te amo.

—Ya no tienes que pensar en eso —el muchacho volvió a sujetar las manos de ella y las besó una y otra vez.

—Además... Tenía que decirte una noticia —la mirada de Winifred se volvió alegre. Al mismo tiempo señaló su vientre.

Gilbert empapado de lágrimas miró a su esposa.

—Los malestares de hace unos días ya son evidentes.

Gilbert no podía creerlo.

—Doctor, tiene que decirme un aproximado de meses.

Winifred sonrió de oreja a oreja al decir tal noticia, y Gilbert hizo lo mismo.

El muchacho pegó sus labios al abdomen de la joven y besó su vientre. Luego se puso de pie y abrazó con fuerza a su esposa.

Más tarde, después de cenar, llevaron cobijas y almohadas, fueron al techo de la casa. Tenían que ver la lluvia de estrellas.

—Dice la gente, que si pides un deseo, se hace realidad —Winifred tomó un chocolate y lo llevó a su boca.

—El mío ya se hizo realidad.

Antes de que Winifred se comiera el chocolate, Gilbert se lo quitó; se lo comió y después entre risas la besó en la mejilla.

One shots 💖 Anne with an e✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora