20. BREEZE

34 4 0
                                    

—¿De qué estás hablando? —pregunté.

—Olvídalo —dijo e intentó irse, pero me interpude entre la puerta y él.

—Tú no te vas —lo vi a los ojos—. ¿De qué noche estás hablando? —se quedó callado.

—No es nada importante. Así que olvida lo que dije, ¿de acuerdo?

—¿Hablas del viernes? ¿En la casa de Monica? —se debatía en responder a mi pregunta.

—Sí —respondió.

—¿Y se puede saber qué tenía que recordar?

—Nada, solo quería saber si recordabas  nuestra conversación sobre... la botella que te acabaste sola —desvió la mirada—. Además, ¿no deberías estar en clase?

—¿Qué me dices de ti? Ni para qué pregunto, por la marca roja que tienes en la cara supongo que te involucraste en una pelea —no dijo nada.

No terminaba de convencerme lo que Dylan me había dicho.

—¿Algo más?

—No, creo que... —de pronto un recuerdo llegó a mi mente, estaba sentada al lado de una cafetería...

«Ella no puede hablar ahora...» recordé haber escuchado la voz de Dylan, lejana, pero sabía que era la suya.

—Entonces me voy.

—No tengo ganas de regresar a clase, necesito hablar contigo.

—¿Conmigo? —se rió— No me causa emoción hablar contigo.

—¿Te importaría tomar un café mientras tanto?

—No tengo idea de lo que quieres hablar, y como no tengo nada que hacer tendré que soportarte.

—Bien, entonces vamos —dije—. Tienes tu auto aquí, ¿cierto?

—¿Para qué quieres saberlo?

—Ya verás Dylan —salimos del instituto en dirección al estacionamiento. Al llegar vi un convertible de color negro, era un diseño hermoso.

—¿A dónde quiere ir la señorita? —dijo burlón— ¿O prefiere conducir? —al escucharlo decir ello una corriente fría me recorrió de pies a cabeza, haciendo que la piel se me pusiera como de gallina.

—¿Te comió la lengua el gato?

—No sé conducir —dije. Dylan me miraba incrédulo—. Te indicaré el camino.

—De acuerdo, sube —me sorprendió que no dijera nada más. Esperaba un comentario de burla.

Subí al auto y él hizo lo mismo. Arrancó y entonces vi que alguien estaba ingresando al gimnasio, ¿nos habría visto?

Durante el tiempo que había estado en Los Ángeles no había hecho más que faltar a las reglas. No era la misma de Boston. Aunque justo por eso estaba allí, me propuse dejar a la antigua Breeze ahí. Con toda su vida, con sus pérdida...

—A donde si se puede saber —preguntó deteniéndose ante un semáforo.

—A la cafetería que está a unas cuadras de la casa de Mónica —vi su rostro y era un verdadero poema. El resto de camino no dijo una sola palabra.

Al llegar a la cafetería, nos sentamos en una de las mesas al lado del ventanal. Pedí un Capuccino y una torta de chocolate con fresas. Me encantaba las fresas, y mejor si era con chocolate. Dylan pidió un moka.

—De qué quieres hablar Breeze, no tengo mucho tiempo así que ve directo al punto.

—Sabes bien de qué quiero hablar Dylan.

You... my beginningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora