35. DYLAN

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Veía el móvil mientras le daba un trago a la botella de vodka.

«Hoy fiesta en casa de Alice a las 8».

Dejé el móvil en la mesa.

—Suelta esa botella, ¿acaso no te enseñaron modales?

—¿Irás hoy en la noche?

—Necesito relajarme. ¿Y tú?

—Tengo que dejar de sentirme así —dije sin querer.

—¿Como es que te sientes?

—Como un estúpido.

—¿Lo dices por Breeze? —Kate me miraba con una sonrisa en su rostro.

—No, por venir aquí y contarte mis problemas.

El teléfono comenzó a vibrar en la mesa.

—Una llamada —Kate lo miró—. Es un número no registrado —al escucharla le arranqué el móvil de las manos.

—Habla de una maldita vez —sabía de quien se trataba.

—Esta noche, en el mismo lugar de siempre —dijo él.

—Hora.

—A las 8 —colgué.

‹‹Una vez saldada la deuda, no volvería a saber nada de Jace››.

—¿Quién era?

—Tengo que irme.

—¿Es grave?

—No, no lo es —salí de su casa y me subí a un taxi. Me fui a mi casa, como nadie se encontraba ahí parecía el mejor lugar para pensar.

Al ingresar a mi casa vi a Lauren acostada en el sofá, y a Vittorio acomodándole una almohadilla.

—Dylan —dijo Lauren con una sonrisa cálida, que por un momento hizo que olvidara mis problemas.

—Lauren, veo que te dieron de alta.

—Quiero agradecerte una vez más, por lo que hiciste —dijo y se llevó las manos a la barriga.

—No hay de qué. Me alegro que ya estés mejor —fui a las escaleras para ir a mi habitación, pero Vittorio me llamó. Hizo un ademán para que fuera a su despacho.

—Gracias por lo que hiciste por Lauren.

—No es necesario que agradezcas.

—No solo te llamé para decirte eso. Hoy habrá una cena muy importante y...

—¿Quieres que le haga de niñera?

—Todos asistiremos a esa reunión.

—Yo no podré. Tengo planes a las 8.

—La reunión es a las 6, tienes tiempo.

—Lauren apenas salió del hospital.

—Debe distraerse.

—Siempre los negocios, el trabajo. Que buen esposo eres —dije en tono de burla—, pero no digamos que eres el más grandioso padre.

—La cena no solo es por trabajo.

—Pero algo hay de eso.

—¿Irás?

—Está bien.

—Es algo elegante, así que debes ir de traje.

—Iré, pero no llevaré traje, al final de todo son tus negocios, no los míos —salí del despacho y fui a mi habitación.

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