Un sonido me despertó. Alguien estaba tocando la puerta de mi habitación.
—Dylan —la voz de mi padre—. Abre, necesito hablar contigo.
—¿Y tiene que ser ahora? —pregunté mientras me incorporaba.
—Sí.
—Espera abajo, ahora voy —fue lo único que dije.
Me di una ducha rápida. Me puse el primer conjunto deportivo que encontré y bajé al comedor. Ahí se encontraba mi «feliz familia».
—Buenos días Dylan —dijo Lauren (la esposa de mi padre) con una sonrisa—.¿Deseas algo?
—No gracias, ahora mismo saldré a correr —giré en dirección a mi padre—. ¿Qué es lo que querías decirme?
—Nos invitaron a una cena.
—Me alegro por ti, pero no entiendo que tiene que ver eso conmigo.
—Todos iremos a esa cena, incluyendo tú Dylan. Así que voy a pedirte que estés en casa antes de las 5:30 —me reí ante lo que acababa de decir.
—Sabes perfectamente que a mí no me interesa tus cenas de negocios. «Así que voy a pedirte» —remarqué bien las palabras que me había dicho hace unos instantes—, que no cuentes conmigo.
—Dylan, hazlo por tu padre —Lauren me vio con una mirada que no supe descifrar—. Por favor.
Sin decir nada más salí de ahí dando un portazo. Empecé a correr. En ese instante sonó mi celular. No quería contestar.
Pasó un buen rato y el celular seguía timbrando. Saqué el aparato de mi bolsillo y vi que no era mi padre como había pensado.
—Espero que valga la pena tu llamada.
—Vaya, ¿que forma de saludar es esa?
—No me hagas perder la paciencia —respondí furioso. Al parecer todos estaban dispuestos a joderme el día—. Habla de una buena vez.
—Bien, te lo diré —pausó—. ¿Recuerdas a una vieja amiga que vivía en Boston?
—No, no recuerdo a nadie.
—¿Pero qué clase de memoria tienes Dylan?
—Vas a decirme de quién se trata ¿si o no?
—Breeze Brighton —me detuve de improviso. Escuchar ese nombre de nuevo me dejó de piedra.
—Qué tiene que ver ella.
—Tiene que ver porque ahora está aquí, en Los Ángeles —volví a trotar.
—Y cuando se va.
—No se va Dylan, viene a quedarse.
—¿Y qué mierda quieres que haga?, que yo sepa ella es tu amiga, así que debe de alegrarte la noticia.
—Por supuesto que me alegra, no la he visto desde hace mucho —se escuchaba bastante emocionada—. Pero creí que también te alegraría.
—Pues creíste mal —no obtuve respuesta—. Ahora no molestes más con esas tonterías —le colgué. Mi enfado había aumentado.
El resto del día pasé fuera de casa. Pensaba en la conversación por llamada que había tenido con Monica, y también sobre lo que mi padre me había dicho en la mañana.
Vi la hora en el móvil, ya eran las 5:20 de la tarde.
—Será mejor que vayas.
—Yo... no lo sé.
—Oye, tu padre quiere que toda su familia esté presente, piénsalo Dylan —Eleanor me sonrió.
—No quiero que mi padre crea que...
—Lo has perdonado —dijo ella.
—Sí, no quiero que piense eso, porque nunca pasará. Así que no trates de convencerme, Eleanor.
—Te conozco de toda la vida Dylan, y aun así no tengo idea de que pudo haber hecho tu padre para que lo odies de esta forma.
—Solo puedo decirte que razones no me faltan para hacer lo que estoy haciendo.
—Está bien, comprendo que tengas tus razones, pero por un día que decidas hacer lo que te pide no creo que vayas a morir.
—No puedo hacerlo, entiende.
—Tienes que ir.
—No lo creo —me puse de pie, estaba dispuesto a marcharme.
—¿Al menos podrías pensarlo? —salí de ahí sin responderle.
Mientras iba de camino a casa, me puse a pensar en lo que Eleanor me había dicho. Mi padre no era un ejemplo de persona, y mucho menos era un buen padre. Tuve muchos problemas a causa de su actitud y acciones. Sus errores habían causado estragos irreparables en mi familia. No iba a verlo jamás como un buen padre, y lo más probable es que el rencor y rechazo que sentía hacia él no iba a desaparecer nunca.
Todo el camino estaba tan sumido en mis pensamientos que no me había dado cuenta que ya había llegado a mi casa. Vi que todos estaban listos para marcharse.
—¡Dylan! —exclamó Lauren.
—¿Y Vittorio? —pregunté.
—Está por bajar —la sonrisa en su rostro no desaparecía— ¿Vendrás con nosotros?
—Yo...
—¡Debemos darnos prisa! No podemos hacer esperar a los Brighton —gritó mi padre desde las escaleras. Al escuchar el apellido me quedé paralizado—. Dylan, ¿estás listo?
—No iré con ustedes —contesté.
—Pero creí que por eso estabas aquí —dijo mi hemano.
—¿Ahora resulta que no puedo venir a mi casa? —se quedaron viéndome—. No se preocupen, no van a verme más por aquí.
Escuché a mi padre llamarme pero pasé de él. No tenía la más mínima intención de regresar a esa casa por un tiempo, tal vez un par de semanas. No quería saber nada sobre esa familia.
«Brighton».
Solo con pensar en ese apellido la sangre me hervía. Tenía que evitar encontrarme con... ella. Si la llegara a ver, no tenía idea de como podría reaccionar.
No iba a dejar que esto arruinara mi vida una vez más.
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You... my beginning
Teen FictionTodos tienen un pasado, un secreto que esconden en su interior. Muchos buscan enterrarlo, otros lo superan, pero a otros los atormenta por el resto de su vida. ¿Y si la historia de tu vida hubiera sido una completa mentira? Teniéndote al margen con...