22. BREEZE

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—Papá... —dije con una sonrisa— ¿Dylan? ¿ Quién es Dylan Jones?

—El muchacho que acaba de irse en su coche.

—¡Ah!, sí era Dylan.

—Bueno, ha pasado muchos años, me encantaría volver a verlo.

—¿Años? ¿Quiere decir que tú ya lo conocías?

—Vittorio llevaba a su hijo a sus viajes de Boston en algunas ocasiones. Pero no lo veía desde que él tenía unos ¿11? ¿12 años? Ya ni lo recuerdo. Sería bueno que invitemos a la familia Jones otra vez, ¿no crees Bree?

—Claro, sería bueno para tu negocio.

—Creo que sería provechoso para todos —me sonrió y entonces entendí sus verdaderas intenciones.

—No papá, no creo que estés pensando que... —temía que estuviera pensando que entre Dylan y yo había algo.

—Yo no digo nada, la última palabra la tiene el destino.

—Voy a entrar a casa.

Ingresé a mi casa y vi a mi madre en la cocina.

—¿Bree? ¿Qué haces en la casa tan temprano? ¿Sowie vino contigo?

—Sowie... tiene un trabajo grupal, y se va a demorar un poco.

—Bueno, ¿y tus cosas? —preguntó y levantó una ceja. Estaba comenzando a sospechar.

—Mamá yo...

—Tranquila cielo —dijo mi padre entrando y cogiendo una manzana—, seguro se dejó la mochila en el auto de Dylan, ¿verdad Breeze? —me miró sonriendo y le dio una mordida a la manzana.

«Tierra trágame».

—¿Dylan? ¿El hijo de Vittorio Jones? —a mi madre se le iluminaron los ojos.

—Escuchen, no me interesa Dylan, es más ni siquiera lo conozco bien. Me parece un antipático y pesado. Además yo tampoco le agrado. Dejen de inventarse algo que no existe y que nunca lo hará. ¿Entendieron? —los vi, pero sabía que no iban a escucharme. Se miraron cómplices y me dieron una mirada de «no te creo».

—Cielo —mi madre se acercó y me tomó las manos—, solo estamos molestándote. En castigo por salir de clase y evadirte.

—¿Les llamó el rector?

—No, fue Monica —ella me sonrió—. Me alegra que estés bien y hayas logrado adaptarte a esta ciudad. Ahora tienes nuevos amigos, quien sabe y te encuentras a alguna personita especial —sonrió pícara—. Lo que me importa más es que seas feliz, no ocultes lo que eres querida. Sonríe así, ¿de acuerdo?

—Está bien mamá —le di un abrazo y me fui a mi habitación. Cerré la puerta y me deslicé por esta.

Volvió esa Breeze risueña.

Y yo creía haber enterrado ese lado de mí. Me acerqué a la pequeña mesita que estaba al lado de mi cama y tomé el cuadro donde estábamos Jacke y yo.

—En ese tiempo todo era perfecto. Sin preocupaciones... «Hakuna Matata» —de pronto una imagen de Sowie diciendo esa frase llegó a mi mente, y no pude evitar sonreir—. ¿Por qué no funcionó lo nuestro Jacke? Creí que eramos el uno para el otro. Pero todo había cambiado, ya nada era igual. Siempre estábamos peleando, tú me echabas la culpa y yo a ti. No nos ayudabamos, creo que... la mejor solución era terminar y quedar solo como amigos.

Abrí el cajón y saqué el collar que me había regalado. Puse el cuadro en la mesita y el collar a su lado. Un dolor en el pecho se hizo presente. Me dolía recordar las cosas, porque ya era pasado, no había nada que hacer.

You... my beginningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora