40. BREEZE

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—¿A qué hora llegaste a noche? —preguntó mi padre.

—¿Noche? Si llegó casi de día —balbuceó Sowie mientras tomaba su café.

—Como a las 3:45 —respondí.

—¿Cómo estuvo la fiesta? —mi madre me miraba con atención.

—Como cualquier otra —dije. Todos quedaron en silencio.

—¿Con quién regresaste a casa? —preguntó mi mamá.

—Sabes mamá, no tiene sentido que lo preguntes, conocemos la respuesta —dijo Sowie.

—Dylan es un buen muchacho —mi madre no dejaba de sonreir.

—Parece un buen muchacho —aclaré—. Las apariencias engañan.

—¿Hay algo que debamos saber? —papá me veía con los ojos entrecerrados. Conocía esa expresión.

—No, papá. No hay nada que deban saber.

Después de aquella conversación algo extraña e incómoda, mi madre comenzó a comentar sus planes del día. Di gracias que no me tuvieran en la mira y me hicieran blanco de preguntas. De esa forma terminó el desayuno familiar.

Mamá y yo recogimos la mesa. Luego ella fue a alistarse, pues saldría con Lauren a dar un paseo. Sowie iría a la casa de una amiga. Papá debía ir a la oficina. La única que no tenía nada que hacer era yo.

Fui a mi habitación, me quedé observando las cosas que Megan y los demás me habían enviado por correspondencia hace poco más de una semana. Recordaba que en el instituto de Boston se realizaba una fogata para dar comienzo a la competencia de rugby que se realizaba cada año sin falta.

En símbolo de nuestra amistad tallábamos cada uno en una ramita nuestras iniciales, luego encendíamos uno de los extremos en la fogata. Esa era nuestra tradición, era una forma de representar nuestra amistad. Las ramas no las quemábamos por completo, sino que las escondíamos en medio del jardín. Ahí las enterrábamos.

Como yo no estaba con ellos, decidieron enviarme las ramas y para sorpresa mía, también habían hecho una para mí. Habían fotos muy hermosas, y otras que eran graciosas. Me hacían extrañar Boston y a mis amigos.

—¿Se puede?

—Pasa —Sowie ingresó a mi habitación.

—Bree, papá quiere hablar contigo un momento.

—Sobre qué Sowie.

—El viaje.

—¿Dónde está?

—En su despacho.

—Bien.

Salí de mi habitación y fui hacia el despacho de mi padre. Antes de ingresar me paré firme con la frente en alto y respiré profundamente. La conversación iba a ser muy difícil, necesitaba todas mis fuerzas. Cuando me sentí lista entré a la habitación.

—Sowie dijo que querías hablar conmigo.

—Breeze, estuve pensando sobre el viaje, y me parece que no es una buena idea.

—Papá sabes que es muy importante para mí.

—Lo sé hija, claro que lo sé. Pero no es sensato que vayas tú sola.

—Puedo hacerlo papá. Ya no soy una niña.

—Piensas quedarte una semana sola en nuestra casa de Boston.

—Exacto, en nuestra casa.

—Es peligroso que estés sola.

—Entonces iré a casa de Megan —mi padre no parecía convencerse ni cambiar de opinión—. Papá es importante, necesito ir. Te lo pido por favor.

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