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Tiempo: Temp 2. Cap. 7

Como si hubiera renacido u obtenido un segundo respiro de aire, Shiro caminaba por los pasillos del castillo con gran ligereza, como si un terrible peso e invisible se hubiera desvanecido de sus hombros. Pero no había que confundirlo con su misión y él lo sabía muy bien, la responsabilidad de salvar al universo aún pesaba en sus conciencia, aún así, ya no era como un pesar constante y de gran preocupación. El desasosiego se esfumó dejando solo la esperanza, seguridad y una libertad que no había experimentando desde hacía mucho tiempo; eso se lo debía a su equipo, a los demás paladines y el admitir lo muy importantes que eran para él. Curiosamente, Shiro tenía que agradecerle a Zarkon por esa nieva visión en su existencia.

La vida tenía un nuevo brillo, y era el su afectos por sus compañeros, y en ese momento, no había nada que deseara más que volver a verlos de nuevo.

Así que cuando se enteró que había regresado de su viaje al mercado Unilu, literalmente corrió a su encuentro. Los encontró en el centro de mando del castillo platicando alegremente y entre carcajadas sus aventuras a Allura.

Shiro se perdió un instante al atravesar las puertas y maravillarse de lo sonoras y alegres que eran las carcajadas de Lance, lo enorme de la sonrisa de Hunk, los destellantes ojos de Pidge y la relajación que mostraba Keith. ¿Cómo no lo había percibido antes?

El haber confesado entre ellos sus sentimientos les había proporcionado esas virtudes y ahora que Shiro también podía apreciarlo con todo su esplendor; algo que le generaba un candor en el pecho y lo llenaba de esperanzas.

¿Realmente había sido tan estúpido para perderse de todo eso durante tanto tiempo?

–¿Shiro? –lo llamó Allura sacándolo de su embelesamiento.

–¡Shiro! –lo llamarón con alegría a su vez los demás paladines al percatarse de su presencia. La felicidad en sus rostros al recibirlo, provocó que unas mariposas revolotearan en su estomago.

–¿Dónde estabas? –le volvió a interrogar la princesa antes de que pudiera decir algo –. ¿Acaso tomaste una siesta?

–No precisamente –respondió él con calma adentrándose más en la habitación –. ¿Qué hace aquí una vaca? –preguntó rápidamente al darse cuenta de la existencia del animal, lo cual había sido sorprendente ante su gran tamaño.

–Se llama Katlenecker –dijo Lance con una sonrisa – y es nuestra nueva mascota.

–¿Eh?

Pero antes de que Shiro preguntara más sobre el origen del animal, Pidge se adelantó al paladín azul y prácticamente brincó delante él emocionada.

–Mira Shiro –le mostró la caja de lo que parecía ser un videojuego –, lo que me ayudó a conseguir Lance –fue lo que alcanzó a entender de la lluvia verbal con la que lo asedió la paladín verde.

–Cualquier cosa por mi chica – agregó Lance pasando su brazo sobre los hombros de Pidge y jalarla hacía su dirección. Ambos se sonrieron como si fueran cómplices de alguna travesura.

–Por lo que veo se divirtieron mucho.

–No sé si una persecución cuenta como diversión –objetó Hunk perdiendo por un instante el semblante alegre de su rostro.

–Mientras no te atrapen lo es –comentó Keith a su lado.

–Pues para mí fue terrorífico –insistió el joven grande y regordete tomando a Keith por los hombros–. No hubiera soportado que me volvieran a encadenar y obligado a trabajar en ese centro comercial –Hunk comenzó a sollozar en lo que describía sus penurias y apretaba su rostro contra el hombro del paladín rojo.

Cuando terminó, Hunk abrazó desde atrás Keith, quien (extrañado en un principio) lo consoló unos segundo después, frotando suavemente su cabellera.

–¿Persecuciones? ¿Trabajo forzado? –soltó Shiro preocupado por lo que pudieron haber pasado sus amados compañeros paladines –. ¿Qué clase de lugar era ese?

–Les advertí que podría ser peligroso –comentó Coran altaneramente sacudiendo su mano –, pero no quisieron hacerme caso.

Vaya que Shiro si había entrado distraído en la habitación, porque al igual que la vaca, era la primera vez que se percataba de lo extraño que era el atuendo de Coran. ¿Qué había pasado en ese mercado?

–Lo importante es que consiguieron las lentes –interrumpió Allura tratando de armonizar la conversación –, ahora podremos arreglar el teludav y hacer de nuevo saltos por agujeros de gusano.

–Solo si Zarkon ya no pueda seguirnos–señaló Pidge provocando que todas las miradas en la habitación se enfocaran en Shiro. Era una suerte que nunca sufriera de pánico escénico.

–La próxima vez que nos encontremos con Zarkon –dijo con gran seguridad v, será porque nosotros vayamos por él –aseguró éste ganándose una sonrisa de su equipo.

–¡Genial! –soltó Lance alzando un puño al aire.

–Ahora podemos ir finalmente a buscar la espada de Marmora –comentó Keith entusiasmado.

–No tan rápido – objetó Shiro ganándose una miradas de sospecha por parte de sus compañeros –. Después de lo sucedido con el león negro y Zarkon, creo que es necesario que tengamos un nuevo entrenamiento.

–¿Para fortalecer el lazo con nuestros leones?

–No precisamente –dijo el paladín negro con una sonrisa.

–¿Eh? –se quejaron los demás paladines en duda ante sus palabras.

–¿Eh?  –se quejaron los demás paladines en duda ante sus palabras

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Hola a todos y feliz final de temporada. En realidad, casi no lo llego a publicar esta semana por problemas de salud. Sé que no es mucho, pero es un preámbulo de la siguiente parte, que será un "especial".

Saludos

Hilos de TelarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora