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Tiempo: Temp 1. Cap. 10

Ni en los más raros de los sueños, Shiro se hubiera imaginado que existiera el día en que la guerra intergaláctica dependería de infiltrarse a una nave enemiga con él oculto en una caja de chatarra siendo cargada por una princesa.

Pero el tiempo de espera al llegar a su destino, le dio la oportunidad de quedar solo con sus pensamientos y analizar los sucesos de los últimos días. Después de que Allura salvara a la balmera de una muerte segura, ésta requirió un largo reposo para recuperar sus fuerzas. Durante ese tiempo, los paladines aprovecharon para descansar, entrenar y preparar el castillo para su próximo movimiento en la guerra.

Pero también había sido tiempo suficiente para que algo ocurriera entre los cuatro paladines jóvenes. Shiro no había sido indiferente a su nuevo comportamiento, y preocupado por ellos, decidió realizar una intervención...

Que no resultó como él esperaba.

–¿Shiro? –lo llamarón los otros cuarto paladines al notarlo muy callado y con la mirada perdida.

–Creo que descompusimos a Shiro –soltó Lance impulsivamente.

–Estoy escuchando, Lance –respondió el mayor dando un fuerte respiro antes de volver a hablar –. Entonces... lo que están diciendo es que...

–Que creemos tener sentimientos entre nosotros y para todos... –explicó Hunk claramente incomodo a lo clínico que estaba resultando la conversación – incluyéndote.

–De acuerdo –aceptó Shiro con calma –. Y... ¿Cuando comenzó... cuando empezaron a sentirse así?

–No estamos seguros –admitió Pidge –. Simplemente dimos cuenta que... sentíamos... algo más por los otros que simple amistad o compañerismos. Desfrutando la compañía de los otros, nos preocupábamos cuando algo andaba mal y simplemente el sentimiento surgió –explicó ella con sequedad como si no fuera tan importante, pero un leve sonrojo en sus mejillas delataban lo contrario.

Eran una dulce descripción de algo que también Shiro sentía por sus compañeros, aunque creía comprender de otra manera.

–Pero eso que describes no es muy diferente a preocuparte por tus miembros de tu equipo –dijo el paladín negro con una leve sonrisa –. Entiendo perfectamente eso, ya que pasé por experiencias similares durante...

–¡No es lo mismo! –soltó Lance golpeando con sus palmas la superficie de la mesa –. Son cosas como perderte en la mirada de alguien, emocionarte cuando tocas su piel, el calor de un beso...

–¡¿Se han besado?! –lo cortó Shiro con una mirada acusatoria. No le gustaba para nada a donde se estaba dirigiendo el paladín azul con esa descripción.

–¡¿Qué?! –saltó de nuevo el joven moreno, terriblemente nervioso y rascándose la nuca –. ¡Ese no es el punto!

–Claramente no –sentenció Shiro con seriedad pero fulminando con la mirada a Lance –. Entiendo que pueden sentirse de esa manera, son jóvenes en una misión sumamente estresante –continuó con paciencia y pragmatismo –. Tal vez la compañía de otros lo ha hecho sentir cosas que pueden fácilmente confundirlas con afecto.

–¿Estás diciendo que mentimos? –tajó Keith claramente herido con su comentario.

–Por supuesto que no. Pero tal vez están creyendo que sienten cosas que realmente no son.

–No es como si nunca antes hubiéramos sentido el amor, Shiro.

–Y yo también. He igualmente tuve su edad y entiendo cómo pueden estar confundiendo lo que están pasando.

–¡Nosotros no estamos...!

–Paladines –la conversación fue interrumpida por la inconfundible voz de Allura retumbando contra las paredes del comedor –. Podrían por favor presentarse todos al puente mando. Es importante.

–Vamos de inmediato, Allura –respondió Shiro levantándose de sus asiento –. Seguiremos esta conversación después –estaba por marchar hasta la puerta de la habitación, cuando se detuvo en seco y se volvió de nuevo hacia sus cuatro compañeros aún en la mesa –. Y una cosa más: son jóvenes y están en su libertad de experimentar lo que deseen, pero Hunk, Lance y Keith espero un correcto comportamiento de su parte ante Katie –dijo señalándolos con una mirada y un índice amenazante –. Son mayores y compórtense como tales.

Ante sus palabras, Lance tembló en su asiento, Hunk se sonrojó y Keith se quedo perdido sin entender a que se refería. Pidge fue la única lo suficiente indignada para soltar un:

–¿Qué?

Pero antes de que pudiera recibir una respuesta a su pregunta, Shiro ya había salido por la puerta, solo para regresar uno segundos después asomando la cabeza por la orilla del umbral, para solo decir algo que en la soledad de la caja de chatarra donde se había ocultado unas vargas después, Shiro se arrepentiría  de haber dicho:

–Y... usen siempre protección.

 usen siempre protección

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Y... ahora ya sabemos que pasó en esa mesa.

Saludos.

Hilos de TelarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora