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Tiempo: Temp 1. Cap. 10

El dolor en su mano era indescriptible y el haber sido lanzado varios metros lo había dejado sin aliento. Por un escaso segundo, Keith se maldijo por no haber escuchado a Lance antes de marcharse a explorar la base galra por su cuenta.

Los druidas claramente eran muy poderosos, más de lo que pudo imaginarse. Y definitivamente, aquel con que se encontró el paladín rojo estaba dispuesto a matarlo.

Keith tenía la tendencia a meterse en problemas y peligros innecesarios, pero nunca llegó a pensar que podría morir como en esa ocasión. Al menos, así Lance no le echaría en cara que tuvo la razón.

Pero lo que si llegó a lamentar el paladín en esos escasos ticks antes de la muerte, era su última discusión con Shiro. Efectivamente, discusión. Algo que rara vez ocurrían entre ellos, pero en aquel momento había sido inevitable.

–¡¿Qué rayos fue eso?! –estalló Keith segundos después en el corredor que conducía al comedor del castillo de leones. Había logrado darle alcance al paladín negro antes de que se perdiera de su vista.

–Keith –lo llamó a secas Shiro con voz autoritaria. Una amenaza y concesión para que mantuviera la calma.

–¡No puedes simplemente decir eso y salir corriendo! –ignorando la orden, el paladín rojo se plantó frente al otro hombre en el pasillo para evitar que se evitase más el tema.

–No estoy huyendo de ello –sentenció Shiro con la clásica calma que lo caracterizaba –. Pero como yo ya lo dije...

–¡Esta bien si no sientes los mismo! –dijo el joven de rojo. Había sido una conversación difícil la que sostuvieron los paladines de Voltron en el comedor del castillo; nunca en su vida había confesado sus sentimientos de aquella manera y sin olvidar que era compartido con otras cuatro personas –. No es como si te forzáramos a querernos de la misma manera que nosotros a ti.

–Keith, yo no...

–Pero no puedes desvalorar nuestros sentimientos como si fuera algo pasajero.

Un silencio incomodo se apoderó del corredor en lo que la mirada frustrada y suplicante de Keith chocaba con la firme pero compasiva de Shiro.

–No es que no respete sus sentimientos –respondió el paladín negro –, o crea que no son reales. Ustedes aún son muy jóvenes, y nos encontramos en una situación muy tensa. Las cosas cambian con el tiempo a su edad, también los sentimientos. Lo sé por experiencia.

–¡No puedes compararnos contigo y Adam! –estalló Keith.

–¡Keith! –rugió el Shiro en advertencia.

La paz en el semblante de Shiro había cambiado radicalmente y fue remplazaba con desazón. El antiguo prometido del paladín negro seguía siendo un tema sensible para él.

–Lamento haberlo mencionado –se disculpó Keith con rapidez esquivando monetariamente la mirada penetrante de Shiro –. Pero no lamento lo que siento por ti, por Lance, por Hunk y Pidge. No tengo idea de por qué y la verdad no quiero pensarlo –admitió adquiriendo fuerza en su voz –. No soy bueno para esto y no sé que está pensando o que hacer al respeto. Pero decidí... decidimos, darle una oportunidad. Como ya lo dije, si no quieres ser parte de ello lo aceptamos, pero no nos trates como niños por ello –sentenció del último antes de dejar a Shiro solo en aquel corredor.

No estaba seguro que se apoderó de él para responder de esa manera, en especial hacía Shiro. Y aunque le había asegurado que aceptaba el rechazo del paladín negro a sus sentimientos, aún así algo dentro de él sufría con eso. Al menos ese dolor se acabaría cuando el druida terminara con su vida.

Pero lo siguiente que supo Keith, es que el techo del almacén de la base galra colapso ante el peso del león verde. El druida desapareció de inmediato, en lo que la voz de Pidge resonaba en los altavoces.

–¡Rápido, tenemos que ir por Shiro y Allura.

–¡Rápido, tenemos que ir por Shiro y Allura

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Pues que sucedió en ese comedor.

Es un capitulo corto, pero necesario.

Hasta la próxima.

Hilos de TelarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora