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Tiempo: Temp 1 Cap. 9 – Cap. 10

Shiro había aprovechado la primera oportunidad después del entrenamiento para tomar una refrescante y relajante ducha. No estaba seguro en qué consistía, pero las duchas altenas eran bastantes reconfortantes para los músculos.

El paladín negro estaba acostumbrado a carecer de ciertos placeres, al entrenarse en una academia militarizada y haber sido prisionero de una salvaje raza alienígena, lo habían vuelto bastante pragmático. Pero nunca desaprovecharía una agradable ducha tibia.

Cuál fue su sorpresa al regresar a su habitación el encontrase varias prendas de ropa desconocida para él, extendida a lo largo de su cama. Con curiosidad examinó con cuidado cada una de las prendas, hasta encontrar una nota rápidamente garabateada con la impecable caligrafía de Hunk:

Hey Shiro,

Lance y Pidge encontraron todo un guardarropa que podemos usar. Deje varias piezas que sin duda podrían interesarte.... Eso creo >w<

XOXO

Hunk

Las simples pero especiales palabras de Hunk incitaron a los labios de Shiro a sonreír. Y sin pensarlo un segundo más, tomó lo que parecía ser una especie de traje blanco y negro que semejaba mucho al estilo de las armaduras de los paladines, pero resultaba ser mucho más elegante o formal. Incluso el material con la que estaba hecha, era suave y agradable al tacto.

Shiro se vistió inmediatamente con ella.

Una vez que le pareció haberse colocado las prendas adecuadamente, se aproximó a uno de las paredes de su habitación, y al simple toque de su mano, éste cambió de estructura hasta un material semejante a los espejos de la tierra.

El paladín negro tenía admitir que se vía bien con aquel traje que se amoldaba perfectamente a su cuerpo. Algún material especial alteano que se adaptaba con facilidad a cualquier complexión corporal.

–Oye Shiro –la puerta automática de su habitación se abrió de repente para darle paso a Keith. El paladín rojo se adentro en la habitación sujetando justamente las mismas prendas que su mentor llevaba puestas solo que en su distintivo color rojo –. Podrías explicarme que es esto que Hunk dejo en mi habitación y para que sirv...

Pero las palabras del joven de cabellera oscura murieron en sus labios tan rápido como levantó la vista hacia el hombre ante él. Keith admiraba a Shiro de miles de formas posibles, pero nunca lo había visto tan imponente y regio como vistiendo esas ropas.

–Veo que tu también las recibiste – comentó Shiro con una sonrisa, sin percatarse en que Keith había dejado de respirar.

–Eh...

–¿Por qué no también las pruebas?

–¿Probar qué?

–Las ropas, Keith.

El paladín rojo miró aturdido los ojos brillantes de Shiro, para luego volverse a las ropas de sus manos y de nuevo en Shiro.

–Oh... ah sí –masculló perdido –, mejor... iré a cambiarme... –continuó con su balbuceo en lo que intentó escabullirse por la puerta, pero fue detenido por Shiro cuando éste posó su mano robótica en su hombro.

–No tienes que salir para cambiarte, puedes hacerlo aquí.

Keith le hizo honor al color de su león al poner se más rojo que un tomate. Por unos breves segundos y sin estar seguro porque, su cerebro dejo funcionar en lo que el paladín negro tomó asiento en su cama sonriendo y expectante.

–Bueno... –dijo Shiro luego de varios minutos de silencio –. ¿Qué esperas?

Como si recibiera una leve descarga eléctrica, Keith dio un leve respingo en lo que su cerebro volvió a funcionar. Aún con su mejillas sonrojadas y tratando de moverse lo más rápido posible, el chico de cabellera negra comenzó a cambiarse de prendas. Por desgracia para en sus intentos de acelerar el paso y cubrirse lo más posibles, varias veces equivocó donde iba la pierna en el pantalón, o el brazo o la cabeza en la camisa.

Maldita sea ¿Por qué estaba tan nervios? No era como la primera vez que se desvestía frente a Shiro.

Cuando finalmente terminó, una leve risita por parte de Shiro le dio a entender que no éste no se había perdido ni un momento de su sufrimiento.

–Te queda muy bien –lo alagó el paladín negro poniéndose de pie para quedar frente a él. Con sumo cuidado y cariño, acodó las prendas que habían quedado arrugadas por el forcejeo –. Aunque parecías un niño que no sabe vestirse –dijo con una leve sonrisa.

Pero esta desapareció de inmediato, cuando las manos de Keith detuvieron las suyas en el cuello de su ropa. No se había dado cuanto de lo cerca que estaba el rostro de chico hasta que estaba a pocos centímetros del suyo.

–Shiro... yo...

–¡Hey, chicos! ¡Ya se probaron las ropas! –gritó a todo pulmón Hunk entrando en la habitación como un rayo. Keith quedo petrificado en su sitio, en lo que Shiro se recuperó con bastante gracia.

–Te queda bien, Hunk –comentó el paladín negro al ver que el paladín amarillo llevaba puesta el mismo traje que ellos, pero en la versión de los colores de su león.

–Gracias, Shiro –dijo Hunk con un sonrojo y sacudiéndose como niña enamorada –. Habría querido que todos nos vistiéramos igual para una fotografía, pero no creo que Pidge y Lance no estén de humor.

–¿Le ha pasado algo? –preguntó Shiro consternado.

–Nada serio –respondió el paladín amarillo rascándose la nuca con nerviosismo –. Tal vez... solo necesiten un momento para darse cuenta de lo que realmente quieren.

La duda y preocupación se reflejo en el semblante del paladín negro. Era seguro que no dejaría aquello pasar:

–O tal vez podía hablar con ellos

Y acto seguido, Shiro abandono la habitación, seguido de cerca por el paladín amarillo.

–¡O tal vez solo necesiten espacio, Shiro!!!

Sus voces se fueron apagando en que se alejaban de la habitación, donde había quedado solo el paladín rojo. Keith duró paralizado en su lugar unos cuantos segundo más, antes de volverse hacia la cama de Shiro y despoblarse en ella como un saco de papas. Mientras ahogaba su rostro contra el colchón, no podía evitar preguntarse que se había apoderado de él hacía apenas unos segundos.  

Hay Punk a la vuelta de la esquina

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Hay Punk a la vuelta de la esquina.

Gracias por leer.

Hilos de TelarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora