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Tiempo: Temp. 1 Cap. 8 –Temp. 1 Cap. 9

–Uno. Dos. Tres.

Y como si arrancara el motor de un bote, un potente sonido se apoderó de la cámara de controles que direccionaba la energía del castillo a las armas. Miles de luces se encendieron como un árbol de navidad alrededor de la habitación, en lo que los sistemas mostraban vida. Hunk, quien se encontraba medio metido dentro de una de las consolas principales, salió de ésta con un par de herramientas altenas de forma extraña en sus manos gritando en victoria:

–¡Boo-yah!

Pidge, con el cabello algo fuera de lugar por las largas horas de trabajo arduo, pudo confirmar que todos los sistemas se encontraba de nuevo en línea y operacionales.

–Re-dirección de energía funcionando –recitó ella tecleando algunos botones de uno de los paneles holográficos principales–, sistemas análogos en línea, miras redirigidas en perfecto estado. Parece que todo está en orden, los sistemas pudieron recuperarse fácilmente.

–Tal vez tenga que ver con la tecnología altena –comentó Hunk recolectado cada una de las herramientas que yacía esparcidas por el suelo –. Nunca dejan de sorprenderme lo que puede hacer ésta nave.

–Desde que el castillo adquirió su nuevo cristal de energía del Balmera parece que muchos de los sistemas se regeneraran...

–Ohh... –masculló Hunk sorprendido y emocionado–. Sana cómo las heridas de ser orgánico.

–Eso es técnicamente imposible –tajó Pidge manteniéndose en la lógica, desanimando levemente al paladín amarillo –; la maquinaria no tiene esas capacidades; pero debo admitir que éste castillo puede dar la impresión que poseyera vida propia, principalmente en la forma que su energía fluye por él.

Ambos paladines llevaron sus miradas a sus alrededores, a las paredes y techo de la habitación, donde las luces y cables que brillaban con intensidad semejaban un red neural o el sistema circulatorio de un ser vivo. Era hermoso, una maravilla mecánica y tecnológica.

Hunk no pudo evitar luego, guiar su mirada a su pequeña compañera, cuyos ojos brillaban maravillados con las luces de la habitación. El paladín amarillo no pudo evitar sentirse agraciado de poder compartir aquel gusto tecnológico con alguien más, especialmente en una nave con solo siete tripulantes. Tal vez Pidge era más realista en su admiración, mientras que la de Hunk podía llegar a ser fantasiosa; pero ambos podían ver lo hermoso en un panel lleno de circuitos.

–Bien –dijo el paladín amarillo con las manos en la cintura y una gran sonrisa en sus labios–, una reparación menos. Falta como.... un trillón por arreglar –comentó desanimado dejando caer sus brazos a sus costados.

–La mayoría de esos sistemas no son esenciales –le aseguró Pidge mientras comenzaba a recoger sus cosas –, el castillo es completamente funcional para viajar por el espacio sin aquellos que no son prioritarios. Además, era de esperarse que después de enfrentar a esa cosa en Balmera, la nave resultara con algunos daños.

–Sí, todo valió la pena. Lo importante es que Shay y su gente estuvieran a salvo –comentó Hunk orgulloso echándose al hombro el maletín donde cargaba la herramienta alteana de Coran.

–Al igual que era obvio que te preocuparas por tu... "novia" – se burló la paladín verde cerrando su computadora, mientras le lanzaba una mirada burlona a su compañero de reparaciones.

Un leve sonrojo apareció en las mejillas de Hunk en lo que éste se volvía ofendido por las constantes burlas de Pidge.

–Ella. No. Es. Mi. Novia. –puntualizó el paladín amarillo con más fuerza que la última vez.

Pidge se rió a sus anchas de él. Por un momento no supo que era más vergonzoso, que ella se burlara de él o que risa le pareciera realmente armoniosa. Fuera lo que fuese, su rostro estaba más rojo que un tomate.

–Sabes que solo lo digo por molestar ¿verdad? –le preguntó ella, mientras se echaba en brazos su computadora portátil.

Hunk dio un largo resoplido en lo que relajo su cuerpo.

–Shay tuvo una gran influencia en mí –dijo con calma y bastante seriedad, quitándole así la sonrisa burlona a la paladín verde –, porque me mostró lo importante que era ayudar a los demás. Hay gente realmente sufriendo allá afuera, Pidge, y tenemos que hacer algo. Si Shay no me hubiera enseñado eso con su valor, no estaría aún aquí.

Por alguna razón Hunk podía sentir que abría su corazón con esa declaración, algo muy profundo de su ser, casi como lo sería una declaración de amor. Pronto el paladín amarillo se sorprendió por sus propias palabras y se rascó la nuca con nerviosismo; a pesar de lo bien que se llevaba con Pidge, no estaba seguro que era momento de ese tipo de confesiones, especialmente si no estaba seguro que respuesta tendría a cambio.

Para su sorpresa, la paladín con una seriedad inicial en su rostro se acercó a él para posar su pequeña mano en el codo de éste, antes de dirigirle una de las sonrisa más sincera que fuera capaz ella de hacer.

–Lo sé, Hunk –dijo casi en susurro –. Y doy gracias por ello. No sería lo mismo sin ti.

Pidge le sonrió nuevamente de oreja en oreja, antes de darse media vuelta y encaminarse a hacia la puerta de la habitación sin volverse atrás, por lo cual no alcanzó presenciar como el rostro del joven moreno se tornó mucho más rojo que con el comentario original sobre su amiga Balmera. Solo la fuerte y repentina palpitación en su pecho, era la única responsable de tan terrible sonrojo.

Pero en lugar de tener miedo, duda o vergüenza, Hunk abrazó el sentimiento, mientras presenciaba con cariño la pequeña figura de Pidge salir por la puerta.

–No vienes, Hunk.

–Voy detrás de ti.

La razón por la que puedo publicar a diario, es debido a que éstos capítulos fueron previamente escritos

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La razón por la que puedo publicar a diario, es debido a que éstos capítulos fueron previamente escritos.

No crean que siempre van a publicarse consecutivamente.

Hilos de TelarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora