Capítulo 36

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Leonardo me mostró una sonrisa y comenzó a acercarse, yo me levanté de la cama y coloqué una mano frente a mí como si tuviera súper poderes y pudiera detenerlo, él solo se sobresaltó un poco y se detuvo a unos pasos de mí. Sus ojos oscuros parecían más grades, los gestos de su rostro eran atrevidos, de acá hasta en china notaban que estaba bastante drogado.

Mierda.

Sabía que tratar con personas muy drogadas era como tratar con un perro callejero, no sabías si iba a atacarte o a espantarse.

—¿Qué mierdas haces aquí? —dije intentando mantenerme calmada, pero mis manos temblaban un poco, me sentía más asustada de lo usual.

Recordaba que lo último que yo había hecho era enviar sus fotos y publicarlas, había sido de manera anónima, pero él debía saber que había sido yo, posiblemente quería venganza, me ponía nerviosa era el hecho de que estábamos solos en una fiesta donde la mayoría estaban borrachos y con la música demasiado fuerte como para escucharnos, yo era una presa fácil.

—¿Por qué estás molesta, Preciosa? —su voz era muy lenta, parecía arrastrar las palabras, sus ojos fijos en los míos mientras una ligera sonrisa se estiraba en sus labios.
Sentía mi corazón retumbar tan fuerte que casi lo llegaba a oír. Voltee tomando la primera cosa que vi para poder defenderme, y lo amenacé.

—Vete de aquí Leonardo —ordené, él soltó una pequeña carcajada y fue hasta ese momento que me di cuenta que solo había agarrado una almohada, pero me mantuve firme.

—Preciosa —soltó una risa burlesca—, ambos sabemos que me debes algo.

Mi mente fue al momento que él me dijo que me enseñaría su “pack” si yo también lo hacía, y yo acepté, pero evidentemente no lo hice.

—No sé de qué hablas —dije. Él dio un paso hacia mí y yo di uno atrás.

—Te envié unas fotos y te encargaste de publicarlas —continuó dando pasos lentos hacia mí—, ahora quiero que pagues.

Observé como sacó algo de su bolsillo y al pulsar el botón una hojilla se reveló, me eché hacia atrás tan bruscamente que mi espalda pegó contra la pared. Mierda, tenía un arma blanca.

Él se detuvo a un paso de tocarme, la hojilla bailando en su mano a unos centímetros de mi cuerpo, fijó su mirada en mis labios y luego la deslizó por mi cuerpo cubierto por el camisón de Helena.

—Desnúdate, perra. —demandó con voz fuerte.

No me moví, ni siquiera lo pude mirar a la cara, sentía que la situación era surreal, como si no me pasara a mí, sino a otra persona. Él me agarró las cara con sus dedos clavándose en mis mejillas y acercó su cara a la mía mostrándome sus dientes.

—Que te desnudes... —comenzó a repetir y yo hice una cosa estúpida, le escupí en el rostro, él alzó la mano donde tenía la hojilla y yo en un reflejo para evitar que rajara mi rostro puse mi antebrazo recibiendo una dolorosa cortada en mi piel.

Gemí de dolor y lo empujé con fuerza comenzando a correr, mi objetivo era la puerta, necesitaba llegar al menos a la escalera y de ahí posiblemente gritar por ayuda. Algo me sostuvo el tobillo con fuerza, todo mi cuerpo perdió el equilibrio y caí justo cuando casi lograba mi objetivo de abrir la puerta, cuando mi cuerpo se estrelló contra el suelo me dejó un poco aturdida, mis codos dolían al igual que mis rodillas, me voltee intentando soltarme y Leonardo gateó sobre mi cuerpo comenzando a luchar conmigo. 

—Déjame, tengo el periodo, por favor —grité desesperada cuando me logró colocar la hojilla contra el cuello, sentía que en cualquier momento la deslizaría y cortaría la arteria, me desangraría hasta morir.

Deseo... que seas mío. (Libro 1 Y 2) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora