XIX. Las Crudas Realidades

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Él me soltó dejándome ligeramente desestabilizada, di un paso atrás sintiendo que me hubiera abofeteado, era imposible...

¿Cómo él...?

¿Cómo supo...?

—¿Qué bebé? —dije en un hilo de voz intentando aparentar no comprenderlo, pero inevitablemente cuando vi su rostro mostrando la mortificación que yo sentía por dentro me quebré por completo dando otro paso atrás y dejándome caer en la cama.

Alguien grita...

Entonces hay mucha luz, hay tanta claridad que no puedo ver la profunda oscuridad que emana de mí... todo está bien... todo está mal...

Mal...

Todo está mal...

El bebé...

Cubrí con mis manos mi rostro y las lágrimas comprimidas por tanto tiempo comenzaron a salir, los recuerdos de robo me atosigaban otra vez...

Yo intentando arrastrarme a la puerta cubierta con sangre, mis manos aferrando mi vientre apenas abultado, después muchos médicos a mi alrededor intentando salvar mi vida, la luz de arriba cegándome la vista por un momento, ni siquiera soy capaz de ver mi estómago, dicen que yo estoy estable...

Todo está bien...

Pero el bebé no lo logró conmigo...

Mal...

Todo está mal...

Tenía casi cuatro meses, exactamente después de que el verano terminara, jamás usé protección con Draco y no había estado con más nadie que él, así que él era el padre indudablemente, los primeros dos meses no tuve síntomas, mi barriga no había cambiado aunque mis pechos habían crecido un poco, la única señal fue mi periodo que se había suspendido, tenía simples sospechas, pero al tercer mes cuando nuevamente no tuve mi menstruación decidí ir a un ginecólogo, y ahí fue cuando lo supe.

Todavía esperaba saber exactamente cuál sería mi plan, ¿seguir estudiando? ¿Buscarme un trabajo? ¿Ambas opciones? Si le decía a mi padre probablemente me dejaría de ayudar financieramente y mi madre me demandaría volver a Emporia. Sabía que cuando el bebé naciera necesitaría de mucha atención y por más que estaba completamente asustada, no era la única madre soltera en el mundo, yo podía hacerlo, todavía no sabía cómo, ni qué haría pero tenía cinco meses para pensarlo, el bebé era una parte de mí y estaría conmigo cualquiera fuera mi decisión.

Pero el sujeto me apuñaló directamente en el vientre, directamente en el cuerpo del bebé, por eso tenía tantas pesadillas, saber que no pude protegerlo, saber que ahora estaría por cumplir dos años, el miedo a que me volviera a ocurrir algo así, me destruía.

Ni siquiera me di cuenta en qué momento Draco se sentó a mi lado y me envolvió en sus brazos, mi cabeza contra su pecho intentando controlarme, intentando volver a olvidar todo.

—No tienes por qué pasar por esto sola, Eclipse —dijo—, no tienes por qué siempre hacerte la fuerte.

Debía hacerlo, de lo contrario me hubiera suicidado en el primer puente que hubiera visto, si seguía viva era porque tenía gente que me amaba y no podía hacerles pasar por algo así, Jenny, Samanta, Emma, mi madre, e incluso mi padre con su peculiar modo de amar, pero era difícil despertar recordando que el ser que había comenzado a amar e indudablemente había volcado mi vida me había sido arrebato y ni siquiera lo conocí,  había noches donde soñaba que podía ver su rostro, ojos azules tan claro que se confundía con el plateado, cabello avellana, pero en vez de una personalidad frívola como la de Draco sería el ser más amoroso que hubiera visto, porque yo le correspondería su amor, lo apoyaría en lo que necesitara si cometía errores, le daría toda mi alma si fuera posible...

Pero ya no podía hacerlo.  

—¿Cómo pudiste saberlo? —limpié mi rostro apartándome de él para poder verlo al rostro, sus mejillas estaban coloradas y sus ojos levemente acuosos—. No había forma en la que pudieras saberlo.

Todos los exámenes me los había hecho en Clare, todo había pasado allá y nadie además de la doctora que me trató sabía de mi embarazo. Draco frunció débilmente el ceño y apartó mechones húmedos por mis lágrimas que se pegaban a mi rostro para poder mirarme con fijeza y decir:

—Perdón por no haber estado para ti.

Negué con la cabeza y giré los ojos.

—Tampoco quería que lo estuvieras en ese momento —murmuré, odiaba mucho a Draco, pero amaba demasiado al bebé y no quería bajo ninguna circunstancia que supiera quién era su padre.

—Lo sé, fui egoísta, no solo contigo —dijo—, conmigo, solo quería hacer feliz a Carol, complacer a mi familia, ganarme el cielo... pero creo que solo conseguí el infierno. Por eso vine, por eso estoy aquí.

¿Entonces sí había venido a Emporia por mí?

Sentí por un momento como la tumba con todo mi dolor bajaba al hoyo y poco a poco la tierra comenzaba a cubrirlo. El dolor no desaparecía, pero se sintió como un peso menos en mi cuerpo, comprendí por un momento sus acciones, pero no lo justifiqué, creo que jamás podría hacerlo.

Ahora era consiente de nuestro cuerpos rozándose y de su mirada profundizada en la mía, su mano acarició mi mejilla y por un momento sus ojos observaron mis labios antes de relamer ligeramente su labio inferior, el calor cubrió por un instante mis mejillas, sentí como mi corazón comenzó a acelerarse.

—Creo que deberías irte Draco —susurré pero no fui capaz de moverme, él acarició con su pulgar mi labio inferior antes de volver a mirarme a los ojos...

Y entonces, lo besé.   

Su boca me recibió con la misma agresividad que la mía, desesperada por volver a sentir lo que ocasionó alguna vez, mis manos fueron a su franela alzándosela con rapidez, él me ayudó a quitársela y volvió a besarme, sus manos rodaron a mi cintura y lo empujé a la cama de modo que cayó sentado, sabía muy bien lo que quería, esta vez yo estaba en control. Me coloqué a horcajadas sobre sus piernas, quitándome yo misma mi camisa, mostrando la desnudes de mi torso, sus labios fueron al punto entre mis pechos antes de comenzar a acariciarlos con su lengua. Enterré mis manos en su cabello disfrutando de sus caricias, sentándome directamente sobre él para comenzar a mover mis caderas, gimió por un momento antes de comenzar a besar mi cuello y me volteó de modo que quedó sobre mí.

No me lo esperaba, pero tampoco me arrepentía.

Solo lo observé mientras quitaba mi pantalón del pijama dejándome completamente desnuda ante él, mordí mi labio inferior observando como se acomodó entre mis piernas besando mi abdomen y me tensé cuando comenzó a dejar leves besos en mi cicatriz antes de bajar a mi entrepierna, me retorcí disfrutando de él otra vez, era tan bueno como lo recordaba, mis músculos se contrajeron sintiéndome completamente cosquillosa cuando gemí del enorme placer que me hizo sentir cuando besó mi feminidad hasta provocarme mi primer orgasmo. Draco se levantó un poco para bajarse el pantalón y colocó mis piernas en sus hombros acomodándose en mi entrada, sus ojos vieron fijamente los míos antes de embestirme y llenarme por completo, aferré mis uñas a mis costados cuando él tiró de mi cabello, me arquee contra él sintiendo que iba a deshacerme por completo cuando comenzó a acelerar sus movimientos y el placer del orgasmo me envolvió completamente, y poco después lo sentí temblar recibiendo su propio placer.

Nos quedamos por unos minutos sin decir nada, solo abrazándonos, él me aferraba en sus brazos como si temiera soltarme y yo lo aferraba en mis brazos sabiendo que tenía que soltarlo.

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Deseo... que seas mío. (Libro 1 Y 2) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora