V. Romance prohibido.

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Algo raro me bajó del estómago y sentí el sonrojo en mis mejillas comenzar a intensificarse, mi corazón comenzó a latir con frenesí en esos nanosegundos donde cruzamos miradas sin poder creer que luego de tres días estuviéramos uno frente al otro, frente a toda la clase en completo asombro.

Russ se recompuso casi en seguida aclarando su garganta y mirando nuevamente a la pizarra escribiendo su nombre, todos parecieron verse entre sí con algo de confusión y yo intenté también mostrarme confundida como si no hubiera sido yo la que le hizo una manuela al profesor en un avión y le conté parte de mi vida privada.

Mi profesor.

¿De verdad me odias Dios?

Observé como él escribió en la pizarra Dr. Russ Ronald junto con su correo electrónico, odiaba el apellido Ronald, pero al parecer era muy común en la ciudad. Me quedé por un momento confundida mientras él daba la explicación del horario en el que podía atender nuestras dudas debido a que trabajaba en varias clínicas y siempre estaba ocupado, no me volvió a mirar, ni siquiera por accidente.

Él me había dicho que era paramédico, ¿por qué se estaba haciendo pasar por doctor y encima dando clases en la universidad? ¿Cómo coños yo debía actuar? Estaba en caos, ¿Olvidarlo todo? ¿Me iba a chantajear para que me acostara con él a cambio de mi nota?

Bueno, acostarme con él no sería tan complicado luego de que ocurrió, es más... me lo debía.

Esperé ansiosa toda la clase observando lo bueno que se veía con esa franela de vestir y esos jeans oscuros, incluso sus zapatos lustrosos, hasta aquí se olía su perfume, pero para mi desgracia no era la única que se lo estaba comiendo con la mirada, casi toda la clase estaba viéndole el culo y eso extrañamente me dio celos.

Sé que era estúpido, es decir, ni siquiera éramos nada, pero no quería que nadie más lo viera.

Hasta que por fin concluyó la clase.

¡Al fin!

Esperé a que todos salieran para poder acercarme a Russ, intenté no hacer mucho ruido con las muletas pero cuando estuve a menos de un metro de distancia, él tomó su maletín y salió del salón como alma que lleva el diablo, casi corrió, como si huyera de mí.

¿En serio iba a ignorarme?

Recuerda que fuiste tú la que le dijo que olvidaran lo que pasó Eclipse...

Sí, lo admitía, lo había dicho, pero eso solo aplicaba porque sabía que no íbamos a volver a vernos. Cobarde.

No pude perseguirlo porque evidentemente era toda una torpeza caminando con las muletas, así que supuse que así serían las cosas, no nos conoceríamos, seríamos unos completos desconocidos. Profesor- alumna.

Me parecía bien, aunque de cierta manera me molestaba que me ignorara, al menos solo tendría que soportar verlo los lunes. Salí del salón y esperé afuera con mis compañeros de clases hasta irnos al otro salón donde veríamos la siguiente materia, pero todo el día solo pensé en lo sucedido en el avión y si fueron ideas mías que de verdad lo hubiera asignado como mi profesor.

La semana pasó demasiado rápida, tal vez porque ya todos los profesores nos habían empezado a mandar tarea y trabajos, apenas iniciábamos y ya comenzaba a sentir el estrés de estudiar. Odiaba la universidad... bueno, no literalmente.

A la hora de la tarde fui a la biblioteca a alquilar unos libros que necesitaba para un ensayo de ciencias humanas, llevaba un buen rato intentando enfocarme, cuando noté algo extraño, el sujeto sentado del otro lado de la mesa estaba mirándome.

Deseo... que seas mío. (Libro 1 Y 2) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora