XIII. Cena Incómoda

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Actualización 1/3

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Llegué a la casa de la familia de Russ tomada de la mano de Russ como todo una pareja feliz para la cena que su madre había preparado por su aniversario.

¿Algo más incómodo que ir de novia falsa a la casa de un hombre con el que tuviste un amorío que de hecho es el padre de tu supuesto novio?

Pues, que cuando llegamos a la mesa, me tuve que sentar al lado de Ken, el chico del que estaba comenzando a enamorarme.

Debería explicarme mejor, habían pasado cuatro semanas desde ese día que Ken me llevó a mi residencia; el día de su cumpleaños; el día que estuvimos juntos, y accidentalmente me despedí de él llamándolo “Draco”, tuve que simular una fuerte tos casi de inmediato y me reí diciéndole:

—Iba a decirte Dragon, ya sabes por el fuego y la banda de imagine dragons —sonreí casi comenzando a hiperventilar—, pero creo que Ken te queda mejor, así seré tu Barbie.

Ya quería que me tragara la tierra.

Él pareció un poco extrañado por mis raras palabras sin sentido, pero simplemente sonrió y se fue sin pedir más explicaciones.

Eso estuvo muy cerca, todavía no comprendía por qué Draco seguía invadiendo mis pensamientos, tal vez solo fue un momento de lapso mental.

Russ no me escribió durante esas cuatro semanas, le escribí varios mensaje preguntándole si estaba bien, pero no me respondió así que simplemente decidí que era el punto final a nuestra extraña relación-falsa, hasta que inevitablemente lo veía en clases y él apenas me veía, la segunda semana me acerqué a él después de que la clase terminara porque no entendía qué le ocurría, así que le pregunté:

—¿Estás bien?

Él parecía saber que en cualquier momento le haría esa pregunta porque tomó una profunda respiración cuando respondió:

—Te debo una explicación.

—No, no creo que me debas nada —le dije solo porque realmente tenía remordimiento de lo que había pasado con Ken, a pesar de que solo nos habíamos escritos unos cuantos mensajes y no nos habíamos vuelto a ver desde lo ocurrido. Russ negó con la cabeza y respondió:

—Sí, te lo debo, y aún más porque necesito un favor —evitó mirarme—, te escribo esta noche.

Esa noche subió a mi residencia, su mirada era miserable, le preparé un té y mis compañeras de piso se quedaron en la sala con él consolándolo porque comenzó a llorar y entonces se quebró soltando todo.

Tenía una relación con un chico desde hacía casi 3 años, pero no podía confesárselo a nadie porque temía decepcionar a sus padres.

—Pero se supone que vives solo —dijo Jenny—, eres un adulto.

—No lo entiendes —dijo Russ—, todo mi círculo de amigos es cercano a mis padres, nadie puede enterarse.

—Pero Russ, debes dejar el miedo a que te juzguen —dijo Samanta—, eso no es vivir tu vida, eso es vivir complaciendo a otros.

Entendía un poco a Russ, conocía a Arturo; su padre y por nada del mundo aceptaría que su hijo fuera gay, lo sacaría de su vida y por lo poco que pude ver, Russ estaba en un círculo social cerrado donde todos eran amigos, dejarlo todo era difícil.

—Sigues siendo dependiente —dije—, cuando tengas tus propios amigos cercanos donde te sientas cómodo, cuando dejes el miedo a esconderte, entonces ahí es cuando serás feliz.

Deseo... que seas mío. (Libro 1 Y 2) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora