XIV. Paro Cardíaco

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Actualización 2/3

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Intenté estar normal, asistí a mis clases, me reuní con mis amigos, decidí salir algunas veces con Jenny o Samanta, pero nada era igual desde ese día que Arturo me violó.

Russ fue el que entró al baño junto con otras personas que escucharon mis gritos y los golpes. Sabía lo que había impulsado a Arturo a hacer eso, yo había tenido casi cuatro meses para analizarlo, él quería tener todo el poder y el control sobre mí como lo había hecho antes, quería marcar su territorio, además que él se creía intocable y con la autoridad de hacer lo que quisiera cuando lo quisiera.

Esos cuatro meses estuvimos en el tribunal, evidentemente lo había demandado e incluso pedí una orden de restricción durante esos días para mantenerlo alejado de mí, me daba asco, siempre que pensaba en lo ocurrido solo podía vomitar y luego entrar en un extraño pánico que me hacía llorar de rabia. Nadie comprendía por qué un doctor respetado y adinerado con la mejor de las reputaciones violaría a la que se suponía era su nuera, hasta que nuestro romance secreto salió a la luz.

Una jugada desesperada de su parte y de su abogado en un intento de señalar que no fue violación sino que yo quería que eso pasara, mostraron todos los mensajes que intercambiamos el año pasado, las fotos, los videos, incluso testimonios de personas que “según” sabían de la relación, personas que jamás había visto en mi vida y que estaba segura habían sido pagadas para testificar, pero eso no cambiaba la revisión del ginecólogo que me atendió después para ver los daños causados y los testigos que estaban ahí en ese preciso momento; su familia.

Todo concluyó en que el doctor Arturo cumpliría una sentencia de diez años, pero como nada es justo en la vida, lograron bajar a solo dos años con posibilidad de libertad condicional y una multa como sentencia final por violarme.

La ley era una mierda, todo era una mierda.

Jenny y Samanta eran las únicas personas a las que le había contado lo sucedido, me avergonzaba que todos se enteraran de lo que había pasado, en esos cuatro meses Russ renunció a la universidad, lo último que supe de él era que se había declarado gay y se había casado con su novio, como si lo que pasó con su padre le hubiera dado las alas que necesitaba para salir. Ken estuvo pendiente las primeras semanas ayudándome a conseguir buenos abogados, asesorándome y testificando a mi favor, pero luego de que mi romance con Arturo fuera descubierto, Ken fue a mi residencia y habló conmigo...

No. “Hablar” suena civilizado, lo que hacen las personas normales, pero Ken no fue así.

Esa mañana había recibido los resultados de mis pruebas generales y del ginecólogo, los resultados devastadores y la presión que sentía en ese momento por todo lo que estaba pasando me hicieron quebrarme y lloré durante horas, hasta que el timbre sonó, apenas había abierto la puerta cuando Ken comenzó a gritarme.

No comprendí por qué estaba tan enfadado hasta que mencionó mi aventura con el doctor Arturo, algunos vecinos de la residencia casualmente salieron a ver el techo o a limpiar el frente, ahora mi estado frágil se había vuelto depresivo, la única persona que parecía estar de mi lado, en la que me había ilusionado me llamaba puta en mi propia cara.

Lo peor era que así me sentía.

—Sé que fue un error... sé que no debí, pero por favor, ya basta... —susurré en un hilo de voz, todos los fantasmas del pasado me envolvieron a cuando era apenas una niña y las fotos mías semidesnuda se hicieron públicas en toda la escuela.

Esto se sentía peor que ese momento, esto me hacía sentir otra vez como mierda.

Y lo peor era que yo me lo había buscado.

Ken me miró fijamente, sus ojos irritados, y la vena de su frente comenzando a hincharse de lo enojado que estaba cuando dijo:

—Sabía que no debía incluirte en nuestra vida. Te mereces todo lo que te sucedió.

Me pregunté a qué se refería con “Nuestra” ¿quién más? ¿su primo? Pero dejé de darle vueltas al asunto, no quería seguir escuchándolo, no sabía por qué seguía dejando que me humillara, yo no merecía esto, él no era Dios para juzgarme. Retrocedí un paso y cerré la puerta con fuerza en su cara, él no volvió a tocar y realmente esperaba que no lo hiciera, había destrozado la poca cordura que quedaba en mí.

Había buscado amor en lugares equivocados, lugares donde solo había huecos consumidos en la miseria disfrazados de dulce chocolate...

Pero de algo estaba segura, yo no merecía haber sido violada, nadie merecía haber sido violada, nuestro cuerpo no era un objeto donde los hombres podían hacer lo que les viniera en gana sin permiso por el simple hecho de ser machos con mente primitiva, la violación no se justificaba, mucho menos cuando eso te daña de todas las maneras posibles, era un delito sin perdón de Dios y siempre lo sería.

Estos 6 meses que pasé desde que llegué a cursar mi tercer año en la universidad se sintieron eternos, ya era las vacaciones de mitad de año, un mes libre antes de volver a clases, de verdad necesitaba ese respiro, este era todo un caos que quería dejar en el pasado, necesitaba volver a Emporia con mi familia y sentir que había una razón para existir, que había personas buenas dentro de la maldad del mundo, porque muchas veces creo que puedo defenderme sola ante cualquier desafío en el mundo exterior, pero otra veces solo caigo sin control a un vacío oscuro y no quiero salir de ahí, como si me envolviera una armadura antibalas que nadie puede cruzar y dañarme, a veces me gustaría quedarme ahí por siempre, alejada de todo...

...Pero luego sé que sigo viva, y debo luchar contra mis propios demonios.

Tomé el avión a Francia y por fin luego de muchas horas llegué a Emporia, jamás me había alegrado tanto volver a mi pueblo; mis raíces. Busqué mi maleta y caminé cruzando el aeropuerto, había muchas personas, era común en estas vacaciones de verano, intenté ver a mi madre con su típico cartel de un sol medio oscurecido simulando un eclipse pero no lograba verla, miré mi teléfono; al parecer había llegado una hora antes de lo planeado, genial, lo que faltaba. Intenté llamarla pero no tenía señal, debía tomar un taxi.

En ese momento cuando me dirigía hacia la entrada vi a un chico caminar unos pasos más allá de mí, pero no fue eso lo que llamó mi atención, sino su altura, su cabello, su forma de caminar... era Ken.

Sentí mi corazón acelerarse, ¿Qué hacía él aquí? Después de nuestra pelea no había vuelto a saber de él, sabía que había visto mis historias en Instagram, él sabía que iba a viajar, pero no me había escrito, ¿acaso iba a darme una sorpresa? ¿Querría arreglar las cosas? Maldición, se suponía que ya había cerrado el capítulo con él, pero aquí estaba, echa todo un manojo de nervios porque  Ken me había seguido.

Recuerda las cosas feas que te dijo...

Eso me detuvo por un instante, pero si estaba aquí, eso quería decir que quería disculparse, tal vez se había dado cuenta de lo mal que actuó diciéndome que merecía todo lo que me ocurrió.

Caminé más rápido cruzando la puerta del aeropuerto, sintiendo el clima nublado de mi pueblo natal, Ken se detuvo por un momento sacando su teléfono y fue en ese preciso instante cuando estiré mi mano dudado por medio segundo antes de finalmente tocar su hombro... el tiempo pareció trascurrir más lento cuando Ken se volteó hacia mí, mi corazón desenfrenado pareció detenerse al igual que mi respiración cuando finalmente sus ojos se enfocaron en los míos.

Y diferencié que no era nada de lo que creí, ese no era Ken... era el mismísimo Draco Wess.

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Quedé así ira :o
Pero la violacion es un tema muy serio, y sobre todo, recuerda que no estás sola.

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Deseo... que seas mío. (Libro 1 Y 2) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora