1. Elena Kane

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Hay veces en las que tu vida da un giro de 180 grados y te ocurren cosas que pensabas que eran producto de tu imaginación. En resumen, hay veces en las que la magia pasa a formar parte de tu vida para siempre.

Creo que aún no me he presentado. Me llamo Elena Kane. Soy hija única y vivo en Nueva York sola con mi madre, María Kane. No conocí a mi padre y la única familia que tengo, mi tío Amos y mis primos Carter y Sadie, me ignoran completamente.

Todo empezó el 11 de Junio, el último día de clase de la Academia Yancy. Había tenido un año... difícil. No sólo porque tenga THDA (Trastorno por Hiperactividad de Déficit de Atención) y dislexia, sino porque me he metido en bastantes peleas sin quererlo.

La cosa va así: Álvaro Lerman (el "listo" de la clase) me insulta, yo le devuelvo el insulto, él me pega un puñetazo y ahí empieza la pelea. Cabe destacar que no soy la más popular de la clase. Lo cierto, es que solamente tengo una amiga: Andrómeda Jackson, Andy, para los amigos (o sea yo, ya que ella está en mi misma situación) Sus ojos son color verde mar y su pelo negro azabache. Somos las raritas de la clase, por decirlo de algún modo.

Bueno, sigamos con la historia.

Día 11 de Junio, Academia Yancy, última hora del día y del año. ¡Bien! Pero nos tocaba con la señorita Dodds, la profesora sustituta de matemáticas. ¡Mal!

Gloria Dodds era una mujer menuda y siempre llevaba una cazadora de cuero. Rondaba los 50 años. Y aquel último día, en aquella última hora, sucedió el hecho que cambió nuestras vidas.

Faltaban 15 minutos para salir, nuestros compañeros tamborileaban nerviosos las mesas, esperando con impaciencia a que sonara el timbre.

-15 minutos - murmuraba Andy, que estaba sentada a mi lado - 15 minutos y no la veremos en 4 meses.

De repente, la voz de la señorita Dodds se oyó fuerte y clara por todo el aula.

-Elena Kane y Andrómeda Jackson, acompañadme.

Nos levantamos en silencio y fuimos detrás de ella. Algunos nos lanzaron miradas de ánimo, otros de socarrona burla.

Cruzamos todo el pasillo, bajamos 3 tramos de escaleras y llegamos al sótano, un enorme cuarto donde se guardaba desde libros viejos hasta minerales rotos.

-Habéis estado dándonos problemas, las dos.

-Sí, señora- respondió Andy.

Se estiró los puños de la cazadora de cuero.

-¿Creíais realmente que os saldríais con la vuestra? - Su mirada iba más allá del enfado. Era perversa.

-Nos... nos esforzaremos más, señora - volvió a hablar Andy, esta vez con miedo en su voz.

-No somos idiotas, Andrómeda Jackson. Y muchísimo menos en tu caso, Elena Kane. Descubriros era solo cuestión de tiempo. Confesad, y sufriréis menos daño.

Nos sumimos en un profundo silencio, Andy me miraba y yo la miraba a ella. ¿De qué estaba hablando la señorita Dodds?

-¿Y bien? - insistió.

-Señora, nosotras no... - empecé a decir yo.

-Se os ha acabado el tiempo - siseó entre dientes.

Entonces ocurrió la cosa más rara del mundo: los ojos empezaron a brillarle como carbones en una barbacoa, se le alargaron los dedos y se transformaron en garras, su cazadora se derritió hasta convertirse en enormes alas coriáceas... Nos quedamos estupefactas. Aquella mujer no era humana. Era una criatura horripilante con alas de murciélago, zarpas y la boca llena de colmillos amarillentos, y quería hacernos trizas.

CRÓNICAS DE UNA SEMIDIOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora