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Talia aún no asimilaba el hecho de ir a otro colegio. Tendría profesores nuevos con diferentes estilos de enseñanza y de evaluación, eso la aterraba. Había hecho amistad con sus anteriores profesores para recibir beneficios; ahora las cosas serían diferentes. Incluso sus buenos promedios podrían ser atentados por esta nueva institución de enseñanza, cosa que no le resultaría muy efectiva, siempre quiso estudiar en una buena universidad y tener contentos a sus padres.

Talia se encontraba fuera de la institución esperando que sus padres volvieran con sus materiales para el curso lectivo. Ella no había querido entrar para retrasar su inminente choque con la realidad.
Luego de unos minutos de espera, sus padres llegaron con una caja plástica gigante llena de libros.

—¿Todos estos son para este año? -dijo Talia sorprendida. Una habia usado tantos libros en toda su carrera lectiva.

—Si, y nos dijeron que los profesores tienen unos folletos de prácticas por aparte. —contestó el padre mientras encendía el auto.

—En este lugar aprenderás mucho más. —agregó su madre de forma alegre.

***

Talía se levantó muy temprano, tanto que el sol apenas iba a salir cuando ella estaba en la ducha. El día de hoy estaba más contenta de lo normal, se sentía relajada pero extasiada a la vez.

Cuando bajó las escaleras tomó una manzana y dejó una nota a sus padres.

Antes de dirigirse a la casa de Keitlyn tenía algo que hacer. Cuando llegó a la orilla del lago sacó un par de lápices y una libreta; la noche anterior había tenido un sueño y estaba segura que había sido en aquel lago. Además, la noche que había ido ahí le parecido un lugar hermoso. Talía no era una gran dibujante pero creía que no perdía nada intentándolo, ver como el sol subía hasta lo más alto del cielo era algo maravilloso.

—¿Otra vez aquí lobita? -dijo una voz en la lejanía. 

—Hola zorro. —contestó ella cuando vio que la criatura se colocaba a su lado estirando el cuello para mirar el dibujo.

—Me parece muy lindo, pero no eres una Piccaso.

—Nos vemos otro día. -contestó Talia de mala gana guardando sus cosas.

—¿Ya tan rápido? Acabas de llegar ¿No te quieres quedar un poco más? Hay muchas cosas de las que podemos hablar.

—En otra ocasión, tengo cosas que hacer. —ultimó Talia.

***

Después de un par de horas de largo recorrido Talia llegó a la calle de Keitlyn. La emoción por llegar le llenaba las venas pero cuando iba a entrar al jardín de la casa chocó contra algo invisible que la lanzó varios metros hacia atrás.

Por más que intentó con todas sus fuerzas no logró pasar, una  pared transparente se lo impedia.

Resignada a que no podía entrar llamó a Keitlyn.

—¿No estás en casa? -dijo Talia gritándole al teléfono.

—Salí con mi madre. Llegaré en unos veinte minutos. Sí, lo siento, había olvidado contarte sobre la barrera anti sobrenatural.

—No te preocupes, lo entiendo...

Talía se sentó en la acera a esperar a su amiga. En otra época hubiera tomado la llave debajo del gnomo. Era frustrante sentirse como una intrusa en una casa donde la trataban como parte de la familia.

Azar de Lobos [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora