—Dime una cosa. ¿Realmente se pueden hacer tratos con demonios? -preguntó Talia casi para sí misma y con el rostro colorado.
—¿Qué? -dijo Jacob sosteniéndose la pierna —¿A qué viene eso? -dijo dandose vuelta para mirarla a la cara y asegurar que habia escuchado bien.
Talia se puso más roja al notar la mirada inquisitiva de Jacob y se arrepintió de haber abierto la boca. Ella decidió cambiar de tema.
—¿Te duele mucho la pierna? -le dijo acercandose a él.
Ambos estaban en el auto de Jacob, aun en el estacionamiento.
—Nunca había sentido este dolor. Es realmente horrible. -Talia río —¿De qué te ríes?
—A mí la tía Ingrid me lo provocaba a diario. -le dijo intentando ver la herida.
Al inicio Jacob se rehusó, no queria que ella lo tocara y mucho menos sintiendose tan indefenso; el dolor que sentia era terrible y sentia que se iba a morir.
—¿Con todo y la cosa negra que evita la curación? -preguntó Jacob sin creer que Talia pudiera soportar tal dolor. Talia asintió y se bajó del auto para ir hasta el asiento del conductor.
—Se llama Hiedra negra. Provoca que tus células sobrenaturales pierdan su capacidad de curación acelerada y aumentan el dolor porque dañan los tejidos sensoriales.
—Maldición. -Jacob se retorcía del dolor.
Ver como Jacob trataba de evitar que las lagrimas salieran la hizo recordar esos momentos que pasaba con la tía Ingrid evitando ser herida por esa cosa. Dolía como el demonio. Ahora ya sabía como manejarlo y la cortada que tenia en el vientre solo le incomodaba.
Talia ayudó a Jacob a levantarse y cambiarse de asiento. En el asiento de atrás podria recostarse mejor y no haria tanta presión en la pierna.
Condujeron hasta el centro de Durstain, Jacob no quería ir a su casa y Talía tampoco quería ir a la suya. Talia estacionó el auto frente a un minimercado.
—Voy a comprar algunas cosas que ayudarían con el dolor. -Jacob negó con la cabeza y le rogó que se quedara con él.
—No estás bien. Yo sé que te duele demasiado -Talia se quitó el cinturón y se dio la vuelta para mirarlo —Tu rostro de dolor lo deja muy en claro.
Jacob cerró los ojos y se cubrió el rostro con el antebrazo. Talia se acercó a él para comprobar su temperatura y ver como seguia la herida. La zona infectada se estaba haciendo más grande y Jacob estaba sudando como si hubiera corrido una maratón.
Cuando Talia llegó al cajero con un cuchillo, unas tenazas para ensalada, varias toallas de cocina, una olla, hielo, un ramo de menta y una botella de soda el chico que la recibió se le quedó viendo extrañado. La situación se volvió peor cuando Talia le pidió también una caja de cerillos y un juguete antiestres.
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Azar de Lobos [EDITANDO]
Fantasy¿Crees en el destino? ¿Tú lo eliges o alguien lo decidió hace años? ¿Realmente eres tú quien toma las decisiones de tu vida? Todas estas preguntas se las hacía una joven que ante una decisión que pondría en juego toda su vida y la de sus seres queri...