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Nayan se encontraba tumbado boca arriba en la parte de atrás de un gran camión, estaba mareado, el viaje le había provocado náuseas

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Nayan se encontraba tumbado boca arriba en la parte de atrás de un gran camión, estaba mareado, el viaje le había provocado náuseas.

--¿Cuánto falta? Si seguimos aquí no voy a lograr llegar vivo. -sentía como su cabeza daba vueltas. Tenia las manos en sus sienes, intentando calmar su malestar.

--No tengo idea, pero ten paciencia, no debe faltar mucho. Y por favor, que lleguemos vivos todos-Cherokee lo miraba con lástima, él lo entendía, también estaba mareado, pero al menos él estaba mucho más acostumbrado que el pelirrojo.

--Mi novia es una afortunada. -dijo Nayan mirando de reojo a Talia, quién dormía plácidamente sobre un costal de heno --Quisiera dormir junto a ella en estos momentos.

--¿No te basta con dormir todas las noches? -Nayan lo miró levantando las cejas y luego sonrió de lado.

--Quizá no. -contestó después de un rato.

Cherokee había conseguido su objetivo, desviar los pensamientos de Nayan para que no sintiera tanto los mareos.

El auto se había detenido en seco.

--¿Llegamos?

--Eso parece -contestó Cherokee no muy convencido.

Talia iba abriendo los ojos cuando se abrió la puerta del camión, pero no habían llegado a su destino final, unos hombres de uniforme estaban con el conductor.

--Les digo que no llevamos nada ilegal, solo vamos al valle de Kanto. -uno de los hombres escribía en una libreta mientras otro apuntaba dentro del camión con una linterna.

--Voy a revisar adentro. -dijo una voz acercándose a donde se encontraba los otros tres pasajeros.

Cherokee y Nayan se habían quedado helados, estáticos en su sitio, no sabían en dónde esconderse; Talia tampoco se había movido, seguía sobre el heno con los ojos cerrados.

El hombre entró al camión y empezó a mirar por todas partes, buscando algo que no estuviera en su lugar. Cuando llegó hasta Talia pasó al lado de ella, ignorandola; el hombre alumbró con la linterna a Nayan y Cherokee, quienes estaban ocultos detrás de una caja de madera, Nayan se iba a mover, pero Cherokee lo detuvo. Le señaló al hombre, y luego a sus ojos. Nayan volviendo su visión más aguda intentó visualizar con detenimiento lo que Cherokee le señalaba, se veía una niebla alrededor del hombre.

Cuando el hombre se había girado y les había dejado de prestar atención, Cherokee señaló a Talia, quién aunque seguía acostada y tenía los ojos cerrados, se veía tensa en su sitio, apretaba sus párpados con fuerza, y aveces temblaba.

El hombre volvió a salir y el conductor cerró de nuevo la puerta, dejándolos de nuevo en la oscuridad de un contenedor, rumbo a un lugar desconocido.

--¿Todo bien por allá? -inquirió Cherokee levantándose y caminando con dificultad hasta Talia, la cual no contestó.

--¿Talia, estás bien?

Azar de Lobos [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora