Ya a las 12:39pm la casa Argent empezó a tener movimiento, Andrew se levantó y como creyó que no había nadie porque ya todos se habían ido, buscó algo que comer.
Mirntras comia se acordó de Keitlyn, no tenía ningún mensaje de ella, no sabía siquiera a qué hora era el baile
¿Lo habría cambiado?
En eso notó el papel debajo de la puerta, lo levantó y entendió lo que sucedía.Subió las escaleras luego de terminarse su hamburguesa y preparar otra. Cuando entró en la habitación pudo ver a una Keitlyn profundamente dormida con la cama completamente revuelta.
—Y creí que yo dormía mal. -se burló. En estos casos cualquiera le tomaría una fotografía pero Andrew ya tenía suficientes. Dejó la hamburguesa en la mesita y se dispuso a buscar el teléfono de Keitlyn, lo encontró tirado en el suelo. Estaba sin carga, lo conectó al cargador junto a la mesita y lo encendió. Andrew tenía razón, lo habían cambiado, la chica Zara le enviaba cientos de mensajes diciéndole que tenía que estar a las 2 de la tarde en su casa para terminar de arreglarse juntas y luego ir al baile en el auto de los gemelos.
—¿Mereces que te despierte? —Andrew achicó los ojos y reflexionó:
¿Enserio debía despertarla?
Había cambiado sus planes solo por ella y ahora ya no lo necesitaba. Y ahí mismo se decidió: Se lo cobraría.
Andrew le jugó una broma capaz de despertarla de un susto de muerte y provocar que, sus cabellos quedaran revoltosos y pegajosos; además de golpearse tan fuerte hasta el punto de alertar a sus padres quienes corrieron a toda velocidad al cuarto de su hija listos para cualquier cosa.
Cualquier cosa menos la escena que encontraron. Su hija en el suelo junto a un piso lleno de miel de maple y azúcar que según parecía Keitlyn había dejado caer, y al ver la hamburguesa que aún seguía en la mesita creyeron que todo fue una torpeza de Keitlyn, la cual aún yacía en el suelo boca abajo.
—Levantate ya. —dijo su padre con amargura mientras golpeaba el marco de la puerta y pasaba su mano por su cabeza.
Cuando salió del baño con apenas una toalla cubriendo su cuerpo se dió un buen susto cuando escuchó que su puerta se abría. Casi se le cae la toalla pero eso no le importó a la persona que iba a entrar pues más bien entró más rápido y se lanzó en la cama tranquilamente.
—Y dime ¿A qué hora nos vamos? —dijo Andrew con un brillo apagado en los ojos. Keitlyn lo miraba con cara de enojo, pero este tenía una sonrisa extraña en su rostro que la perturbaba.
—¿Qué haces aquí?
—Keitlyn, literalmente vivo aquí. No te preocupes yo no veo nada. -dijo Andrew mientras sacaba su teléfono y le restaba importancia a la situación. Keitlyn tomó lo que se iba a poner y volvió a entrar al baño.
Cuando salió Andrew estaba acostado boca arriba en la cama pero con los pies aún tocando el suelo. Parecía querer fastidiarla lo más que podía pues estaba revolviendo con su dedo los collares y aretes que tenia pensado ponerse, volviéndolos un enredo.
—Viste el mensaje ¿No es así? Yo no lo sabía. Ni siquiera le he contestado... -Andrew ladeó la cabeza sin creerle.
Andrew se puso en pie frente a ella hasta chocar con su pecho. Él le entregó una cajita de metal que Keitlyn no recibió y cayó al suelo. Andrew resopló y se apartó.
—Como sea, igualmente iré a Durstain. Si necesitas algo solo llámame. -dijo Andrew saliendo de la habitación.
El chico se detuvo después de pasar el marco de la puerta y sin darse la vuelta dijo:
—Te ves muy linda, por cierto.
Andrew bajó las escaleras a toda velocidad y se fue de la casa en su auto.
Keitlyn se sentó en su cama sin saber que mosca lo había picado. Nunca lo había visto comportarse de esa manera, él siempre era dulce y honesto, no se molestaba por ese tipo de cosas ni le hablaba tan brusco y con tanta indiferencia. Además, era un tonto baile ¿Qué importaba?
—Mi mundo se volvió loco. -dijo Keitlyn mientras bajaba las escaleras.
Zara volvió a llamar a Keitlyn para avisarle que la estaba esperando en su casa y que si no llegaba pronto no le daría tiempo de arreglarla ella misma.
—Como si necesitara ayuda de Zara Jones...
—¿Que dijiste Keit? -preguntó la madre de Keitlyn, quien bebía un jugo mientras su madre preparaba el almuerzo.
—Solo dije que apenas termine de comer debo irme. -contestó la hija aturugandose de comida. La señora Argent no le creyó pero no dijo nada.
—¿Porqué se fue Andrew? ¿Va a volver para llevarte? -dijo el papá de Keitlyn que venía entrando por la puerta con las manos llenas de tierra.
—No papá, iremos en el auto de los gemelos. -dijo Keitlyn. Ambos padres la miraron sorprendidos.
—¿De qué hablas Keitlyn? No puedes ir a un baile del colegio Santa Lucía en el auto de los gemelos. -dijo el padre acercándose a su hija y mirándola como si hubiera dicho algo muy gracioso.
—¿Eso quiere decir que no tienes pareja? -dijo la madre de Keitlyn atónita.
—No, voy solo para ver a Talía, nada más. No entiendo porqué es tan importante. -dijo Keitlyn terminando de comer. Ambos padres se miraron entre ellos ante la respuesta de su hija.
—Tantas ganas e ilusión que tenía Andrew de llevarte a ese baile. -dijo el padre muy bajo, con intención de que Keitlyn no le escuchara.
Keitlyn aún no sabía la importancia que tenía ir al baile acompañada ¿Cual era la diferencia si ni siquiera era un baile para ella? Sólo iba a ver a su amiga. Además ¿Qué interesaba que fuera el colegio Santa Lucía? Ya Zara y algunos amigos se habían quedado atónitos al enteresarse que irían a un baile en esa escuela, como si fuera algo de suma importancia.
Y para colmo, ¿Cómo sus padres sabían que Talía estaba en ese colegio? ella ni siquiera sabía de la existencia del lugar y ellos mencionaban el nombre de aquel colegio como si fuera un pecado no hacerlo.
Keitlyn no dio más explicaciones y se despidió de sus padres. Les avisó que quizá pasaría la noche en casa de Talía, ambos padres se volvieron a ver pero no dijeron nada.
***
Buscar lo que no se ha
perdido
Qué gran error
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Azar de Lobos [EDITANDO]
Fantasy¿Crees en el destino? ¿Tú lo eliges o alguien lo decidió hace años? ¿Realmente eres tú quien toma las decisiones de tu vida? Todas estas preguntas se las hacía una joven que ante una decisión que pondría en juego toda su vida y la de sus seres queri...