Los cuatro chicos despertaron de un susto cuando escucharon la puerta principal abrirse de golpe. Debido al sobresalto se escucharon gemidos de dolor.
—¿Pero qué sucedió aquí? -gritó el padre de Talia al ver si casa en tal estado.
Sin permitir respuesta alguna, sonó un timbre de telefono y Talia contestó con desesperación.
—Tia Ingrid ¿Qué sucede? -del otro lado una mujer adulta gritó un "Aleluya".
"Anoche tuvimos un intruso. Lo tenemos aquí en el sótano. Pero el problema es que te buscaba a ti y dice que no dirá nada hasta que estés presente.
Talia tragó grueso, no podía ser coincidencia. Nayan y ellos habian sido atacados, y ahora Santo Tomas. Ahora también estaba preocupada por sus otros amigos.
Debia ir a Santo Tomás y hablar con aquel desconocido para saber sus intenciones. Sien embargo ella estaba preocupada por la vida de su novio puee, él no se encontraba en sus mejores condiciones. Incluso Jane habia sido herida.
—Debo ir a Santo Tomás -dijo Talía así sin más después de cortar la llamada con Tía Ingrid.
—No irás sola -dijo Nayan apoyándose en la pared, su cabello echaba chispas rojas al igual que sus ojos. Jane y Jacob asintieron dando a entender aue ellos también irian.
—No debes estar sola. Si ese tipo te estaba buscando a ti creo que lo mejor es que te acompañemos. -dijo su padre sacando las llaves del auto.
—¿Y mamá? -recordó Talia al ver a su padre solo.
—Luego hablaremos de eso...
***
Cuando llegaron a Santo Tomás los cuatro chicos quedaron asombrados. Había personas saliendo y entrando del lugar como si fuera una estación de autobuses, algunas de ellas estaban heridas. También habia destrozos en todas partes.
Cuando Tía Ingrid los vió entrar por el gran portón de metal negro que estaba desgarrado como si fuera de juguete salió corriendo a su encuentro.
—¡Me alegro que te encuentres bien, realmente nos preocupamos por ti! ¡No contestabas nuestras llamadas!
—Lo siento. Nosotros también tuvimos una noche ocupada.
Los ojos de Tía Ingrid se posaron en Nayan, quien hacia lo imposible por mantenerse de pie, el frío del clima lo estaba torturando más de la cuenta.
La mujer los invitó a pasar.
Los llevaron a un cuarto subterráneo donde se encontraba un chico de cabellos dorados amarrado a una silla de metal negra. El chico fijó los ojos en Talia justo en el momento en que ella pasaba por la puerta.
—Eres tú. Realmente eres tú. -dijo el chico con un hilo de voz.
—¿Quien eres? -preguntó Ingrid.
El chico sonrió y relajó los hombros. Parecia que la presencia de Talia lo habia calmado.
—Me llamo Esteban, pero no soy nadie.
—¿Crees que "nadie" podría provocar tanta destrucción como tú lo hiciste anoche? -dijo Ingrid, furiosa. El chico se echó una carcajada y ella creyó escuchar que el chico decia: Humanos inutiles.
—Yo soy "nada" para ellos, por eso me enviaron a mí a este lugar. Yo no pretendia hacer daño pero ellos me obligan a hacer cosas que no quiero solo por ser el más joven, me tratan como su peón y mandadero.
—¿Quienes te tratan así? -preguntó Talia suponiendo la respuesta.
—Los Lycans. Ellos te quieren a ti. -dijo el chico mientras sus ojos cambiaron, sus cabellos también empezaron a oscurecerse. Ya no parecian humanos, su aspecto estana tomando un aspecto salvaje y maravilloso. —Pero yo no sé porqué, nunca me dicen nada.
Nayan tomó a Talia del brazo a pesar de casi caerse para lograrlo. Ella había empezado a dar algunos pasos hacia el chico sin darse cuenta. Nayan tomó su mano y la entrelazó con la suya para mantenerla con él, lo ojos de Talía seguían pegados en el chico de ojos rosados.
Nayan al ver esos ojos exhaló por la nariz, tenían el mismo vigor y diseño que los que había visto ayer antes de ser atacado; la unica diferencia era el color.
—Ellos te llaman Reina -continuó el chico al notar que todos lo miraban expectantes.
El chico rompió la silla donde estaba preso y dos pasos después llegó hasta Talia quién se habia quedado helada. Nayan trato de hacer algo pero Esteban lo lanzó por los aires con una sola mano. Nadie más se atrevió a moverse.
El chico hizo una reverencia frente a Talia y extendió su mano pero Talia no se la ofreció, él se encongió de hombros.
—Mi misión era llevarte con ellos ya fuera a las buenas o las malas sin embargo, estoy muy cansado y no tengo intención de verlos ganar; para mí será interesante ver como se desarrolla la guerra. Así que solo te daré un mensaje pues aunque los Lycans son unos seres odiosos y que odio con mi alma, son mi pueblo y mi raza, no puedo dejar de serles leal.
Un grupo de soldados entró destruyendo la pared con intención de aprisionarlo pero Estaban los aplastó en segundos. Ingrid no se rindió y lo hirió con algo que Talia nunca habia visto, una daga con un filo que cambiaba de color.
—Vaya arma más extraña. Debes ser la mujer que raptó a Miri. -dijo Esteban sosteniendose el brazo que no dejaba de sangrar.
—¡Detente! Matandolo a él no ganaremos nada. -gritó Talia volviendose el centro de atención. Se ganó las miradas de todos, incluso la de Esteban quien se irguió como si fuera un soldado escuchando las ordenes de su superior.
—Enserio eres la indicada. -dijo Esteban mientras le quitaba la daga a Ingrid —Cambié de opinión, el alma puede más que la sangre. Reina mia, haré lo posible para que mis hermanos no te encuentren y puedas reunirte con el desertor. Él te explicará el resto. Nos veremos luego querida chica.
Esteban no les dió tiempo de nada más. Y se precipitó por la puerta haciendo ruido a su paso.
—Al final le dimos lo que quería -dijo Ingrid recogiendo la daga. —¡Por qué lo dejaste ir! Él es una amenaza.
Talia no supo explicarlo y tuvo que escuchar los regaños de Tia Ingrid por varios minutos, hasta que la mujer entendió que ella no podia hacer ya nada.
—Espero que sepas lo que haces niña, porque esto es algo mucho más grande que tú.
***
El que piensa sabiamente,
se sabe expresar,
y sus palabras convencen mejor
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Azar de Lobos [EDITANDO]
Fantasy¿Crees en el destino? ¿Tú lo eliges o alguien lo decidió hace años? ¿Realmente eres tú quien toma las decisiones de tu vida? Todas estas preguntas se las hacía una joven que ante una decisión que pondría en juego toda su vida y la de sus seres queri...