Capítulo 21

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Maratón 4/4

Valentina entró a su casa y cerró la puerta detrás de ella. Se sintió un tremendo ruido en la cocina y luego apareció Mateo con una taza entre sus manos, abrió los ojos a más no poder mientras veía como su esposa se secaba las lágrimas.

Mateo: -¿Hace falta que pregunte donde has estado? Habla Valentina.

Val: -No quiero hablar Mateo-le dijo y comenzó a subir las escaleras.

Mateo: -Pues vas a tener que hablar -se quejó mientras la perseguía escaleras arriba.

Llegó a su habitación y tiró la cartera sobre la cama, se quitó el abrigo y lo colgó en el perchero, dio la vuelta y se encontró a Mateo en el umbral de la puerta.

Mateo: -Has estado con Juliana, ¿no es cierto?.

Val: -Mateo, no…

Mateo: -Dímelo, si tienes las agallas para irte con ella, ten las mismas agallas para plantarte frente a mí y admitirlo Valentina ¿Sabes? No es lindo lo que haces, soy un tremendo cornudo.

Val: -Mateo, no digas eso.

Mateo: -¿Y que quieres que diga? Es total y completamente cierto, soy un cornudo. Te acuestas con mi hermana.

Ella se quedó callada mientras más lágrimas brotaban por sus ojos y resbalaban por ambas mejillas. Sorbió su nariz y se sentó en la cama.

Mateo: -No eres la víctima Valentina-casi gritó-. No tienes por qué estar llorando.

Val: -No entiendes, Mateo, a mí también me duele.

Mateo: -¿A ti?-le gritó enfadado- Piensa un poco, si a ti te duele, ¿a mí que? ¡Encima con mi hermana! He quedado como el imbécil más grande de la historia.

Val: -No digas bobadas, con Juliana no pasó nada.

Mateo: -Claro, nada fuera de la cama. Debería saber cómo iba a vengarse esa parásito.

Val: -¡No le llames así!

Mateo: -¡Parásitos!-gritó-. Eso es lo que son, las dos, ella y tú, ambas me traicionaron. Eres una maldita puta.

Val: -¡Mateo!.

Mateo: -¿Por qué mierda sigues aquí Valentina? Vete de mi casa.

Val: -No es tuya. Es de ambos.

Mateo: -A partir de ahora es mía.

Val: -¡No!.

Mateo: -¡Si!.

Val: -¡No! ¡Mateo, no!.

Mateo se pasó las manos por el pelo, denotando así nerviosismo puro. Estaba enfadado con su esposa y la maldita de su hermana. Ambas eran unas hijos de puta, no quería volver a cruzarse con esa imbécil que llevaba su misma sangre y se apoderaba de su esposa a escondidas.

Mateo: -Te odio Valentina Carvajal.

Val: -Y yo que me compadecía de ti-le largó entre lágrimas.

Mateo: -Lo imaginaba-le dijo con sarcasmo-. ¿Cuándo llegabas al orgasmo o mientras tenían sexo oral?.

Ella agarró uno de los almohadones a su alcance y se lo lanzó. Mateo lo agarró en el aire y se lo devolvió, dándole así en la cara y haciendo que a Valentina le entrara una basurita en el ojo.

Mateo: -Puedes irte con Juliana.. Quiero el divorcio y con suerte, no verte más.

Val: -No voy a darte ningún divorcio. Yo no quiero divorciarme-. Mateo se le acercó peligrosamente mientras ella se refregaba el ojo lastimado.

Mateo: -Dije que quiero el divorcio, no me importa si tú lo quieres o no, vas a firmar.- Y sin decir más, salió de la habitación y cerró de un portazo. Valentina se quedó un segundo observando la puerta y luego rompió a llorar.

Juliana llegó a su casa y lo primero que hizo fue buscar algo para beber, necesitaba olvidar a Valentina. Le ardían los ojos, le dolía la cabeza y lo único que cruzaba por su mente era el bello rostro de ella cuando se vieron por primera vez. La necesitaba con ella. Maldita sea, estaba completamente enamorada de la esposa de su hermano.

Una, dos, tres, cuatro y cinco vasos de whiskey fueron suficientes para dejarla tumbada en la cama, llorando como una indefensa bebe recién nacido. ¿Por qué mierda la extrañaba? Ni que ella la quisiera, a ella no le afectaba para nada. Entre gritos, protestas, un terrible dolor de cabeza y llanto, se quedó completamente dormida.

Le dolía el cuello y la espalda, había dormido dos horas y atravesada en la cama. No podía con eso, no seguiría viviendo allí, aunque quisiera arreglar las cosas, el daño ya estaba hecho.

Se puso de pie y se observó al espejo, el brillo de sus ojos había desaparecido, su cabello estaba completamente enmarañado, sus labios resecos y tenía pequeñas bolsas bajo los ojos. Casi se echó a llorar sabiendo que no podría llamar a Juliana para pedirle ayuda con Mateo, sabiendo que había dejado a su mejor amiga de lado, que no se estaba haciendo cargo del negocio con Mady, que había destrozado su matrimonio, se había hecho odiar por la familia de Mateo y ni siquiera había tenido contacto con su familia, desde que la aventura con Juliana comenzó. ¡Gracias maldita sexy!.

Cada una por su lado pero del mismo modo, se extrañaban, se amaban, tenían problemas en sus vidas. Valentina había vuelto a trabajar con Mady, sin mucho ánimo pero tras el mostrador, hacia su parte del trabajo. Ella la había perdonado y le había dado todo su apoyo cuando le contó completamente todo.

Juliana ya no quería ir a la empresa, tener que lidiar con Mateo no sería nada fácil. Claro que si su hermano hubiera querido pegarle de la peor manera, ella lo hubiera dejado. Se quedaba en casa, poniendo una excusa nueva cada día, sólo y de vez en cuando con George, su mejor amigo quien la acompañaba y le decía día a día que no fuera marica, que Valentina de seguro ya estaba bien y ella debería estar igual.

Mateo seguía viviendo con Valentina, aunque dormían en camas separadas, se evitaban todo el tiempo y no se dirigían palabra alguna.

El divorcio no estaba en trámite pero Valentina había decidido dárselo, sería mejor para ambos. No tendrían que verse a diario, cada uno seguiría con lo suyo. Forzar la relación no podía llevar a nada bueno y Valentina muy bien sabía que no quería más problemas, por lo menos por este año.

Un mes justo había pasado, las fiestas se acercaban, el invierno atacaba con todo y todos. Juliana comenzó sus vacaciones de dos semanas, aunque ya hubiera estado de vacaciones por la gran depresión. Valentina y Mady trabajaban más que nunca, las ganancias habían aumentado y las fiestas les venían muy bien para cobrar un poco más de lo normal.

Valentina se estaba arropando esa noche, Mateo había salido. Sintió como su estómago se revolvía, no había comido nada, para ser exactos una galleta en la tarde y luego se salteó la cena. Prendió el televisor y aunque mirando la pantalla, no estaba prestándole atención, estuvo pensando y recordo que hacía mucho no tenía sus días femeninos, se sentó en la cama y tomó su celular.

Juliana acababa de apagar todas las luces y estaba cerrando los ojos cuando recibió un mensaje.

*Mensaje de texto*

“Necesito hablar contigo, es muy urgente..”

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